Con Gabriel del Valle Medina al mando, era muy difícil esperar algo diferente de un Newell's que sigue sin poder ponerle un punto de detención a su caída, sin poder levantar la cabeza y exhibir una performance futbolística convincente, que al menos permita pensar en un futuro inmediato diferente. Otra vez volvió a sufrir su doble cara, sumando merecimientos por momentos desde sus ambiciones con la pelota y desde lo que intenta en ofensiva, y sufriendo su falta de oficio y rigor para cerrarse atrás y para guardar lo que tanto lo cuesta conseguir.
Así, otra vez, frente al equipo que lo dejó afuera de la Copa Argentina vuelve a despertar señales de alarma dentro de la entidad del parque Independencia. Por eso, la caída 3-2 frente a Central Córdoba de Santiago en el Parque, representa un golpazo más, que lo deja todavía más confundido y atado al fondo de la tabla de posiciones en esta Liga, en la previa del probable arribo de Mariano Soso, el nuevo entrenador.
En el arranque, Newell’s trató de hacerse el dueño del pleito frente al Ferroviario pero en ese tramo no encontró ideas ni los intérpretes adecuados para llevar adelante esas intenciones. Tenía la pelota y desde esa posesión trataba de encontrar huecos en la resistencia rival.
En ese marco. Miljevic era el único que asomaba como el que podía hacer algo distinto. Pero ese dominio del local no se trasladaba en cantidad y calidad de ocasiones, que carecían de certeza y profundidad. Y a medida que pasaban los minutos, los fantasmas de la incertidumbre se multiplicaban en el Parque.
Cada vez que se acercaba al área adversaria, a la Lepra le faltaba algo de determinación y algo de justeza.
Pero, a los 24’, llegó el milagro. Sin estar apoyado en demasiados merecimientos, apareció el golazo de Silvetti, con un mágico zurdazo al ángulo de Ingolotti que puso en ventaja al dueño de casa.
El pibe volvió a facturar de gran manera en el Coloso, ante su gente, en el momento justo, con una gran resolución, fruto de su propia inspiración, con enganche incluido, con una definición de alta calidad.
Así, sin tantos argumentos colectivos, las irrupciones de Silvetti y Miljevic, y la solidez de Hoyos pusieron a Newell’s en el sendero de la victoria.
En los últimos minutos de la etapa inicial, trató de incorporarle razones al marcador parcial. Incluso, a los 40’, pudo aumentar a través de otro cabezazo de Juanchón tras centro de Schott, que no llegó a transformarse en la segunda conquista pero estuvo cerca.
Pero ya en tiempo adicional, otra vez sufrió un tremendo golpazo. Una gran anotación de lejos de Atencio, con un zurdazo similar al de Silvetti, le dio forma a otro golazo que estampó una igualdad inmerecida que castigaba demasiado al elenco rojinegro. Parecía que el destino le jugaba otra mala pasada a la Lepra.
Pero Newell’s parecía poder torcer el brazo a ese obstinado empecinamiento con un gol de arranque. A los 47’, Miljevic señaló tras un tiro libre de Banega que lo vio solo en la puerta del área y le cedió esta conquista que fue muy festejada en el estadio rojinegro.
Aparecieron los que tenían que aparecer y Newell’s se puso arriba de nuevo. Con poco esfuerzo, pudo poner el trámite otra vez envuelto en un halo favorable y positivo. Se presentaba otra prueba intrínseca para saber si podía manejar esa ventaja. Ese era su gran desafío. Y otra vez no estuvo a la altura por propia impericia.
A los 55’, muy poco después, llegó otro baldazo inmovilizador en el Parque. Un remate lejano de Florentin, con ayuda del rebote en el travesaño y en Hoyos, se convirtió de nuevo en un empate que volvía a exponer crudamente las dudas y la impericia de la Lepra para otorgarle seguridad a sus tres palos.
Ese gol comenzó a mostrar la peor cara de un Newell’s que no podía contener a un adversario que se revitalizó con los cambios, y que se llenó de titubeos tras las rápidas respuestas de su rival de turno.
El dueño de casa dilapidó muy rápido lo que había recolectado con tanto esfuerzo y su postura en la cancha dejaba más cerca a los santiagueños de marcar nuevamente. Y cada ataque del rival despertaba angustia en los hinchas rojinegros en el Coloso.
Los ingresos de Besozzi y Armando Méndez no lograron transformarse en revulsivo. Y, a los 74’, Cabral, le sacó rédito a ese nerviosismo estructural, a ese aturdimiento autodestructivo, y de cabeza marcó el tercero de la visita.
Fue otro duro impacto para la Lepra, otra demostración de su mandíbula extremadamente frágil y de un espíritu de búsqueda y de lucha que pierde rápidamente ante los primeros zamarreos del rival.
Reconstruir las bases de este equipo será la dura tarea que le espera al nuevo entrenador. El piso del que tendrá que arrancar es muy bajo y queda poco en pie para apuntalar las chances de cambio.