Federico Laurito asomaba como una de las joyas de la cantera de Newell's. Pisaba firme en su estadía en las inferiores, mostraba algo diferente que elevaba su consideración y se perfilaba como un delantero que podía dar el salto al fútbol mayor, pero antes de lograr esa meta fue transferido a Italia con sólo 16 años y su vida tomó un rumbo diferente al que soñaba para el inicio de su carrera. "Me hubiese gustado jugar en primera con la camiseta de Ñuls porque soy soy hincha", sostuvo el exatacante ahora devenido en entrenador y aceptó que "tuve que crecer de golpe porque era muy chico".
El Tanque, ahora con 34 años, se radicó en Funes después de ponerle punto final a su carrera como jugador cuando apenas tenía 30 años. Las lesiones y una cantidad de operaciones fueron un obstáculo con los que debió lidiar hasta que decidió abortar su presencia dentro de un campo de juego. Y ahora lo hace desde el costado de la cancha, como entrenador. "Me retiré del fútbol profesional y ahora estoy dirigiendo en El Porvenir de San Jerónimo (Liga Cañadense). Estoy muy enfocado en esto y vinculado en el fútbol a través de la parte técnico-táctica", contó.
En el antes al presente que transita Laurito no sólo se destacaba en las inferiores Leprosas sino que su punto clave de atención lo vivió en el Sudamericano Sub-15 de Bolivia, donde fue el goleador de una Argentina que terminó en el segundo lugar. "A partir de ese torneo aparecieron algunos equipos de Europa y luego se terminó concretando la venta a Udinense".
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Si bien su intención era tener la chance de jugar en la primera de la Lepra, la oferta que llegó al Parque en 2006 no hizo dudar al presidente de ese momento, Eduardo López, quien quiso asegurarse un ingreso importante de dinero (se hablaba de 1,7 millón de dólares, aunque al club habría ingresado sólo un porcentaje) y no esperar a ver qué pasaba con el atacante. "Se dio todo muy rápido y se concretó cuando apenas tenía 16 años. Se tomó esa decisión en conjunto, más allá de que me hubiese gustado poder jugar en primera con la camiseta de Newell's porque soy hincha. Se dio así porque era lo mejor para el club", expresó el Tanque en una charla con Ovación.
Si bien Laurito pretendía quedarse un tiempo más en Newell's, López insistió con la transferencia y convenció a la familia para que aceptara la venta porque también significaba un ingreso importante de dinero. "Fue así y también significó una buena venta para el club para la edad que tenía. Por supuesto que yo también acepté. Con 16 años tuve que crecer de golpe y tener otro tipo de responsabilidades. No fue sencillo y me costó adaptarme a Europa, al fútbol de Italia", confió.
"Me costó dejar parte de la familia, a mis amigos... Eso es lo que más extrañaba. En lo futbolístico un jugador argentino se adapta rápidamente y no tuve problemas, lo que sí me costó fue el tema de estar en otro país y con otras costumbres", expresó.
¿Cómo es la relación cuando llega alguien tan chico y que busca un lugar?
No es fácil ver un jugador joven en primera. Yo hice la pretemporada y jugué todo el año en reserva hasta que me fui. Imagínate que adelante tenía delanteros que venían de ganar la Copa del Mundo 2006 de Alemania. Me sirvió para aprender, pero era muy difícil llegar a jugar en primera.
Ecuador, su lugar de destaque
¿Dónde pensás que diste el gran salto en tu carrera futbolística?
Sin dudas que en Ecuador. Mi pase lo tenía Udinese y me fui a préstamo a Livorno, Venezia y llegué a Huracán después de ese año que tuvo un problema y dicen que le robaron el campeonato con Ángel Cappa como DT. Después regresé a Italia y al poco tiempo me fui a Ecuador (Cuenca, Universidad Católica y Barcelona).
Con apenas 30 años tuviste que dejar el fútbol, sin dudas muy joven para un jugador.
