El grupo Callejeros, un meteoro que fue boom del rock nacional, cerraba una serie de presentaciones y habían contratado una seguridad propia para controlar el lugar, hecho determinante a la hora del juicio posterior a la catástrofe. En los shows anteriores se habían encendido bengalas, era casi un ritual, pero la de la noche del 30 de diciembre derivó en una trampa mortal.
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Hernán Kovacevich hoy, 20 años después de esa noche infernal.
Recuerdos de la muerte
"Esa noche yo estaba a cargo de una tropa de ocho personas con la orden de custodiar la Comisaría 24ª de La Boca. En eso nos llega otra orden, acudir a Mitre al 3000 por disturbios y pensamos que se habían armado golpes y peleas en una bailanta de Once, frente a Cromañón, así que llegamos pertrechados para antidisturbios; con cascos, chalecos, armas y los escudos. Cuando bajamos del carro; una combi Mercedes Benz usada por la Federal, estábamos preparados para eso y no entendimos nada", cuenta el expolicía, que actualmente es un conocido abogado penalista del fuero de Rosario.
"Vimos a la gente correr, vomitar. Unos llevaban a otros y el caos era total; gritos, llantos. Entonces ordené a la tropa que se sacaran lo que sobraba y mojamos unas toallas que teníamos, las cortamos, la pusimos en la cara como máscara y entramos". El viejo policía hace un corto silencio, vuelve ahí, a esa noche: “Todos corrían, entramos por la puerta principal, del techo caían gotas negras, te quemaban mientras se derretían. Había chicos y chicas con la cara quemada. El humo asfixiaba. Adentro gente tirada en el suelo que gritaba, llamaban a la madre, se quejaban. No tuvimos tiempo de pensar, cada uno levantaba el cuerpo que podía. Una persona al hombro y otra que se arrastraba y la empujábamos con el cuerpo. Salimos apartando cuerpos del piso por la puerta de la calle Ecuador. En la esquina era otro caos; las ambulancias se trababan en la esquina y no podían avanzar, los patrulleros no te dejaban pasar. A las personas que fuimos sacando, unos ocho, los cargamos en la combi y los llevamos al hospital Ramos Mejía. Eso era otro caos. No sabías si llevabas una persona viva o muerta; el hospital estaba colapsado, no había camillas. Los enfermeros gritaban".
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Para aquel joven oficial esa fue, como un horrible juego del destino, su prueba de fuego. "Dejamos a la gente ahí y volvimos a Cromañón. A esa altura ya estaban los bomberos y más policías. Volvimos a entrar y de nuevo el espanto. No sabías si levantabas una mujer, un hombre o un chico. Era gente muy joven. A una chica la saqué convulsionando, la llevé hasta la puerta y un médico la atendió. Me miraba a los ojos como perdida y un minuto después murió. A veces recuerdo esa mirada”.
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Los familiares no olvidan.
Pero esa escasa tropa no se rindió; ya no se reconocían adentro de ese horno feroz, los uniformes estaban negros, sus caras tiznadas. "Caminé por el lugar, más gritos, llantos ahogados, cuerpos revolcándose. Un bombero me pidió que le iluminara una puerta con mi celular, un Nokia 1100 con una linternita, y vimos una puerta con un candado. el bombero le dio un hachazo y la puerta se abrió. Nunca vi algo así: se nos vinieron los cuerpos muertos encima y aparecieron papeles con dibujos. Me dijeron que había una especie de guardería ahí".
Cuerpos irreconocibles
"Chabán (Emir Omar Chabán, el dueño del boliche) estaba ahí. Miraba todo. Se movía un poco. No hablaba. Por ahí vimos que se fue y aparecieron funcionarios del municipio. Entonces vino la orden de llevar los cuerpos que íbamos sacando a un playón que armaron en una plaza. Ahí la cosa ya estaba un poco más organizada. Llegaban familiares y querían hurgar en los cuerpos para reconocerlos, era imposible", relató.
"Fuimos a la morgue como custodia, porque la gente quería entrar a la fuerza. Unos 15 horas después llegué a mi casa, abracé a mi hijo, que tenía tres meses y lloré media hora seguida."
El actual abogado penalista aún recuerda esa noche con ojos de espanto y asombro, como alguien que no puede abandonar un tren fantasma. "Cada fin de año recuerdo la mirada de la chica muerta. Los gritos. la impotencia de no haber salvado más gente".
