La investigación por los crímenes de trabajadores ocurridos en marzo pasado avanzó este jueves con la imputación de dos personas vinculadas a los asesinatos del playero Bruno Bussanich y del colectivero Marcos Daloia. La Justicia sostiene la hipótesis de que fueron hechos planificados para generar conmoción pública como una represalia al gobierno provincial por las restricciones en cárceles contra integrantes de organizaciones criminales. La causa se encamina a esclarecer el mecanismo de la autoría material de los hechos aunque, si bien hay dos personas acusadas como instigadores, se desconoce cuáles fueron los mandos superiores detrás de la saga de asesinatos que conmovió a la ciudad.
Ajeno a esa trama que grafica la complejidad de los trasfondos criminales y políticos de la provincia, el jueves 7 de marzo por la tarde Marcos Daloia conducía una unidad de la línea K por la zona de Mendoza y Guatemala. Al llegar a esa intersección el chofer de 39 años frenó el vehículo y le abrió la puerta a un joven que le había hecho seña en la parada. Con parte de la cara apenas cubierta por un gorro piluso, el muchacho subió y en cuestión de segundos sacó una pistola, apuntó hacia el conductor y le disparó sin decirle una palabra.
Todos los pasajeros, menos uno, huyeron espantados del colectivo. Esa persona, que se quedó asistiendo a Daloia junto a un chofer de otra unidad que iba atrás de la K, luego declaró en la causa y contó que vio al autor del ataque huir a las corridas. Otro testigo que estaba en la calle creyó que se había tratado de un robo e intentó perseguirlo, entonces vio al joven subir a una moto que lo esperó sobre calle México para finalmente escapar.
Minutos después la escena del ataque ya consumado fue televisada y una mujer que veía el noticiero reconoció que se trataba del colectivo que conducía el marido de una amiga suya. Entonces le avisó y fue así que los familiares de Daloia comenzaron a enterarse de lo que había ocurrido. El chofer quedó internado, con heridas que implicaban mucha gravedad, y murió al atardecer del domingo.
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Matías Daloia, chófer de la línea K, fue baleado el jueves 7 de marzo a las 19. Murió el domingo, tres días más tarde.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Horas antes de que se confirmara la muerte de Daloia, otro suceso había aumentado la conmoción en una ciudad que en pocos días había sido escenario también de los asesinatos de los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano mientras trabajaban. Bruno Bussanich, de 25 años, fue asesinado a balazos mientras trabajaba como playero en la estación de servicios Puma de Mendoza al 7600. En la escena del crimen apareció un cartel con este mensaje: “Esta guerra no es por territorio, es contra Pullaro y Cococcioni. Así como nosotros llegamos a 300 muertos estando unidos vamos a matar más inocentes por año. Nosotros no queremos celulares. Queremos nuestros derechos. Ver a nuestros hijos y familia y que se respeten. No queremos negociar nada. Esto para todos los presos pabellones y cárcel. Basta de seguir humillando con la familia. Pullaro y Cococcioni carguen con muertos inocentes. Atte: zona norte, zona sur, zona oeste unidos”.
Entregados
Las cámaras de vigilancia de la zona donde había ocurrido el crimen del colectivero dejaron los registros de los autores del hecho. El conductor de la moto fue reconocido por los investigadores como José Mauricio Maturano, protagonista de otras causas penales, mientras que su acompañante no había logrado ser identificado. En ese marco el 26 de julio el Ministerio Público de la Acusación (MPA) difundió las imágenes y el pedido de colaboración a la población con una recompensa de hasta 10 millones de pesos.
Unas horas después de la difusión de las imágenes una mujer de 37 años se presentó con familiares en la comisaría 14° de barrio Belgrano y dijo ser la ex pareja de Maturano. Los policías se comunicaron con un fiscal y este ordenó que la mujer quedara demorada. Luego la identificaron como Joana García, sospechada de participar del homicidio de Bruno Bussanich. Según los fiscales que la imputaron este jueves fue ella quien llevó a una casa del barrio Santa Lucía el arma utilizada en el asesinato y la nota que el autor del crimen dejó allí.
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Con características similares este lunes se entregó Axel Herrera, de 19 años, sindicado como el acompañante de Maturano y asesino del colectivero. Según trascendió en la audiencia, fueron sus familiares quienes los reconocieron por su particular forma de correr por una herida provocada por un balazo recibido en una pierna en julio de 2021. El joven luego confesó su participación en el crimen, sus allegados se ocuparon de hablar con un pastor de confianza, quien se dirigió a la sede de la Policía de Investigaciones para garantizar una entrega segura. En la audiencia se supo que por distintos conflictos relacionados con el mundo del narcomenudeo había dejado su casa familiar y desde entonces vivía con Axel Rodríguez, uno de los imputados en la causa como partícipe del crimen de Bussanich.
Este jueves los fiscales Patricio Saldutti y Adrián Spelta imputaron a ambos delitos que prevén la pena de prisión perpetua: homicidio doblemente calificado por el concurso premeditado de dos o más personas y por precio o promesa remuneratoria, agravado por el uso de arma de fuego y por la participación de menores de edad, en concurso ideal con intimidación pública agravada por el uso de arma de fuego y la participación de menores de edad; y coacciones agravadas por ser anónimas y con el propósito de obtener alguna medida o concesión por parte de los miembros del poder ejecutivo de la provincia de Santa Fe en carácter de coautores. A Axel Herrera, además, le imputaron la portación ilegítima de arma de fuego de guerra. La jueza Paula Álvarez determinó la prisión preventiva por el plazo de ley para los dos.
La causa
En la causa ya hay 8 personas imputadas y detenidas por participar directamente en la saga de cuatro homicidios y 11 más acusados por encubrimiento. Además hay al menos cuatro menores involucrados, entre ellos DMG, de 15 años, señalado por el homicidio de Bussanich y los taxistas Diego Celentano y Héctor Figueroa.
Este menor de edad fue detenido luego de que la Justicia difundiera los registros de las cámaras de vigilancia de la estación de servicio sobre el homicidio de Bussanich. Después declaró tres veces en un programa de protección de testigos y aportó la información con la que se logró la acusación de los otros involucrados. Entre ellos el recluso Alejandro “Chucky Monedita” Núñez y su pareja Brenda “La Doña” Pared, señalados como instigadores del homicidio.
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El menor contó que antes del homicidio de Bussanich lo llevaron a una casa de Misiones al 2200, barrio Santa Lucía, donde supuestamente se estableció una videollamada con una o dos personas presas. No hay certezas si la llamada realmente existió y, de haber sido así, quiénes estaban del otro lado de la pantalla. Pero trascendió el sobrenombre "Morocho", en alusión al narco Claudio Mansilla, y se mencionó también a Esteban Lindor Alvarado, ambos detenidos en la cárcel federal de Ezeiza. Sin embargo no hay evidencias para consolidar esta hipótesis y por lo tanto tampoco para imputarlos como instigadores. En los pasillos del Centro de Justicia Penal sobrevuela la idea de que la mención de estos nombres respondió a cierta prisa por ubicar a viejos conocidos como cerebros de una trama que, en parte, permanece sin esclarecer.