Lamentablemente tuve muchas lesiones de rodilla, me operé 9 veces y en las nueve ocasiones la rodilla derecha. Me rompí tres veces el ligamento cruzado, los meniscos, los cartílagos. Hasta que llegó un punto en que dije basta cuando cumplí los 30 años consideré que ya estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para poder jugar, para entrenar y estar en cancha. Por momentos me estaba haciendo mal porque no lo estaba disfrutando. Me levantaba y veía si la rodilla estaba hinchada. Llegué a un punto que dije "hasta acá llegué". El recorrido lo disfruté, pero obviamente me hubiese gustado seguir jugando.
¿Qué te pasó que te lesionaste tantas veces?
Por diferentes motivos. Una vez me enganché con otro jugador y se me rompió el ligamento cruzado. Quizás la mala pisada también. Cuando ya no tenés meniscos y los cartílagos desgastados ya te empieza a tocar hueso con hueso. Ahí fue cuando tomé la decisión de que no quería seguir sufriendo.
Decías que te costaba levantarte por los dolores, ¿cómo soportabas esa situación a la hora de entrenar o jugar?
Uno es joven y quería seguir jugando. Yo me la pasaba mucho en el gimnasio fortaleciendo para poder entrenar. Buscaba fortalecer los cuádriceps. Yo quería estar porque me encanta jugar al fútbol, pero llegó el momento que ya no quería más. Para mí pasar una revisión médica era un sufrimiento, una resonancia era un peso enorme y más aún explicarle al club que me quería lo que pasaba. No tenía una rodilla sana, pero me permitía jugar. Hoy todo se sabe y cuando veían que había jugado treinta partidos en un año significaba que la rodilla respondía y no estaba tan mal como mostraban las imágenes.
¿Se te cayó algún pase importante por esta situación?
Caerse no, pero he tenido que tomar decisiones. Había hecho 27 goles en un año en Ecuador y en un partido se me cayó un rival encima. Seguí jugando, pero el ligamento se me había estirado y justo en ese momento tenía una oferta de Almería (España). Sabía que si iba no iba a pasar la revisión porque en Europa te hacen de todo. Entonces decidí quedarme. Volver a Europa hubiese sido un paso importante.
Las continúas lesiones le impidieron seguir
Las lesiones, la recuperación y/o la puesta a punto para cada partido lo obligaba a trabajar muchas veces aparte del resto y el hecho de que se dijera "pasa mucho tiempo en la camilla" llevó a que se le hiciera un clic en la mente de Laurito. "Empecé a hacerme más fuerte de la cabeza sabiendo que tenía que empezar a jugar con molestias, con dolores y que me la tenía que bancar. Que tenía que entrenar a la par de todos porque si no me quedaba afuera del círculo. Jugaba con dolores y eso hizo que en los últimos cuatro o cinco años pude jugar y tener trabajo en buenos equipos. Claro que el jugar en esas condiciones también me condujo a que a los 30 años a retirarme", expresó.
"Lo mío -abundó- era algo que no tenía solución. No se puede poner un cartílago en la rodilla y volver a jugar. Jugué igual sabiendo que en algún momento no iba a poder más".
¿Hubo algún club donde la pasaste mal y te arrepentiste de ir?
No hubo uno en particular, por ahí en algunos me fue mejor y en otros no tanto. Quizás en un equipo en Ecuador la terminamos pasando mal por un tema económico con falta de pago durante tres o cuatro meses. No había soluciones y el club estaba un poco a la deriva, pero fue un problema colectivo porque todo el plantel pasaba por lo mismo.
Lo económico
¿Lograste hacer una diferencia económica?
La verdad que no. Estoy bien, pero no para decir que me salvé. A lo largo de mi carrera he pasado por clubes que me han quedado debiendo, pero en parte fue error mío por no firmar los papeles como correspondía. Uno cree en la palabra y confía. Era mi forma de ser y uno comete esos pequeños errores por imprudente.
En el inicio hablamos de Newell's, ¿fue tu cuenta pendiente?
Sin dudas. Hubiese sido hermoso jugar y hacer un gol con la camiseta de Newell's en primera división y porque me formé en el club. Lo hice en Malvinas y luego en inferiores en Bella Vista, donde compartí momentos con Machuca, Federico Falcone, Santiago Fernández, entre otros. No pudo ser.
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