Cómo transcurrieron las últimas horas en las vidas de las hermanas Estefanía y Marianela Gorosito, de 25 y 28 años, antes de ser asesinadas y arrojadas junto a un basural en un camino rural del barrio Cabín 9 de Pérez. Eso es algo que empezó a develarse ayer en el marco de la audiencia imputativa en la cual dos hombres quedaron acusados por graves delitos y detenidos por el plazo de ley mientras los investigadores buscar a otras cuatro personas que estarían ligadas al atroz episodio. En ese marco se supo que las jóvenes merendaron en un bar de Pichincha, subieron a un auto en el que supuestamente había otras dos mujeres, fueron hasta el barrio Godoy donde las obligaron a cambiar de vehículo y terminaron asesinadas a balazos en el descampado donde las encontraron el miércoles a la mañana. Aunque el móvil del doble crimen es todavía una incógnita, del testimonio de los acusados y de algunos pormenores que manejan los investigadores del caso surgen ciertas pistas que vinculan a las víctimas a un escenario de narcomenudeo, abultadas deudas económicas y prostitución.
Así las cosas, puede decirse en estos primeros días de investigación que “existió una planificación del hecho” y que al menos uno de los presuntos autores del doble crimen conocía a las víctimas. El martes pasado a la tarde, según describió el fiscal Patricio Saldutti en la audiencia realizada ayer en el Centro de Justicia Penal, Estefanía y Marianela salieron a merendar al bar Anajuana, ubicado en bulevar Oroño y Salta. Por allí las pasaron a buscar en un auto. Hay quien sostiene que fue un Chevrolet Cruze en el cual había otras dos mujeres y un joven; mientras que otras fuentes aseguran que era el Citroën C3 gris en el cual fue detenido horas después de los asesinatos uno de los implicados. En ese sentido, frente a un quiosco de barrio Godoy obligaron a Estefanía y Marianela a cambiar de vehículo.
Según la teoría acusatoria, el viaje que hicieron las hermanas Gorosito desde bulevar Oroño y Salta hasta el lugar donde fueron asesinadas, todo lo que quedó registrado a partir del rastreo de las antenas donde fue impactando el teléfono celular de una de ellas, las víctimas fueron despojadas a punta de pistola de sus celulares, las llaves de su casa y anillos de oro que solían usar. Así, tras el paso por el quiosco de barrio Godoy donde las cambiaron de autos, llegaron hasta Cabín 9, donde fueron acribilladas: Estefanía recibió ocho disparos y Marianela cuatro, a las dos les dispararon dos veces en la cabeza y las abandonaron en un basural.
Unas horas después de que ambas hermanas fueran arrojadas sin vida, a las 20.30 del martes pasado el Citroën C3 en el cual ambas fueron llevadas al basural se topó con un control vehicular de Gendarmería Nacional en la zona de El Chajá y Provincia de Misiones, a menos de 500 metros del lugar del hallazgo de los cadáveres. Los efectivos advirtieron que el conductor del auto, al notar el operativo, dio marcha atrás, se detuvo y del mismo bajaron varias personas que salieron corriendo. Tras una persecución solo fue detenido William Alberto E.L., de 18 años y nacionalidad paraguaya, uno de los dos imputados ayer. También fue secuestrado el auto, en el cual había rastros de sangre, un balazo en una de las puertas trasera y una gorra de lana color rosa también con manchas de sangre, todo lo que será peritado para saber si esa sangre se corresponde con la de las víctimas. Dentro de ese pequeño vehículo también se encontraron anillos de oro que Marianela y Estefanía solían usar.
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Además de ese muchacho, en el marco de allanamientos realizados para dar con los otros implicados en el doble crimen fue apresado Damián Ezequiel R., de 30 años y dueño del Citroën C3 en el que fueron trasladadas las víctimas hasta el lugar del doble crimen. Este acusado intentó presentar una denuncia diciendo que le habían robado el vehículo frente a la casa de su novia, en Melian al 6300 del barrio 17 de Agosto, un hecho que habría ocurrido la noche del martes. Pero ningún investigador le creyó, lo consideraron una coartada para desvincularse del episodio y quedó detenido.
En ese marco, tanto William Alberto E.L. como Damián Ezequiel R. fueron acusados ayer por el fiscal Saldutti bajo la carátula de femicidio por haberse dado en un contexto de violencia de género, homicidio calificado por el concurso premeditado, homicidio críminis causa y robo calificado por portación ilegítima de arma de fuego de guerra, delitos que prevén la pena de perpetua. Ante ello la jueza de primera instancia María Trinidad Chiabrera les dictó la prisión preventiva por el plazo de ley, es decir un mínimo de dos años.
