Casi 18 meses después del crimen de Ivana Garcilazo el gobierno de Santa Fe y el Ministerio Público de la Acusación (MPA) anunciaron la detención de Damián Reifenstuel, el último de los tres apuntados de ese trágico 30 de septiembre. El docente prófugo fue atrapado gracias a un testigo que aportó un dato clave para la investigación.
Ivana era uno de los cinco hijos que Raúl educó casi en soledad. La familia Garcilazo era feliz, así lo contaron a La Capital días después del crimen de la joven hincha de Central en Montevideo y Ovidio Lagos, cuando después de un clásico entre el Canalla y Newell’s fue atacada por tres personas: Ariel Cabrera, Juan José Masson y Reifenstuel, capturado este martes en Bolivia.
Ivana unía a la familia. “Ella era lucha y solidaridad, amiga de sus amigos y compañera de quien la necesitara”, contó Silvina a este medio. Estaba para todo el mundo, si bien no era militante de ningún partido, motivó a sus hermanas y amigas a marchar por los derechos de las mujeres y comandó a su familia ante un abuso a una niña.
Los Garcilazo son una familia de trabajo del barrio Parque Casas, hasta que en 2021 se mudaron a Tablada. Ivana en particular pensaba en el futuro, realizó varios cursos y al momento de su asesinato se encontraba trabajando en un supermercado.
Ese 30 de septiembre de 2023, Ivana festejó con su novio el triunfo de Central en el Clásico contra Newell’s. Daniel nunca pensó que aquel gol de Ignacio Malcorra al minuto 41 iba a ser el último que gritaría junto a su novia. “Era una mujer, luchadora, un ángel”, dijo a La Capital.
Raúl se quedó a cargo de los cinco hijos cuando su esposa emprendió otros rumbos, Ivana tenía apenas 7 años y Laura, con 15 años, se hizo cargo. La llevaba a la escuela y la llevaba con su grupo de amigas. Sin la madre en casa, el primero de los hermanos que llegaba tenía que limpiar o hacer la comida. Ivana se ponía a la par de sus hermanos. Esa infancia se dio en barrio Parque Casas, precisamente en Castagnino y Rauch. Daniel la conoció trabajando en el mismo lugar y al tiempo se mudó con Ivana.
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El día del crimen de Ivana Garcilazo
Daniel e Ivana volvían a su casa cada uno en su moto y fueron atacados a piedrazos por Cabrera, Masson y Reifenstuel. Un cascote dio en la cabeza de la mujer y cayó al suelo. Allí Daniel se detuvo y uno de los agresores se le tiró encima, Daniel pudo alejarlo con una linga y el agresor y los otros dos corrieron por Montevideo, el muchacho intentó levantar a Ivana mientras se acercaron otras personas: “Una mujer le tomó el pulso, otra le tocó la espalda para ver si respiraba, yo la acariciaba y le preguntaba cosas. Ya no respondía”, dijo Daniel.
Sin policías cerca, la zona quedó al desamparo. “Con Ivana no pasamos por el lugar para provocar a nadie ni cosas así, ella era una luchadora y la mataron por nada”, aseguró Daniel.
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Luchadora y fanática de Central
Sus familiares recordaron cómo en medio de la pandemia se le ocurrió hacer una olla popular para asistir al barrio. Vendía pan casero y cocinaba viandas. Evidenciando su postura de lucha ante la vida.
Trabajó en una concesionaria de autos y hasta de cadete para Pedidos Ya. Cinco meses antes de su muerte estaba trabajando en Coto, el supermercado, primero como repositora luego en el área digital. “Siempre iba para adelante”, indicó su familia.
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“Me acuerdo cuando ella trabajaba en la cadetería Pedidos Ya y un muchacho tuvo un problema y estuvo tres meses sin trabajar: Ivana hizo rifas, colectas, estuvo ahí con él siempre, ella era así. Por eso a su velorio vino tanta gente”, contó Raúl. El papá recordó los cumpleaños organizados por Ivana, los trámites online o en los bancos y la alegría que emanaba la joven.
Desde adolescente Ivana Garcilazo comenzó a fanatizarse por Rosario Central. Siempre estaba en la tribuna del Gigante de Arroyito y siguió al auriazul a Mendoza, Córdoba y Jujuy, entre otras canchas.
Así como empujó a su familia en la lucha feminista, también fanatizó a Daniel por Central: “Era hincha, pero no fanático. Por ella me hice socio y siempre íbamos a la cancha”. Como su pasión lo demanda, los restos de Ivana fueron esparcidos en el Gigante de Arroyito para quedarse siempre cerca de su querido club.