Cuando Maxi Lovera se paró frente a la pelota para ejecutar el penal que pudo ser el empate, había dos posibilidades: o se transformaba en héroe o en villano. Y fue villano. Pero más aún. Dejó expuesto al técnico Matías Lequi, quien debió decidir que pateara Ignacio Malcorra.
Nacho venía de marcar los dos goles ante Talleres en el 2 a 2 de la semana pasada. Y fue derrota nomás 1 a 0 ante Platense.
Maxi Lovera está en la historia de Central. Gracias a esa jugada maradoniana en Santiago del Estero del primer tiempo, Central volvió a celebrar un título, en diciembre pasado.
Por eso, cuando Central no encontraba la brújula y Maxi Lovera entró en el segundo tiempo por Jonatan Gómez, más de un canalla habrá pensado que era una buena señal para levantar ese partido a contramano que se le presentó en Vicente López.
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Maxi Lovera daba señales positivas
La sensación se agrandó más cuando tomó esa pelota lejos del área, por la derecha, para ejecutar el tiro libre y cuando el balón entró en el área le pegó en la mano al exleproso Iván Gómez, que había entrado hacía unos pocos minutos.
Si bien Andrés Merlos no vio la mano, todo Central la reclamó, el VAR llamó y el árbitro fue a ver las imágenes por la pantalla. Debía analizar si hubo mano, si fue dentro del área y si alteró la dirección de la pelota. Pasó todo eso y dio la pena máxima.
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Es más, en aquella definición en el Madre de Ciudades, a uno de los que Lovera dejó parado fue a Iván Gómez. Todo parecía alinearse para otro gol de los importantes de Lovera, aunque no tuvieran comparación.
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De la ilusión a la realidad
Y ya en el mismo momento que Merlos fue al VAR, Lovera tomó la pelota y se dirigió al punto del penal, protegido por Mallo y Barbieri, mientras los jugadores de Platense intentaban molestarlo y sacarlo de ahí. Cuando el juez sancionó la falta, ya estaba decidido que lo patearía.
Es más, Malcorra nunca la pidió y eso fue la primera alerta de que las cosas podían salir mal. Tal vez así estaba determinado, aunque suena extraño pensando que Lovera venía jugando muy poco, además sin marcar goles. Y que Nacho venía de convertir los dos últimos tantos canallas, precisamente de penal ante Talleres.
Tal vez Lequi les dio libertad de acción a sus jugadores en ese aspecto. Pero la sensación es que debió decidir que pateara el más apto que era Malcorra.
Además, y no fue un dato menor, la ejecución de Lovera en el tiro libre fue muy mala. No solo la pelota no llegó al área por aire adonde esperaban los zagueros centrales, sino que picó antes de entrar a ella en dirección a Damián Martínez. Ahí se desvió en el pique y sorprendió a Iván Gómez.
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El final fue el sabido. Le pegó fuerte, a la derecha del arquero que fue a ese lado, la pelota dio en el palo y salió para el otro lado. De héroe a villano, para una derrota que por eso mismo fue más dolorosa para Central.
El antecedente de Enzo Copetti
No es la primera vez en este torneo que Central dispone de un penal para empatar un partido en el final y de visitante. Le pasó en Santa ante Unión, donde Enzo Copetti tomó la responsabilidad, le pegó muy mal y fue atajado.
Ese encuentro terminó como el de Platense, con derrota 1 a 0, y fue el final del ciclo de Miguel Ángel Russo.