“Yo fui a chorear”
Al comienzo de la audiencia de ayer William Alberto E.L. pidió hablar y aceptó responder preguntas de parte de la Fiscalía. Entonces indicó que participó del hecho pero sólo con la intención de robar las pertenencias de las hermanas Gorosito. Desde un primer momento, por uno de los hermanos de las víctimas que llegó a la escena del crimen y dijo que podía reconocerlas por unos anillos de oro que solían usar, comenzó a hablarse de esos elementos. En ese sentido el imputado dijo que su intención había sido robar esas pertenencias. Sin embargo una de las hipótesis que maneja la Fiscalía es que este joven fue contratado para participar del plan criminal y que las joyas de oro pudieron ser una forma de pago.
El imputado dijo que la tarde del martes dos jóvenes y una mujer, de los cuales sólo conoce a uno, lo pasaron a buscar en el Citroën C3 por su casa de Ancaste al 2700 (en la zona de bulevar Avellaneda a la misma altura). Que de ahí fueron hasta el bar Anajuana, ubicado en Oroño y Salta, donde esperaron a que las hermanas Gorosito se subieran a un Chevrolet Cruze negro donde las esperaban otras dos mujeres. Desde el bar, según lo que contó este joven, se dirigieron a un quiosco de barrio Godoy donde al parecer las hermanas fueron forzadas a subir al Citroën C3. “Bajaron en un quiosco, yo las robo y a ellas las subieron al Citroën”, aseguró el joven. Luego, continuó en su relato, él se fue corriendo y entonces escuchó un disparo dentro del Citroën. “El auto me sigue y me dicen que suba. Subí y me senté en el asiento del copiloto”, aseguró el imputado. En esa línea agregó que dentro del vehículo iban las dos hermanas y otros dos jóvenes, mientras que las tres mujeres continuaron en el Chevrolet Cruze.
El joven indicó que a la zona de Camino de Los Indios y Chajá, donde finalmente fueron arrojados los cadáveres de las víctimas, llegaron los dos autos pero que él no bajó. Aseguró que quedó a unos 100 metros de distancia de donde finalmente las jóvenes fueron ejecutadas por los dos varones mientras que las mujeres se ocuparon de arrastrar los cuerpos hasta el punto donde finalmente fueron halladas.
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“Yo fui a chorear, a agarrar lo que me prometieron, el oro”, dijo William E.L. en un intento por despegarse del crimen. Para la Fiscalía el relato del joven tiene elementos que coinciden con la hipótesis acusatoria, pero a su vez es una coartada en la que intenta acotar su participación sólo al robo de las joyas que llevaban Estefanía y Marianela y que quedaron tiradas dentro del auto. Lo mismo ocurre con el otro acusado, Damián R., quien fue detenido tras realizar la denuncia por el robo de su auto, el Citroën C3 involucrado en el hecho. Para la Fiscalía se trata de una denuncia falsa y por eso les imputó a los dos el mismo delito en relación al doble femicidio.
Luego de la audiencia de ayer, el fiscal Patricio Saldutti explicó que la investigación del doble crimen es muy reciente y que restan medidas por realizar. Sobre todo para dar con el paradero de los demás sospechosos de haber participado del doble crimen, que por el momento son un joven y tres mujeres. “Lo que sí está claro es que Estefanía y Marianela fueron víctimas de femicidio”, dijo el funcionario.
“Estamos hablando de la muerte violenta de dos mujeres en un contexto de violencia de género, vimos la violencia y atrocidad con que fueron cometidos los hechos y también por la forma y lugar de descarte de los cuerpos”, indicó Saldutti. En cuanto al contexto del doble crimen y su posible móvil el fiscal remarcó la necesidad de avanzar con las medidas pendientes. “No tenemos demasiada información respecto del móvil, sí de otras personas que participaron. Se está buscando identificarlas, lo que podría dar más profundidad en relación al móvil”, agregó.
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En ese sentido aseguró que por el momento la Fiscalía no cuenta con elementos para dar sustento a una de las hipótesis que trascendió en los últimos días. Es la que refiere que las chicas asesinadas estaban vinculadas a la venta de drogas, contexto en el cual tenían una deuda de unos 900 mil pesos con un hombre que está preso en la cárcel de Piñero y que manejaría el narcomenudeo en la zona oeste de Rosario, casualmente el lugar donde Marianela y Estefanía fueron obligadas a cambiarse de vehículo. Y que ese mismo hombre, al que solían visitar en el penal, las obligaba a prostituirse con otros detenidos.
En la audiencia se dieron a conocer relatos de testigos de identidad reservada y de la madre de las víctimas, quien indicó que Estefanía y Marianela eran muy unidas, que siempre salían juntas. La mujer, que dijo trabajar como vendedora de verduras, contó que el martes volvió a su casa a las 18.30 y que sus hijas ya no estaban. Que uno de los hermanos de las chicas le contó que se habían bañado y planchado el pelo y que se fueron de la casa sin decir a dónde ni con quién. Al llegar la noche los familiares de las chicas comenzaron a preocuparse luego de mandarles mensajes por WhatsApp y notar que ya no les llegaban. Fueron los últimos movimientos de las dos jóvenes asesinadas.