En la zona de Felipe Moré y pasaje Franco, límite entre los barrios Empalme Graneros e Industrial, los tiros nunca se limitan a una bronca aislada. Los vecinos de ese sector del noroeste rosarino saben que una balacera puede responder a un conflicto personal, pero que a su vez no cualquiera tiene la capacidad, el permiso y las herramientas para andar a los balazos. También se acostumbraron a que en ese marco cualquier hecho puede desencadenar más violencia. En ese clima particular se viven las horas posteriores al intento de asesinato de un hombre de 41 años que vive a metros de la boca del pasillo en el que fue emboscado.
Este martes por la mañana corrieron distintas versiones sobre los motivos por los cuales Francisco Javier G. fue atacado a tiros la tarde del lunes. Algunos vecinos aseguraron que es una persona trabajadora y que fue baleado por error, que los tiros estaban dirigidos a otro blanco pero los ligó él. Otros ubicaron al hombre en el centro de un conflicto barrial y personal por el cual fueron a buscarlo para matarlo. Desde el sentido común cuestionaron el rumor de que le tiraron por error: fueron varios balazos, uno de ellos casi de remate con la víctima en el suelo.
Más allá de los pormenores, los vecinos toman este hecho como un asunto que puede afectar a toda la comunidad. Las consecuencias quedaron a la vista: al día siguiente el movimiento barrial disminuyó por el temor ante algún vuelto. El barrio se mueve al pulso de un rumor que mandó a todos los vecinos a meterse adentro al llegar la noche. Entonces toda presencia desconocida se vuelve sospechosa, como ocurrió con un auto gris al que vieron dar varias vueltas a baja velocidad.
Zona de guerra
Para entender por qué se vive así en esta zona limítrofe entre los barrios Empalme Graneros e Industrial basta con recuperar los años recientes de este punto de la ciudad. Entre fines de 2021 y todo 2022 estos dos barrios junto a Ludueña fueron el escenario de una disputa entre dos bandas de transeros orquestadas por presos a los que el Sistema Penitenciario no controló. Al menos 40 homicidios ocurridos en ese período se inscriben como consecuencia de esa bronca.
>>Leer más: "Es un escenario de guerra": duro mensaje de instituciones de barrio Ludueña por la violencia
Caminar por estas calles es andar entre las ruinas de lo que fue ese conflicto barrial, uno de los más violentos de la historia de Rosario. Sobre Felipe Moré, desde Juan José Paso hasta Bielsa, todavía están a la vista las marcas de los balazos en varias viviendas, ataques que en ocasiones ocurrían contra cualquier propiedad con el único objetivo de intimidar a los vecinos o "quemar" un sector donde había puntos de venta de drogas históricos.
Desde hace unos meses también se ven al menos dos viviendas derrumbadas y otras abandonadas. Son las propiedades que la Justicia provincial autorizó a inhabilitar en el marco del cese antijurídico solicitado con el amparo de la nueva ley de microtráfico. En este caso pertenecían a Francisco "Fran" Riquelme, considerado jefe de una de las bandas en cuestión. Las dos casas ubicadas en la cuadra de Felipe Moré al 600 bis hoy son una pila de escombros.
El avance contra esas propiedades fue una manera del gobierno provincial de considerar la complejidad de esta zona e intervenirla para evitar que se propague el poder de Riquelme, dado que su familia continúa habitando el barrio. Además el gobierno nacional, dentro del esquema de trabajo del Plan Bandera, seleccionó este sector como uno de los destinos para la presencia fija de agentes de la Gendarmería.
A los tiros
De hecho este lunes por la tarde había gendarmes a pocos metros de donde Francisco Javier G., fue atacado a balazos. Los agentes custodiaban la zona de Felipe Moré y French cuando cerca de las 18.30 se escucharon varios balazos a una distancia muy corta. Al recorrer unos metros se encontraron con la víctima, estaba tumbado en el suelo y con heridas de bala en distintas partes del cuerpo.
>> Leer más: Ludueña, el barrio donde balearon a un adolescente, está en guerra desde hace tres años
El hombre fue atacado en el ingreso de un pasillo ubicado en Felipe Moré y pasaje Franco, que en ese lugar pasa a llamarse Esquiú. Esto es a 140 metros del puesto fijo de gendarmes, pero para cuando los agentes llegaron al lugar ya no había rastros de los autores del ataque.
WhatsApp Image 2024-11-19 at 14.51.00.jpeg
En el lugar del hecho la Policía de Investigaciones (PDI) recogió 12 vainas calibre 9 milímetros. Varios de esos balazos dieron en el cuerpo de la víctima, que según los primeros informes médicos quedó herido en la cabeza, la cara, el pecho y una pierna. Hasta el mediodía del martes el hombre continuaba internado grave en el Hospital Clemente Álvarez.
El temor
En las inmediaciones de donde ocurrió el ataque los vecinos coinciden en que los últimos meses fueron muy distintos en comparación a los años anteriores. "Está muy tranquilo, se puede salir, los chicos pueden jugar en la calle", aseguró un hombre que vive a metros de la casa de la víctima. Pero los tiros, en cualquier contexto, significa que revivan los temores: "Ahora no sabemos qué va a pasar, por las dudas hay que tener cuidado, no hay que regalarse".
El temor de los vecinos se explica en la historia reciente del barrio, pero se entiende todavía más cuando quien lo anuncia vivió en carne propia los alcances de este conflicto. Entre las personas que hablaron con La Capital al menos dos se animaron a contar su parte. Un hombre que se acercó a conversar terminó contando la historia de su sobrina, Natalia Andrea Longhi, asesinada por error a los 47 años el 5 de enero de 2022. Fue en pasaje Franco al 2000: los sicarios golpearon la puerta equivocada y cuando la mujer se asomó la mataron a tiros.
>> Leer más: Un mapa de guerra: 29 crímenes en 6 meses en los barrios Larrea, Empalme Graneros y Ludueña
Otro de los que conversó con este diario fue un nene de 12 años que se ocupó de ubicar el punto exacto donde este lunes había sido baleado Francisco G. El chico dijo tener miedo por los rumores de un auto circulando a baja velocidad, pero después aseguró que el temor "no es tanto" porque conoce "a todos los pibes". "Es que mi hermano vendía para Francisco (Riquelme). Ahora está en Coronda", contó.
En este punto del noroeste rosarino Riquelme es "Francisco" a secas y muchos aseguran que todavía "maneja todo desde adentro". En esas secuelas sociales de la violencia urbana se explica que ante ataques como el de este lunes los vecinos asuman que nada empieza ni termina en un hecho que parece aislado. Algunos creen que fue un error, otros que a la víctima lo buscaban para vengar un abuso sexual. Pero todos coinciden en el deseo de que a este ataque a balazos no le siga otro.