Existen puntos de Rosario que pueden comprender un mundo aparte con tramas criminales inimaginables, solo conocidas por vecinos que prefieren sobrevivir en silencio antes que exponer su vida. Cada tanto, una investigación judicial tira de un hilo y logra desentrañar, aunque sea parcialmente, las dinámicas de rincones de la ciudad signados por lavulnerabilidad y el crimen. En la zona oeste, a la altura de Magaldi al 8800 y en un sector tan excluido que se conoce como barrio Fantasma, una banda narco creció a fuerza de sometimientos. Al menos dos personas fueron torturadas, maniatadas, asesinadas y sus cadáveres descartados en bolsas. Este jueves, fueron acusados cinco hombres y una mujer por integrar una asociación ilícita que estuvo detrás de esos homicidios, además de otra joven imputada por esconderles las armas.
El 11 de enero pasado, Susana Haydeé Mena, de 27 años, fue hallada muerta en una casa de Magaldi al 8800. Muy poco se pudo reconstruir en ese entonces: las crónicas hablaron de una mujer con tres hijos chicos que intercalaba sus días entre el cirujeo y la venta de drogas en un marco de precariedad total. Un trasfondo que una investigación de los fiscales Alejandro Ferlazzo y Gisela Paolicelli logró esclarecer al menos en su cara más visible, que queda expuesta por la violencia con la que se resuelven los conflictos. Susana fue asesinada en una casa que había sido usurpada y en la que era obligada a vender drogas por una banda organizada desde la cárcel.
Las órdenes, según la investigación, las daba Jonatan "Gordo" Brezik desde la cárcel de Ezeiza. Se trata de un hombre que creció con Máximo Ariel "Guille" Cantero, considerado por la Justicia como líder de la banda Los Monos. Como quienes acataban esas órdenes fueron identificados Nicole I., Nahuel R., Franco N., Bruno P. y Lucas S., cuatro de ellos domiciliados en la zona. Todos tienen entre 20 y 30 años de edad. Los fiscales los imputaron por distintos delitos en el marco de una asociación ilícita y el juez Hernán Postma confirmó la prisión preventiva por el plazo de ley para todos. A Jesica P., la imputaron por esconder armas en su casa, pero no como integrante de la banda.
El crecimiento de esa organización precaria se dio mediante la disputa con otra banda que se había instalado en el barrio. En ese marco hubo muchas balaceras, desplazamientos forzosos y viviendas usurpadas. También homicidios que, aunque no estén ligados entre sí judicialmente, fuentes barriales relacionan a un mismo trasfondo. Un entramado que se instaló en un territorio desamparado en el que los vecinos tuvieron que organizarse por su cuenta para tomar parcelas de tierra y construir sus viviendas. Un marco de irregularidad por el cual, así como se instalaban, eran desalojados y usurpados. Siempre bajo el temor y las lógicas que impone el dominio narco, simbolizado en el barrio con un mural enorme de San La Muerte.
Crimen y violencia de género
A Susana Mena, planteó la acusación, la mató Nahuel R. Según reconstruyeron los investigadores, el joven ingresó a la casa, ató a la mujer, la golpeó en todo el cuerpo y la estranguló con un cable. Después la metió adentro de una bolsa de arpillera y le dejó la cabeza al descubierto. Así la encontraron horas después policías que, según comunicaron, llegaron a esa vivienda mientras perseguían a un sospechoso.
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En la audiencia de este jueves, no trascendió el motivo puntual por el que fue asesinada esta mujer, forzada a integrar un eslabón de la banda. Lo que sí se supo es que meses antes había sido agredida, tal vez como advertencia de lo que podía llegar a ocurrirle. Los fiscales indicaron que el mismo joven, Nahuel R., el 19 de octubre de 2023 la abordó cuando caminaba por el barrio y la atacó a golpes.
Los fiscales advirtieron un marco determinado para describir la situación que atravesaba la víctima. "Se encuadra dentro de un contexto de violencia de género y el mismo está dado por el especial contexto socio-cultural de vulnerabilidad física, psíquica y económica de la víctima frente a la organización liderada, organizada y controlada por hombres", indicaron. Sobre su asesinato destacaron "la especial saña y brutalidad desplegada sobre el cuerpo, hecho que además es utilizado como un 'fin ejemplificador' para el resto de los integrantes de la banda".
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Por otro lado, la acusación también comprendió el asesinato de Luciano Alejandro Rodríguez. No se sabe cuándo lo mataron: su cuerpo fue hallado por casualidad el 2 de septiembre de 2023 en el fondo de una casa de Benteveo y Jacobacci, según la policía luego de llegar allí por sugerencia de vecinos. Los restos de la víctima estaban incinerados y dentro de una bolsa, luego los peritos constataron que estaba maniatado y tenía disparos. Por ese crimen fue imputado Lucas S., acusado de homicidio agravado por uso de arma de fuego, por portación ilegítima, abuso de armas y miembro de asociación ilícita.
Vulnerabilidad y ensañamiento
Los fiscales describieron a la banda como una organización que estuvo detrás de distintos delitos: usurpaciones, robos, balaceras contra personas e inmuebles, amenazas, homicidios, venta de drogas, alquileres de terrenos fiscales y usurpados. La investigación alcanzó a determinar que comenzaron sus actividades en octubre de 2021 y que se extendieron hasta la actualidad.
Una característica de la banda que destacaron los investigadores es que se ejercían su poder aprovechándose de la situación social de muchos habitantes del barrio. "Jonatan Brezik capta para que trabajen para él a personas que se encuentran en algún tipo de situación de vulnerabilidad", describieron. En ese marco impartían ley y orden a su manera: "Ante una situación que él mismo detecta como irregular, incorrecta o de traición, hace uso de la violencia contra las mismas para darles un mensaje de sumisión hacia él y generar temor".
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Se trata de una banda que superó los límites demarcados por la lógica clásica de la violencia urbana de Rosario, en la que predominan los ataques con armas de fuego. En este caso, los miembros de la banda se ensañaban de otra manera con sus víctimas. "Se lograron identificar hechos de tortura con la utilización de picanas eléctricas que son filmados para Jonatan Brezik y utilizados para demostrar a nuevos miembros la importancia de la sumisión al trabajo", explicaron los fiscales. En los dos homicidios abordados durante la audiencia, pero también en otros que todavía se investigan, determinaron como punto en común el uso de bolsas de arpillera para ocultar los cuerpos.
Los fiscales también destacaron el dominio territorial que había ejercido el grupo en ese sector del barrio atravesado por una problemática habitacional. Allí hay una toma de terreno organizada por vecinos que se instalaron en 2020 y que continúa en situación irregular por una discusión estancada con el dueño de las tierras y los gobiernos de provincia y municipio. En ese marco, la banda se aprovechó desmantelando viviendas, usurpándolas, utilizándolas como puntos de venta o almacenamiento, e incluso alquilándolas para lucrar con ellas.