Casi un oasis en medio del desierto de ilusiones que entregaron canallas y leprosos. Los primeros podría decirse que las tuvieron en grande en el primer semestre. Los otros apenas solo en el inicio espectacular del año que se fue diluyendo sin solución de continuidad. Con ambos terminando en la misma vía.
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Por eso fue tan importante para Central abrochar el primer triunfo con Ariel Holan en el Gigante, en la despedida, con el 2 a 1 sobre Belgrano. Por eso le cabe una similar valoración a la primera victoria de Mariano Soso en su tercer partido en Newell’s, aderezada por un contexto que agrandó el logro.
Si la última imagen es la que cuenta, entonces sin dudas hay que decir que en ese capítulo final, leprosos y canallas se fueron a las vacaciones, breves, con algo de paz, con mucho de alivio. Un oxígeno indispensable para volver al ring al menos con la certeza de que a veces querer es poder.
Newell's golpeó el puño sobre la mesa
Así fue la victoria de Newell’s en Córdoba sobre Talleres. Cuando todo el mundo lo daba de punto hizo saltar la banca, le arruinó la tarde a 60 mil cordobeses que se ilusionan con el primer título doméstico del muy buen equipo del Cacique Medina y además lo hizo por méritos propios.
El triunfo de Newell’s por 3 a 1 ante un rival que todo el año fue netamente superior apuntala la sensación de que ahora en el Parque hay un técnico que no come vidrio. Que pregona una cosa, pero prioriza otra. Que a su estilo agresivo para priorizar el arco contrario, primero lo está nutriendo de seguridades defensivas.
Que empezó su ciclo, el que tanto deseaba en el Parque, de atrás hacia adelante. Con un equipo que pueda crecer hacia el arco contrario desde una disciplina que antes que nada no lo desordene. Pero sin dejar de mostrar credenciales.
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Fue un poco lo que pasó en Tucumán, en la presentación de Soso en el banco. Con mucho celo por el orden, con menos apego a salir rápido de contra como pasó claramente en Córdoba, donde de entrada se plantó como para avisar además de que no estaba dispuesto a que Talleres lo pase por arriba como muchos avisoraban.
En el medio, y con la obligación que siempre impone la localía, pudo de todas maneras probar una receta parecida ante un Boca que por su estatura y porque necesitaba también ganar, no le importó mucho hecho de que estaba jugando de visitante.
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Y aún en ese primer empate y la derrota, Newell’s dejó ver signos de mejoría como equipo. Una idea, un esbozo posible ante tanta malaria previa. Una forma interna de empezar a creer en sí mismo.
Algo que ratificó plenamente en el peor escenario, no solo por el rival y el marco de enfrente, sino por las bajas previas que hicieron que Soso tuviera que recurrir a un debut absoluto como el del pibe Luca Regiardo que jugó los 90 minutos. O a improvisar con Fernando Cardozo de ladero.
Y el mayor mérito de Soso fue que, cuando se dio cuenta que el paraguayo no podía, lo sacó en el entretiempo por un más lógico Juan Ignacio Méndez. No solo eso. Vio que Matko y el esquema no estaban cómodos y en su idea de no resignar protagonismo, metió al resistido Panchito González con el que hizo la diferencia. Tampoco le tembló el pulso para el debut de otro Lucas, con “s”, Mihovilcevich, con el partido empatado. Ni para bancar a Josué Reinatti en el arco.
Apenas señales, pero que decidieron uno de los triunfos más resonantes del año. El más importante, sin dudas. Justo para tapar un poquito el pantano previo. Con mucho apoyo en los pibes, en tiempos en que parece que varios experimentados no seguirán. A tiempo, siempre considerando el aquí y ahora.
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El Central que quiere Holan
A diferencia de Soso, Ariel Holan parece decidido desde el vamos a imponer sus ideales futbolísticos. Usó estos cinco partidos para eso, mostrando avances y retrocesos típicos, que lo llevó inclusive a una controversia contraproducente con el ídolo que ya no estará, Marco Ruben, luego de la segunda derrota al hilo de su breve período en Arroyito, más dolorosa que la primera.
Fueron alertas de un camino de espinas que ya el equipo transitaba y que no zanjaron, lógicamente, en esas dos promisorias primeras presentaciones en La Plata y Santiago del Estero. Que, por el contrario, profundizaban las contradicciones.
El símbolo claramente de esa situación fue su mentada forma de salir jugando de abajo, que tanto disgusto le causó ante Racing y también casi padece ante Belgrano.
A Holan hay que darle la razón en que ese estilo es el ya impuesto en las mejores ligas del mundo. Ya cuesta ver arqueros pasando la mitad de cancha en un saque de arco o defensores pegándoles de punta para arriba. Pero a veces el tránsito al cambio es con dolor y Central lo sufrió en carne propia.
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Esos dos cachetazos alertaron de que hasta el nuevo ciclo podía acentuar la inestabilidad. Pero la última semana decantó en aguas más tranquilas. Con las disculpas de Ruben primero que evitaron males mayores y con la victoria, trabajosa, sufrida, en casa ante Belgrano.
Victoria donde los juveniles que Holan no hizo debutar pero respaldó notablemente fueron fundamentales, como Gaspar Duarte y Santiago Segovia. Y donde los muchos grandes que hace solo un año levantaron la Copa de la Liga en Santiago del Estero quedaron afuera por distintas lesiones que sin dudas fueron complicando mucho y haciendo que se ahondaran las preocupaciones.
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No por nada, en la última conferencia de prensa del año, Holan apuntó al estado físico como el mayor de los problemas. Para un estilo con mucho más dinámica, donde es fundamental la pronta recuperación y las exigencias son mayores, pasa a ser un ítem fundamental.
A ese estilo deberán adaptarse Ignacio Malcorra y Jaminton Campaz, por ejemplo, dos jugadores clave que atravesaron muchas dificultades en ese ítem, sobre todo el colombiano. También los zagueros centrales Carlos Quintana y Facundo Mallo, que en el segundo semestre se la pasaron entrando y saliendo del equipo. Y Holan deberá encontrar el equilibrio también entre jugadores más veteranos, que los tiene en buena cantidad, y los más veloces que son los pibes.
Las primeras conclusiones y el después
En otra cuestión coincidieron Holan y Soso. Las bajas les dieron la chance de probar más en el terreno real a los juveniles. Y ambos se llevaron buenas respuestas. En ellos se funda también la expectativa de un mejor 2025. De acá en adelante, solo cabe ir mejorando.