No es una reacción nada común. Lucas Hoyos se retiró aplaudido por el público. Tantas veces cuestionado en la cancha, a viva voz, con gritos enfervorizados en ocasiones, y en otras con menos estruendo pero el mismo fastidio del hincha. Por todo eso, la reacción de la hinchada en la noche del martes en el Coloso seguro fue reparadora para el arquero. Merecida. Porque si Newell’s no recibió goles de Independiente y ganó por 2 a 1, fue por responsabilidad enteramente suya.
Hoyos debió dejar la cancha antes de lo previsto por una molestia y caminó por afuera de los límites del campo de juego, escuchando los aplausos de la hinchada. Se dirigió hacia el banco y recién cuando llegó se detuvo el reconocimiento de todos los presentes. Una lástima que, ante semejante actuación, haya tenido que irse y que hasta está en duda si podrá atajar ante Atlético Tucumán. Lo único que se rescata entonces de este infortunio que sufrió es el tributo de las tribunas.
El estado del humor del hincha con respecto a Hoyos tampoco es que sea caprichoso. Sus rendimientos fueron discontinuos y desde que retornó nunca dio señales claras de que sea el merecedor del puesto. El gol de Malcorra de tiro libre hace un año en el clásico, aunque haya sido mucho más virtud del ejecutante que culpa del arquero, le quitó un crédito que, al menos en ese caso, no merecía.
Su partido frente a Independiente fue de un nivel altísimo. Newell’s se agrupó por delante suyo para achicar el margen de errores defensivos que repetía partido tras partido. Pero este planteo tampoco le garantizó que no le llegaran. Entonces, para empezar, el uno debió volar hacia la derecha para atajar un tiro cruzado de Tarzia.
El público respiró aliviado. Y se asombró y miró incrédulo como luego achicó, abrió ambos brazos y con el izquierdo le tapó desde pocos metros un disparo de Hidalgo.
La formidable intervención de Hoyos se repetiría cuando Newell’s ya estaba 2 a 0. Se arrojó hacia la derecha, en gran reacción, para impedir que la volea de Hidalgo sea el descuento. El arquero golpeó contra el palo, mientras entre los fanáticos rojinegros comentaban semejante salvada.
Pero Hoyos no pudo seguir. Dejó la cancha un rato después y entró Ramiro Macagno, cuyo ingreso, en contraposición, causó algunos silbidos.
Para Mariano Soso, que observó en juego a sus futbolistas, lo de Hoyos sirvió para que le demuestre de lo que es capaz de hacer. Y si bien ante el rojo no salió por el piso con pelota al pie, el DT seguramente sabe que es algo que siempre hizo en toda su carrera. Justamente lo que propone Soso en cada equipo que dirigió.
Hoyos tuvo una gran noche. El hincha espera que se repita. Y Soso, también.