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Cronología de la causa
La cronología de la causa suma las fechas determinantes para un juicio que se extendió varios años: en enero de 2005 la jueza de instrucción María Angélica Crotto dictó el procesamiento de Emir Omar Chabán, propietario del boliche pero no del predio, acusado de homicidio simple con dolo eventual de 192 muertes.
Luego, por problemas de salud, fue reemplazada por el juez de instrucción Julio Lucini. En febrero de 2005 fueron detenidos Diego Argañaraz (manager de la banda "Callejeros"), Raúl Villarreal (coordinador general de República Cromañón) y Lorenzo Bussi (encargado de seguridad del local). Argañaraz y Bussi fueron procesados por homicidio culposo, mientras que la figura para Villarreal fue de homicidio con dolo eventual, señalado como “mano derecha” de Chabán.
En marzo de 2005 fueron procesados por cohecho pasivo los comisarios Miguel Angel Belay y Gabriel Sevald y el subcomisario Carlos Díaz. También se procesó a los agentes Oscar Soda y Cristian Villegas por incumplimiento de los deberes de funcionario público y en junio los integrantes de Callejeros fueron procesados por homicidio culposo agravado.
También se procesó a tres exintegrantes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: Juan Carlos López, exsecretario de Seguridad, fue procesado por homicidio culposo agravado, mientras que el exsubsecretario de la misma cartera, Enrique Careli, y el exdirector general de Servicios de Seguridad Privada, Vicente Rizzo, fueron procesados por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
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Según el sitio oficial del Ministerio Público de la Acusación la cronología de las instancias judiciales duró varios años. El 19 de agosto de 2008 comenzó del juicio oral. Omar Chabán y Raúl Villarreal fueron acusados de estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo, al igual que los integrantes de Callejeros (Patricio Santos Fontanet, Elio Delgado, Maximiliano Djerfy, Eduardo Vázquez, Christián Torrejón y Juan Alberto Carbone), el escenógrafo Daniel Cardell y el mánager Diego Argañaraz. Los ex integrantes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Fabiana Gabriela Fiszbin, Gustavo Juan Torres y Ana María Fernández) fueron acusados por incumplimiento de los deberes de funcionario público, mientras que dos oficiales de la Policía Federal Argentina (Carlos Rubén Díaz y Miguel Angel Belay) fueron imputados por estrago doloso seguido de muerte y cohecho pasivo, e incumplimiento de los deberes de funcionario público y cohecho pasivo, respectivamente.
Un año después el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 24 condenó a Omar Chabán a 20 años de prisión por los delitos de incendio doloso calificado y cohecho activo; a Diego Argañaraz a 18 años de prisión por los delitos de incendio doloso calificado y cohecho activo; al subcomisario Carlos Díaz a 18 años de prisión por los delitos de incendio doloso calificado y cohecho pasivo; a Raúl Villarreal a un año de prisión en suspenso por considerarlo partícipe secundario del delito de cohecho activo; a Fabiana Fiszbin y Ana María Fernández a dos años por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
“La corrupción fue la génesis de la tragedia”, sostuvo el fiscal Fabián Céliz en su alegato en el último de los cinco juicios orales por el incendio en Cromañón. Los distintos procesos judiciales determinaron 15 culpables, entre los que estaban los responsables del loca, músicos de Callejeros, policías y funcionarios involucrados en las habilitaciones previas del local.
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El 17 de octubre de 2012 y después de varias instancias legales la Sala IV de Casación Penal confirmó las condenas dictadas por la sala III de ese mismo tribunal. Las penas fueron de diez años y nueve meses a Omar Chabán; cinco años a Argañaraz; siete años para Patricio Santos Fontanet; seis para el baterista Eduardo Arturo Vázquez, y cinco años para los restantes músicos de la banda, Christian Torrejón, Juan Carbone, Maximiliano Djerfy y Elio Delgado. El escenógrafo del grupo, Horacio Cardell fue sentenciado a seis años de prisión, mientras que Raúl Villarreal recibió una pena de seis años, todos ellos por los delitos de incendio culposo seguido de muerte y cohecho. También fueron condenados el subcomisario Carlos Díaz (ocho años de prisión e inhabilitación especial por los delitos de incendio culposo seguido de muerte y cohecho), la ex subsecretaria de Control Comunal Fabiana Fiszbin (cuatro años de prisión), el ex director general de Fiscalización y Control Gustavo Torres (cuatro años) y la ex directora general adjunta de la misma dirección, Ana María Fernández (tres años y seis meses de prisión) por el delito de omisión de deberes de funcionario público en concurso ideal con incendio culposo seguido de muerte.
Omar Chabán falleció víctima de un cáncer en 2014.