De la ilusión de creer que otro Newell’s era posible a este presente que hace rememorar esas épocas recientes de malos rendimientos, malos resultados y salidas de entrenadores. Ese es el viaje que está protagonizando este Newell’s de Ricardo Lunari, que comenzó con el pie derecho y una seguidilla de buenos resultados, pero que de golpe y porrazo se topó con la más cruda realidad y comenzó a caminar de la mano con partidos que ponen en duda su futuro como entrenador del primer equipo leproso. Es que en este sentido cabe señalar que Lunari nunca fue nombrado como técnico oficial, sino como interino (tras la salida de Sebastián Méndez).
De aquellos tres primeros encuentros en los que la Lepra sacó 7 de 9 y que pudieron ser 9 de 9 (si Deportivo Riestra no le empataba en la última jugada), a estos últimos tres en los que rescató 1 de 9.
Lunari llegó a la primera de Newell’s para colaborar con el club de sus amores, pero también para cumplir su propio sueño. Y se ilusionó con lo que fue ese arranque con buenos resultados, que contrastan claramente con este presente.
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Todo inició con aquel triunfo en el Coloso frente a Tigre, ajustado por cierto, pero triunfo al fin, que le permitió a la Lepra hacer borrón y cuenta nueva, sabiendo que había mucho por corregir porque futbolísticamente nunca le sobró nada a este equipo y con estos jugadores.
A segundos estuvo Newell’s de cosechar su segundo triunfo consecutivo en cancha de Deportivo Riestra, pero la última bola del partido le resultó traicionera. El ciclo de Lunari se mantenía ahí.
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Los muchachos de Lunari una vez más no estuvieron a la altura, por eso Newell's perdió.
Celina Mutti Lovera / La Capital
Y llegó Lanús, rival al que no sólo le ganó (por momentos la pasó mal), sino que lo hizo dándole vuelta el resultado. Fue el momento en el que Lunari, sus jugadores, los dirigentes y también los hinchas creyeron que había lugar para un Newell’s con otra cara. Pero no.
La otra cara de Newell's
Así como esos tres primeros partidos le sirvieron para sacar 7 de 9, los tres siguientes fueron una puñalada trapera. Los números, que son malos, no fueron todo, porque el gran problema de la Lepra fue que volvió a ser ese equipo anodino, insípido y con poco fútbol que se cargó al Gallego Méndez.
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Un viaje a Mendoza para la nada misma contra Godoy Cruz, un partido en el Coloso para no poder marcarle la diferencia a Sarmiento de Junín y una excursión a Santa Fe para perder claramente ante el Unión del Kily González. En estos últimos tres partidos, Newell’s convirtió apenas un gol, contra seis que había logrado en la primera mitad del ciclo Lunari.
No hay estancamiento, sino un retroceso. Lo sufre Newell’s, le juega en contra al DT.