Lo más difícil del éxito es no marearse y ni creérsela. Vaya si sobran los ejemplos en este sentido de personas que llegaron a la cima del mundo en diferentes deportes, disciplinas o profesiones y se sintieron dioses o seres superiores. Más todavía en un deporte tan popular como el fútbol, donde el mote de héroe les llega rápidamente a los que alzan copas o logran algún título. Pero Lionel Scaloni jamás se creyó el verso del éxito y menos ahora cuando todo es una catarata impresionante de flores, claro que bien ganadas por ser el líder de una selección que da placer como juega y es una máquina de demoler rivales. Está en Pujato para disfrutar en familia.
Hasta son los propios protagonistas lo que muchas veces se creen esos elogios momentáneos, que luego se dan vuelta como una media cuando llega la mala y se pasa del amor al odio sin escalas.
La goleada con baile y carnaval de fútbol ante Brasil del martes por la noche en el Monumental y el sello del pasaje al próximo Mundial 2026 volvieron a pintarlo tal como es: un señor del fútbol.
Frente a Brasil, el director técnico de la albiceleste vivió el partido con su suma intensidad, les impregnó la voracidad a sus jugadores para que aplasten al adversario desde el juego, pero se enojó mucho cuando el Dibu Martínez hizo jueguitos durante el partido. Lionel sintió que la cargada no era el camino y lo hizo saber en el momento con un gesto de reprobación.
Evitó la ovación personal
Hay más, al término del encuentro, cuando se desató la fiesta y los fuegos artificiales iluminaron el Monumental con un Brasil herido y maltrecho, el entrenador se metió raudamente al túnel rumbo al vestuario. No quiso robarle ni una foto del protagonismo a sus jugadores, sabiendo que si se quedaba sería ovacionado y bendecido por la multitud eufórica.
Pero evitó ese momento que seguro se merecía. Otra vez optó por el perfil bajo y celebró en la intimidad del vestuario con sus colaboradores. Con sus mecánicos de la Scaloneta.
"Lo primero que hice es llamar a mis viejos y a mis hijos, que es lo que siempre hago", confió tras la victoria antes de emprender el viaje a su Pujato natal, donde arribó en la noche del miércoles.
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Scaloni, humildad de principio a fin
Scaloni ya había comenzado la previa del duelo ante Brasil bajando los decibeles y lanzando un mensaje de paz ante las declaraciones picantes de algunos brasileños, como el caso de Raphinha sobre darle una "paliza" a Argentina. "El mensaje debe ser el de Messi abrazado con Neymar como ocurrió después de la final de la Copa América de 2021 en el Maracaná. Juntos el mejor y el segundo mejor del mundo, como amigos, porque esto no deja de ser un partido de fútbol", había dicho Scaloni para desdramatizar el clásico sudamericano.
Con la goleada ya consumada y el fervor de la patria futbolera por las nubes, tampoco sacó los pies de la tierra. "No estoy pensando en el Mundial. Falta un montón y pueden pasar muchas cosas. El fútbol es traicionero, mentiroso y engañoso y te podés quedar afuera por cualquier cosa. Pero jugando así, las cosas duelen menos", avisó.
Tampoco puso a su selección por encima de las otras campeonas del mundo con Argentina. "En el 78 nací, así que no recuerdo, pero sí la del 86. Para mí fueron y hoy siguen siendo ídolos los del 86. Hoy las redes sociales magnifican todo, pero es lo mismo para mí los otros títulos al de Qatar", aseguró.
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El futuro de la selección
Sobre lo que viene, Scaloni valoró el presente para disfrutarlo. "Ojalá que la gente disfrute este presente porque no se sabe cuánto va a durar. Vamos a intentar que se prolongue. La suerte que tengo es dirigir a estos jugadores. No les enseño a jugar a la pelota, basta verme a mí cómo jugaba. Pero es importante ver que se juntan, que jueguen a un toque, que conduzcan. Yo lo tengo claro. Sin materia prima es imposible".
Simple, sencillo, como un gran maestro que lidera a sus alumnos desde la convicción, la sabiduría y la humildad. Así es el técnico de la selección vigente campeona del mundo y bicampeona de América. Que irá por más en la cita de Estados Unidos, México y Canadá de 2026. Ya volvió a su lugar en el mundo: Pujato, para saludar y abrazar a los suyos .