El tránsito de Newell's en la Liga nunca pudo despejar los oscuros nubarrones de incertidumbre que siempre sobrevolaron sobre su camino. Nunca pudo pisar firme, levantar la cabeza y aspirar a mirar el horizonte con chances de tener un futuro posible. Nunca alcanzó a descontaminar su aire y sumar provisiones para extender su sendero, desde expectativas reales. En cada intento de avance, en cada paso, su contexto, sus traumas y su mochila repleta de necesidades, lo superaron y lo condenaron a un muy pobre certamen en el que sigue profundizando sus males y perforando su propio fondo.
Luego del traspié 4-2 ante Huracán, ante un Coloso en llamas, el equipo rojinegro quedó en el puesto 26º en una grilla de 28, y si este jueves Defensa y Justicia logra vencer a Argentinos Juniors, en Florencio Varela, puede llegar a bajar a la penúltima posición en el escalafón.
Más allá de que no hay descensos, al hincha le duele ver a Newell's en este estado de angustia y de falta de reacción. Y tiene muy en claro que si no se detiene a tiempo esta peligrosa curva descendente, las posibles consecuencias pueden llegar a ser mucho más hirientes todavía.
Un dictamen inapelable
El dictamen que bajó desde las tribunas ante el Globo en el Parque expresó crudamente el errático andar de la Lepra en los últimos 11 años, donde nunca pudo pelear con seriedad y hasta el final ni siquiera un torneo. Fue una respuesta directa a esa sucesión de desaciertos, de malas decisiones, que situaron a Newell's muy lejos de lo que demanda su pueblo y su historia.
Este recorrido irregular, siempre lejos de poder sostener ambiciones de protagonismo, empujó al equipo a un pantano, donde lo están fagocitando sus dudas y sus decepciones. Está atado a sus equivocaciones.
En los cánticos de reclamos, que incluyeron un coro de insultos y de silbidos desde que recibió el primer gol quemero, apenas arrancó ese encuentro, hubo claros destinatarios (puertas adentro) que deben escuchar la bronca acumulada del simpatizante.
Y también, hubo algunos que se salvaron de los encendidos cuestionamientos. De aquel señalamiento zafaron el pibe Mateo Silvetti, Matko Miljevic, y el entrenador Ricardo Lunari. Y esa distinción que se advirtió también debe ser leída, ya que no cayeron todos dentro de la misma bolsa. El paso del tamiz de los fanáticos así lo evidenció.
¿Lo libera al DT?
Con tres derrotas en los últimos cuatro pleitos, este escenario enardecido, lo libera al DT leproso para tomar decisiones de más peso. Tiene que actuar entendiendo la dirección de las quejas. Debe mover fichas, no importa su peso, con más determinación. Restan 6 fechas, y todo indica que el club no cambiará al conductor del barco hasta el final de este año. Y en ese tramo tiene que seguir tratando al menos de retornar a las huellas de su camino.
En esta recta final que le queda hasta el cierre de la Liga, se le cruzarán Central Córdoba (Santiago del Estero), Independiente y Boca, en el Coloso; y Gimnasia (La Plata), Atlético Tucumán y Talleres, en condición de visitante.
En estos compromisos, Newell's necesita arribar a una plataforma de recomposición, a una estación de reaprovisionamiento, debe hallar una señal revitalizadora, tiene que volver a creer en lo que es y en lo que puede dar. Ya sin márgenes de maniobra y con el fastidio del hincha como angustiante señalamiento. Para no seguir hundiéndose, con más problemas, en su propio fondo.