Lo que comunicaron desde la Fiscalía este lunes en conferencia de prensa configura una situación de cautela de parte de los investigadores. Se limitaron a confirmar que del ataque participaron tres hombres que gatillaron a quemarropa, que lo hicieron en provecho de un corte de luz en la cuadra donde emboscaron a Bracamonte y su ladero Daniel "Rana" Attardo, y que aún se busca determinar cómo lograron huir. En cuanto al móvil del crimen fueron tajantes en afirmar que no descartan ninguna hipótesis por tratarse de una persona que podía tener varios frentes conflictivos abiertos. Al trabajo iniciado por el fiscal Alejandro Ferlazzo, a cargo de la investigación en un principio, se sumaron Georgina Pairola y Luis Schiappa Pietra, fiscales a cargo de investigar distintos hechos relacionados a Pillín.
Cautela ante las hipótesis
En un mar de hipótesis surgidas en ese contexto, lo concreto es que se trató del asesinato de un peso pesado que estaba en la mira. Al ataque al que había sobrevivido en agosto pasado en el Parque Alem, tras el partido con Newell's, se suma una balacera contra su casa de un country en Ybarlucea. Tras esos avisos, difícilmente pueda concretarse un crimen de estas características solo porque la víctima se haya descuidado. Sobre todo alguien como Bracamonte, que logró moverse ágilmente en un ambiente complicado por más de dos décadas. No le faltan argumentos a quien cree que lo entregaron.
En ese contexto se ve un panorama delicado que requerirá una investigación transparente, lo que implica reconocer que para llevarse a cabo un crimen de esta magnitud se pueden necesitar movimientos más sofisticados que lo que puede limitarse a tres sicarios. Un homicidio de este tipo implica mucho en una ciudad como Rosario, donde otros casos similares determinaron el destino de las estructuras criminales y repercutieron con violencia en las calles. Por más obvio que parezca, que se mantenga impune -en cuanto a la autoría material pero sobre todo intelectual- puede ser un objetivo tan importante como el crimen en sí mismo.
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El avance de la investigación deberá esclarecer si se trató de una venganza por un conflicto puntual o bien si el crimen de Pillín fue un ajuste más complejo, un movimiento necesario en tiempos de reconfiguración del crimen organizado. Sobre ese aspecto también podrá sugerir algún indicio lo que ocurra de ahora en más tanto en la tribuna de Rosario Central en particular como en la calle en general. Que se desate o no un rebrote de la violencia urbana no dependerá solo de cómo el Ministerio de Seguridad planifique sus movimientos preventivos.
Con ese telón de fondo la Fiscalía mantuvo su cautela al momento de no hacer público si, entre tantas hipótesis posibles, hay una línea investigativa con más peso que otras. El terreno sobre el cual deberán avanzar se amplía si se sigue el derrotero de vínculos que había cultivado Bracamonte en su larga carrera como jefe de la barra brava de Central. Pero también como empresario, desde donde supo construir su riqueza cuestionada en investigaciones por lavado de dinero.
La tribuna
Pillín se fortaleció como líder de la barra tras disputar, a comienzos de los 2000, el lugar que pertenecía a Los Chaperos. "Los Pillines" pasaron a ser "Los Guerreros" y se instalaron de manera indiscutible por más de 25 años, logrando así el control de todas las recaudaciones de dinero que giran alrededor de la vida deportiva del club. Desde el manejo de entradas, la organización de viajes, los puestos de comida afuera de cada partido, los estacionamientos y todo el movimiento que significaban las actividades en los alrededores del estadio.
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De hecho una versión que corre por estas horas es que Bracamonte y Attardo, y tal vez otros miembros de la barra, estaban juntando la recaudación de la jornada cuando ocurrió el crimen. Fuentes cercanas al ambiente aseguran que este esquema de recaudación estaba aceitado pero que no terminaba ahí, sino que continuaba hacia arriba. En un tiempo, para poder sostenerse en ese engranaje, el pago iba a la familia Cantero, referentes de la banda Los Monos. Algunos dicen que primero el pago iba al fundador de la banda, Ariel Máximo "Viejo" Cantero, pero que posteriormente pasó a "Guille", hoy considerado líder supremo de la organización.
Quienes tienen más de 25 años de ir a alentar a Central reconocen un cambio claro desde el ingreso de Pillín a la barra. Dejaron de robarle a los hinchas y nunca se permitió el ingreso del narcomenudeo a la tribuna. Lo que no implica que Bracamonte no tuviera, desde su rol de referente de grupos de barras de distintos barrios, la capacidad de regular el comercio en algunos sectores de la ciudad. En ese marco se ubica una de las hipótesis posibles alrededor del crimen de Bracamonte: una facción que, con respaldo de una banda criminal, buscaba despuntar el negocio de la venta de drogas en ese mundo.
