El Rosariazo y el Cordobazo fueron dos movimientos de protestas que se dieron en mayo de 1969 en contra del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. Donde la rebeldía estaba a flor de piel. Salvando distancias e importancia de los acontecimientos, ni el Central de Holan ni el Talleres de Medina intentaron rebelarse. El espectáculo terminó lógicamente sin goles, las emociones estuvieron antes con los festejos locales y el mayor provecho fue del convidado en Córdoba.
El cero califica a ambos equipos. Central y Talleres llegaron al Kempes con dos realidades distintas. Por el lado de los canallas la mente estaba puesta en recuperarse de la derrota ante Boca en la Bombonera en su última presentación donde perdió el invicto del torneo, mientras los cordobeses todavía seguían de festejos, aunque querían revertir la pálida imagen que tuvieron en esta primera mitad del Apertura 2005.
“Talleres ya salió campeón, se lo dedicamos a todos” seguido por el “Dale, campeón”, fue el primer grito de los hinchas que colmaron el estadio Mario Kempes para festejar la Supercopa Internacional cuando salió el equipo que lo hizo con las luces del estadio apagadas y una innumerable cantidad de fuegos artificiales que iluminaron el cielo del paraje Chateau Carreras.
De los festejos a los hechos en Córdoba
En el primer tiempo se distribuyeron los momentos del partido. Los locales fueron los protagonistas en la primera media hora y Central logró emparejar en en el último cuarto de hora. Donde cada arquero tuvo momento en la noche. Primero fue Fatura Broun a los 23’ con una tapara a Mosqueira y luego Guido Herrera a los 39’ quien le ahogó el gol a Copetti.
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Las armas de Talleres pasaban por la movilidad de Rick Lima. Pero las imprecisiones en el pase final más la aparición a cuenta gotas de Rubén Botta y Nahuel Bustos no lo acompañaron.
Mientras, Central seguía con la misma película de siempre. Recargaba el juego por lo que podían hacer por izquierda Malcorra y Campaz por izquierda, en tanto que Lautaro Giaccone era un espectador más porque el juego se desarrollaba por el otro sector.
Aunque el Laucha en lo poco que entró en juego le sacó jugo a sus situaciones, como aquella de los 26’ que se inició con un lujo de Giménez y que Copetti no pudo definir. En el medio Navarro e Ibarra ganaban más de lo que perdían, pero ninguno se desprendía para intentar aportar algo en la construcción del ataque canalla.
Un formato repetido de Talleres y Central
El complemento tuvo en sus inicios el mismo formato que la primera parte. Con Talleres siendo más protagonista y antes de los diez minutos Fatura Broun le ahogó el grito de gol al ingresado Schott. Pero a medida que iban pasando los minutos, el peso ofensivo de los albiazules se fue cayendo a pedazos, mientras que Central se dedicaba a esperar su momento.
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Faltando 20 minutos Holan hizo sus primeros dos cambios con los ingresos de Gaspar Duarte y Santiago López en lugar de Giaccone y Campaz. Y después ingresaron Lovera y O’Connor lo que le dio al equipo, en los papeles, un tinte más ofensivo. Nada de eso ocurrió.
Porque en el último cuarto de hora el formato del encuentro daba para ir a buscar el triunfo, pero decidió ser más cauteloso. Los minutos fueron pasando, Central empezó a enamorarse del empate y sumó un punto que le sirve y mucho de cara a la clasificación a octavos de final.
Las lecturas finales del 0 a 0
Se pueden hacer dos lecturas de el paso de Central por Córdoba. Los canallas afrontaban una prueba de carácter y había que ver cómo asimilaba la última derrota. En este aspecto aprobó y dejó en claro que en la era Holan dejó de ser ese equipo al que lo atropellaban muy fácil de visitante, le metían un par de cachetazos y nunca más se recuperaba. En la mayoría de sus salidas del Gigante no solo sumó sino que mantuvo el cero en su arco como en los casos de Godoy Cruz, San Martín de San Juan y Deportivo Riestra.
Pero hay otra realidad. Este equipo de Holan que se presumía que iba a ser un equipo más vistoso está siendo un equipo utilitario donde el resultado es lo más importante y si no se puede ganar no hay que perder. Algo que no está mal y jugadas 9 de las 16 fechas del torneo los números le sonríen. Aunque debería volver a hacerse más fuerte como en sus primeras presentaciones para no caer en lo que le pasó el año pasado.