El escenario previo era muy hostil. Las necesidades no ofrecían márgenes de maniobra. A Newell’s le urgía volver a los resultados positivos y ese grado de tensión se reflejó en el desarrollo de un partido de vuelo chato. Adverso desde su arranque. En ese callejón repleto de angustia y obstáculos, no pudo surgir un mínimo gesto valedero de reacción.
En ese marco de adversidades, la caída 4-2 con Huracán en el Parque, para el conjunto rojinegro representó otro tremendo golpazo que deja a la Lepra todavía más confundida, cada vez más hundida en el fondo de la tabla.
Por eso, el tenaz y persistente coro de insultos y silbidos que se hizo sentir durante todo el encuentro, desde los cuatro costados. Con este nuevo trago amargo sigue sin poder hacer pie para atreverse a levantar la cabeza y mirar el horizonte con algo de confianza. Todo luce cada vez más dificultoso y lejano. Ni qué decir de clasificar a la Sudamericana, de la que está a 10 puntos, una diferencia que aún puede ser mayor cuando culmine la fecha.
El ambiente hostil que se generó en el Coloso fue consecuencia de otra producción de muy bajísimo nivel, intolerable para la parcialidad rojinegra. Hubo reproches de toda clase, insultos hacia la comisión directiva y los jugadores. Proyectiles lanzados entre la misma propia parcialidad rojinegra. Llamativos intrusos que ingresaron al campo de juego y que obligaron a la suspensión momentánea del partido. Una noche muy caliente
El ciclo que lleva adelante Ricardo Lunari necesitaba una señal de compromiso colectivo y de ratificación de rumbo, y allí también se entiende el verdadero valor de este nuevo paso en falso. Esta nueva derrota tiró todo al pantano de los intentos fallidos. El choque ante el Globo de Frank Kudelka, que con el triunfo alcanzó en el liderazgo a Vélez, que aún debe jugar, expuso las miserias de Newell’s. Lo dejó expuesto.
El duelo comenzó como ronda de estudio, con Silvetti por derecha, Banega por izquierda y Miljevic adelante de los dos cinco. La Lepra trataba de no dar una por perdida y de imponer condiciones. Se mostraba mucho más decidida en esos pasajes iniciales.
A los 2’, tras un córner de Banega, avisó con un cabezazo de Schott dio en el travesaño. Y, a los 4’ Juanchón acercó peligro con remate que se fue alto. En ese escenario, a los 8’ llegó la primera gran sorpresa. Centro de la izquierda de Rodrigo Cabral, Macagno falló y se le metió. Ahí se empezó a caldear y poner mucho más espeso el clima en el Coloso. Empezaron los silbidos para Macagno y se multiplicaron los reclamos tribuneros.
Newell’s otra vez tenía que remar contra sus propios males. Su mandíbula demasiado frágil. A los 14’, disparó Miljevic de lejos y dio en el palo.
Con el correr de los minutos, los cantos cuestionando a los jugadores iban subiendo de tono. Y cuando los reproches giraron hacia la dirigencia, llegó el segundo del quemero, con otra aparición fantasmal de Ramírez, que aprovechó un pésimo retroceso (con superioridad numérica) de la defensa rojinegra. Ahí, el “que se vayan todos”, se hizo sentir fuerte desde los cuatro costados. Fue atronador.
El local estaba para el cachetazo. Pero, a los 34’, descontó Juanchón de cabeza. La Lepra llegó al entretiempo con tibios esbozos de recomposición, que fueron solo eso.
En el complemento, Newell’s salió a buscar lo que necesitaba. Pero se hundió otra vez demasiado rápido en el mar de su impotencia, en el primer ataque serio del rival. La Lepra quedó mal parada por izquierda, Martino quedó pagando, Macagno fue otra vez espectador y Mazzantti señaló el tercero de Huracán.
Y unos minutos después, el gol de Echeverría, en un contra, dejó aún más atontado al dueño de casa. Y puso al estadio en llamas de reclamos, hacia todos los sectores.
El descuento del ingresado Colo Ramírez no frenó la ola de reproches. La queja atronó hasta el final, ante un equipo que sigue en caída libre, y en zona de crisis y de replanteos.
Casi nadie se salvó del reclamo de los hinchas
Ramiro Macagno fue el primero apuntado. Instantes después del error que cometió en el primer gol de Huracán, fue chiflado. Más tarde, con el segundo tanto del Globo, apareció el cantito característico, exigiendo una mayor actitud de los jugadores. Los restantes dos goles de la visita motivaron a los hinchas a cantar en contra del presidente Ignacio Astore. Y se escuchó también el “que se vayan todos”, dirigido hacia el equipo. El que zafó del reclamo fue Matko Miljevic, aplaudido cuando fue reemplazado. Ricardo Lunari tampoco recibió reproches.