El gordo Samu
Tal vez para develar quiénes y por qué mataron a Bracamonte, tenga que esclarecerse primero el asesinato de Samuel "Gordo Samu" Medina. Se trata del novio de la hijastra de "Guille" Cantero, asesinado a tiros el 1º de octubre pasado a la salida de otro partido de Rosario Central en el Gigante de Arroyito.
Samu supo tener su vínculo con la nueva generación de Los Monos más que con la vieja guardia. En las últimas semanas había tenido algunos problemas dentro de la barra de Central, de la cual formaba parte como referente del grupo que movía desde el barrio 17 de Agosto, donde se había criado aunque ya no vivía allí. Personas del ambiente contaron que hubo un conflicto que pudo acentuarse cuando desde la barra pretendieron impedir que viaje a Brasil en uno de los partidos que se disputaron por la Copa Sudamericana.
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Cuando Samu fue asesinado, una de las primeras versiones de calle que corrieron es que había ocurrido en el marco de ese conflicto con Bracamonte. Algo que abonó la bandera desplegada posteriormente en un partido por allegados de Samu, que tenía la leyenda "No respetamos a nadie". Esta hipótesis, a pesar de no instalarse con fuerza en la Fiscalía, no es descartada por algunos investigadores.
En ese contexto radica la importancia que puede tener el esclarecimiento del homicidio de "Samu". Una forma de establecer también si pudo existir una venganza por ese hecho, eventualmente concretada con el asesinato de Pillín.
Los Menores
Entre tantas versiones hay una que ubica a la banda Los Menores, de ascenso meteórico en el relato público los últimos meses, como autores materiales de los homicidios de Samu y Pillín, un rumor que se distancia del supuesto conflicto entre ellos dos. A pocas horas del asesinato de Bracamonte comenzó a trascender esa posibilidad, que según el diario La Nación también surgió del propio Pillín en una entrevista concedida al periodista German De Los Santos luego del intento de homicidio de agosto pasado.
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Como "Los Menores" se conoce a una banda de pibes muy jóvenes, surgida en los barrios 7 de Septiembre y otros aledaños de la zona noroeste, que estuvo detrás de varios crímenes resonantes y sagas violentas barriales. La Capital dio cuenta de ello en crónicas en las que también, por voz de los vecinos, se mencionaba a Matías Gazzani como organizador. Se trata de un prófugo de 29 años que hoy, luego de tres años años de gozar de anonimato, empieza a cobrar una trascendencia que puede acorralarlo.
La sola mención de Los Menores no implica un avance en la investigación del crimen de Bracamonte. La versión que los liga a ambos homicidios es la que ubica a una banda que pretende introducir el mercado de drogas a baja escala en el ámbito de Rosario Central. Tal vez sí signifique un progreso conocer para quién trabajan, más como fuerza de choque que como banda criminal en sí misma.
Narcotráfico
El 1º de julio pasado la Gendarmería interceptó en la Ruta 11, a la altura de San Justo, norte de Santa Fe, una camioneta Amarok que llevaba unos 460 kilos de cocaína. El operativo encaminó una investigación por la cual veinte días después fue detenido Carlos Andrés Suárez, un referente de la barra de Central sospechado de "hacerle punta" al vehículo que llevaba el cargamento secuestrado.
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Junto a él ese día cayó Martín Leopoldo "Pitito" Martínez, de peso en la barra y ahora mencionado como sucesor de Pillín. Como no estaba en la mira de la Justicia federal quedó en libertad, aunque le imputaron encubrimiento y le secuestraron su celular. Este sábado estuvo presente en la escena del crimen de Pillín.
El teléfono secuestrado a Martínez en esa ocasión fue peritado y es otro de los elementos que, tal vez indirectamente, puedan echar luz sobre otro de los conflictos en los que pudo estar involucrado Bracamonte. Es que, aunque no se posicionó con firmeza, existe la sospecha de un vínculo de Pillín con ese cargamento que terminó secuestrado. El trasfondo del narcotráfico abre un abanico de posibilidades por sus lógicas impredecibles, en las que los homicidios pueden responder a traiciones, deslealtades repentinas, acusaciones cruzadas y deudas sin saldar.
Lavado de dinero
En un entramado menos violento, pero tal vez más complejo de explorar, Bracamonte estaba en la mira de una investigación por lavado de activos en la que había sido imputado junto a Carlos Vergara, por entonces a cargo la Uocra, gremio de la Construcción. Los acusaban de haber consolidado un sistema de extorsiones que giraban en torno al negocio de viandas, baños químicos y coimas a empresas contratistas de obras en Rosario y alrededores.
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La acusación formal ubicaba a Bracamonte al frente de una asociación ilícita, por lo cual tuvo que pagar una caución de 20 millones de pesos para continuar la causa en libertad después de unos días en prisión. La última ocasión en estar preso había sido en 2020, en el marco de la misma causa. En esta investigación no surgieron pormenores de conflictos violentos, a Pillín le alcanzaba su presencia, o su nombre, para remarcar su poder.