Rocío Daiana Gómez fue secuestrada, violada y asesinada cuando aún no estaba legislado el femicidio, la figura que agravó con prisión perpetua los crímenes de mujeres por su condición de género, cometidos en un contexto de violencia machista o por una posición de desigualdad respecto a los varones. La adolescente de 17 años estuvo desaparecida meses tras ser secuestrada por su ex pareja. Hasta que en 2011 encontraron su cuerpo enterrado en un pozo con cal, en una casa abandonada del barrio La Florida. En la previa de una nueva marcha por el 25N en Rosario, un tribunal condenó a 20 años de prisión a un acusado del femicidio, cometido cuando ese concepto era enarbolado por las militancias feministas pero aún no integraba el campo jurídico argentino.
Quizás ese cambio de paradigma explique en parte por qué Hernán Lazo, considerado uno de los coautores del crimen, recibió pena más alta que su hermano Juan José, alias “Pijuán”, quien había sido pareja de la víctima. Según la investigación tuvo un papel central en la cadena de delitos que rodearon al caso y recibió 15 años de condena que está a punto de cumplir. Además hubo otros cinco condenados con roles secundarios. En esta ocasión, a diferencia de las sentencias previas, el hecho se discutió en un juicio oral y público.
En el Día Internacional de Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, horas antes de la marcha de mujeres en reclamo de políticas de género y de salud sexual y reproductiva, los jueces Ismael Manfrín, Fernando Sosa y Silvana Lamas González condenaron al acusado de 45 años a 20 años de prisión efectiva por los delitos de homicidio simple y robo calificado por el uso de arma.
Un caso aberrante
Es la pena que había requerido el fiscal Alejandro Ferlazzo. “Es un caso aberrante y en cualquier otro contexto esto sería un femicidio con pena de prisión perpetua. Pero la realidad es que todavía no estaba legislado y no se puede juzgar por esa figura porque rige una ley previa”, dijo a La Capital. La figura del femicidio, el artículo 80 inciso 11 del Código Penal, se incorporó como delito en el año 2012. Es decir, un año después del crimen de Rocío. La querella reclamaba prisión perpetua, “pero los límites legales a eso no lo permitían”, evaluó el fiscal.
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Durante el largo proceso, indicó, ya habían tomado decisiones jueces del anterior sistema escrito, lo que marcó una línea a seguir. Según Ferlazzo, al pedir la pena se tuvieron en cuenta “aspectos subjetivos y la actitud que ha tomado el acusado en el proceso, ausentándose más de diez años prófugo”. Si bien habrá que esperar los fundamentos del fallo para conocer la valoración de los jueces, el fiscal cree que ese aspecto seguramente impactó en la pena.
Tras la lectura del veredicto y el abrazo del final con la madre de Rocío, Ferlazzo destacó el acompañamiento de la familia: “Han estado muy presentes aunque estén viviendo en otra provincia. Ha sido un aspecto fundamental el apoyo de la familia en el juicio y esperamos que esta condena los ayude a seguir adelante con sus vidas”.
La última vez
Lo último que Norma Gómez supo de su hija Rocío fue que el 25 de febrero de 2011 la joven de 17 años fue con su hijo Kevin, de de un año y medio, hasta la casa y almacén de su ex pareja Juan José Lazo, en barrio La Cerámica. Un día después recibió un mensaje desde el celular de su hija. Le pedían que llevara su moto hasta esa granja porque Pijuán quería comprársela para ayudarla a sortear el mal momento económico que atravesaba la familia.
Junto con su concubino, Norma llevó la moto al negocio de Valle Hermoso al 1200 donde estaba Pijuán con dos hombres: su hermano Hernán —ahora condenado— y Jonatan Raúl "Joni" Vargas. "Juan estaba armado y me gritó: «Me sacaste a Rocío y ahora me querés robar al nene». Insistía en que yo quería separarlo de mi hija y que mi nieto era hijo suyo", relató entonces la mujer. Lazo y sus acompañantes ataron a ella y a su marido con precintos y les colocaron cinta adhesiva en la boca. Los golpearon con patadas, trompadas y palos y sometieron a vejámenes a la mujer y a la chica, a quien vieron por última vez “con la cabeza rapada y atada con cinta”.
Al día siguiente Norma y su marido fueron liberados tras firmar boletos de compraventa de dos motos con las que se quedaron los atacantes. La mujer y su familia se fueron a Buenos Aires por temor a represalias y allí hicieron la denuncia que originó la investigación. Pero la adolescente y su hijo siguieron cautivos de este grupo.
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La búsqueda de Rocío y de su bebé no tuvo novedades hasta el 8 de mayo de 2011, cuando el pequeño apareció a salvo en un descampado de San Nicolás. Tres meses más tarde, el 13 de agosto, se hallaron los restos de Rocío enterrados con cal en una casa abandonada de Martín Fierro al 600, en La Florida, que Pijuán había alquilado para poner un bar. Y cuatro días después fue incendiado y saqueado el negocio de Valle Hermoso al 1200.
Hallazgo en La Florida
Unos 40 días después, el 22 de septiembre de 2011, Lazo fue apresado en el comedor comunitario de Granadero Baigorria donde tomaba mates con Joni, también apresado. El caso fue abordado por el viejo sistema escrito. En agosto de 2014, en base a relatos, el hallazgo del cuerpo y prueba telefónica, el juez de Sentencia Julio César García condenó a Lazo a 15 años de cárcel por los delitos de "privación ilegítima de libertad doblemente agravada por el uso de violencia, amenazas o venganza y por el uso de armas de fuego en dos hechos", así como robo calificado por el uso de arma, lesiones y homicidio simple, además de la tenencia ilegítima de un arma de guerra.
Por su parte, Joni Vargas fue condenado a 7 años y medio de prisión pero no por el homicidio sino por privación ilegítima de libertad doblemente agravada, robo calificado y lesiones. Además recibieron 2 años de prisión condicional Albana Morales, Jorgelina Sosa, Joana Aneleyn Vargas y Mónica Mabel Morales por encubrimiento agravado. El único ausente entre los sentenciados fue Hernán Lazo, quien se mantuvo prófugo hasta que lo capturaron en 2021 en Trenque Lauquen. Según el fiscal, en el juicio se probó que durante su ausencia se mantuvo circulando por distintas ciudades y nunca obtuvo trabajo formal.