Fue el ladrón más enigmático de la historia en Argentina y ejecutó un solo robo, desarmado y sin testigos. El viernes 23 de septiembre de 1994, el extesorero del Banco Nación de Santa Fe, Mario César Fendrich, dijo a su esposa que al salir del Banco se iba de pesca. Pero sus planes eran otros.
Fue al Banco, ingresó al tesoro y se llevó 3.200.000 de pesos en esos tiempos en que un peso argentino equivalía a un dólar, y 187.000 dólares. Estuvo prófugo 109 días y se entregó el 9 de enero de 1995, hace 30 años. Le dejó una nota a su superior, Juan José Sagardía: "Gallego, me llevé tres millones de pesos".
Es uno de los santafesinos que figuran en el récord "Guinnes" merced al golpe. El periodista policial Rodolfo Palacios calculó que con el sueldo de 1.200 pesos que cobraba Fendrich tendría que haber trabajado 222 años para ganar ese dinero.
Ese enero se entregó junto a su abogado y tal vez aprovechó como estrategia el accidente en el que murió Carlos Monzón, otro ícono de Santa Fe, el 8 de enero de 1995.
Al entregarse, su aspecto de bancario pálido y meticuloso, responsable del Tesoro con un sueldo de 1.200 pesos, ya no existía. Bronceado, con barba entrecana, más gordo y con el pelo teñido de un caoba llamativo, y vestido de elegante sport, nada indicaba que en esos 109 días de ausencia lo hubiese atormentado alguna culpa. Nunca dijo que sucedió, ni en sus declaraciones a la prensa ni en la Justicia.
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El subtesorero quedó detenido y el 12 de noviembre de 1996 la justicia federal de Santa Fe lo condenó a ocho años de prisión por el delito de peculado. La pena la cumplió en la cárcel de Las Flores, la misma en la que Carlos Monzón estuvo hasta el día de su muerte durante una salida transitoria. En prisión Fendrich realizó tareas administrativas y mantuvo una conducta ejemplar.
Cinco años después obtuvo la libertad condicional. Con sus hijos, administró una fábrica de placas de yeso en Santa Fe y regresó a vivir a la casa que siempre habitó. Lo hizo hasta que se jubiló. Nunca quiso decir dónde quedó el dinero que se llevó del Banco Nación.
Secuestro y amigos
Una versión, en su momento muy difundida, refería a que Fendrich había sido secuestrado y presionado para robar el dinero. La exvicegobernadora y exfiscal Griselda Tessio sostuvo en distintas entrevistas periodísticas que "las distintas hipótesis que nosotros manejamos, y cuando digo nosotros hablo de la Fiscalía, y hablo también de los jueces del tribunal oral que juzgó a Fendrich, nunca las pudimos comprobar. Yo creo que gran parte de ese dinero fue a pagar el ocultamiento, que no fue gratis. Una pista es que esos más de 100 días Fendrich estuvo en una quinta del gran Rosario, aunque ese dato nunca se pudo comprobar. Otra versión era que estaba amenazado y que por miedo a represalias a su familia terminó entregándose, por consejo de los abogados. Se entrego, mal aconsejado a mi criterio, pero no voy a invalidar la labor de la defensa, con un relato delirante de un rapto, de un secuestro, algo que no pudo sostenerse”.
Cuando obtuvo la libertad condicional le impusieron un requisito: si aparecía la plata robada, debía llamar a los investigadores para devolverla. La plata nunca apareció.
La opinión pública estaba dividida. Una encuesta de Página/12 mostraba que un 20% de los entrevistados lo consideraban un personaje “simpático”. En otra, de la revista Noticias, el 32,5% lo calificaba de “ídolo”, contra un 56% que lo consideraba un ladrón.
En 2004 concedió una entrevista. Fue parco, escueto, simple. Vivía en ese momento junto a su esposa Marta y su hijo Federico en la casa donde vivieron siempre. Tenía una modesta, cómo la definió, fábrica de placas de yeso. "Los amigos venían poco a verme mientras estuve preso. Me levanto a la 7, tomo unos mates amargos con unas galletitas y ya salgo con la camioneta (una vieja Chevrolet Cheyenne) para hacer compras para el trabajo. Después me vengo para acá (el galpón y la oficina donde tiene su negocio) y me quedo hasta la noche. El trabajo en el banco es poco grato, algo que a uno lo absorbe; la rutina lo atrapa y lo lleva. Ahora soy más libre, más independiente. Y encima, con lo que pasó (se refiere al robo). Sobre qué pasó con el dinero y esas cosas no hablo. Se gastó mucho en abogados“.
Un mito santafesino es que hubo amigos que se quedaron con la tajada grande. Hubo muchos gastos en abogados y altos costos para sobrellevar la vida en la cárcel. En esos años se decía que el exsubtesorero tenía poco del botín: "Tal vez algunos se sientan defraudados; otros hasta tendrían que tener un retrato mío. Pero eso es el pasado. A mí se me murió una hija y bajé una barrera. Con esto es igual: ya bajé otra barrera. El arrepentimiento siempre llega tarde. Es como cuando en el fútbol pego y el referí cobra penal, ya no hay marcha atrás", dijo al corresponsal de un diario nacional.
El juicio
En el juicio oral declararon 33 testigos. La querella del Banco Nación pidió una dura condena. Lo mismo exigía el tesorero Sagardía, que había perdido el empleo “por negligente” debido al robo. “Mario era honesto, pero se convirtió en delincuente con todas las letras. Hizo lo peor que una persona puede hacer: manchó su apellido para siempre”, dijo el hombre, que después escribió un libro para dar su versión, "El Robo Nacional". Sagardía, de una activa militancia sindical y mutualista, ejerce hace años la jefatura de la mutual y empresa "Jerárquicos Salud", en la ciudad de Santa Fe.
Mario César Fendrich murió a los 77 años en diciembre de 2018, mientras estaba de vacaciones con unos amigos en La Habana, Cuba, luego de sufrir un accidente cerebro-vascular. Para entonces ya tenía un lugar en el Libro Guinness de los Récords como el autor del mayor robo individual e incruento de la historia.