Extendieron la prisión preventiva de Miguel Alejandro M., acusado de asesinar a un compañero de trabajo arrojándole grasa hirviendo. Es por el plazo de un año. El pedido llegó por parte del fiscal Patricio Saldutti, aunque la defensa pidió su libertad. Al detenido se le atribuye la muerte de Jaharí Sofiudin Jaharise en diciembre de 2022 en Santiago al 4700.
El ataque se produjo el 7 de diciembre, cerca de las 6.30, cuando Jaharise se encontraba durmiendo luego de trabajar toda la madrugada en la panadería de la zona sur, donde ambos eran empleados. Al notar que su compañero estaba recostado, Miguel Alejandro le arrojó en la cabeza un balde con grasa hirviendo y escapó del lugar en su moto. La víctima permaneció más de 15 días internada, la mitad de ellos consciente, pero no resistió a las graves heridas. Falleció en el Heca por complicaciones multiorgánicas.
Un mes después del hecho, Miguel Alejandro se contactó en tres oportunidades con su expareja a través de Facebook con mensajes amenazantes y amedrentarla. El 2 de febrero fue detenido en Santa Fe y Pueyrredón en un procedimiento de la PDI. Finalmente, el 20 de marzo de 2024 se realizó la audiencia preliminar donde la fiscalía solicitó la perpetua para el imputado.
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Detención de Miguel Alejandro M.
Crimen en la panadería
El 7 de diciembre pasado Jaharí Sofiudin, un maestro pastelero de 47 años a quien todos llamaban José y cuyo padre es de origen indonés, estaba recostado en un camastro de la panadería “La Tradición”, en Santiago al 4700. El hombre tomaba un breve descanso en su trabajo cuando un compañero identificado como Miguel Alejandro Martínez, de 30 años, le arrojó sobre el cuerpo un balde con grasa que minutos antes había calentado al fuego provocándoles gravísimas heridas. Tras el salvaje ataque el agresor huyó del lugar en una moto mientras que otros trabajadores llevaron a José al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez donde agonizó hasta la noche de Navidad, momento en el que falleció. El propietario de la panadería contó que el asesino trabajaba desde hacía 14 años en el lugar y nunca había exteriorizado una personalidad violenta.
Las cámaras internas de la panadería registraron la secuencia y en ese registro, además de escucharse los gritos de dolor de José, se ve al trabajador intentando sacarse la ropa y mojarse las graves quemaduras sufridas. Según los compañeros de la víctima y la misma familia de José, Miguel Alejandro no tenía ningún tipo de disputa previa ni enemistad con José, aunque sostienen que el agresor sentía un “profundo celo laboral”.
Una vez cometido el ataque, el imputado tomó su moto, que guardaba dentro de la cuadra de la panadería, y huyó del negocio que se levanta en Santiago y Estado de Israel.
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Las abogadas de la familia Sofiudin, Melina Cimino y Verónica Colman, argumentaron que “el hombre que le derramó la grasa sabía perfectamente lo que hacía, la intención fue matar a José. Cuando sucedió el hecho hicimos una presentación por lesiones graves y desde Fiscalía no se emitió la orden de capturar al acusado, que tuvo tiempo para escapar”. Asimismo, las profesionales dijeron que “los celos eran porque José era maestro pastelero y tenía por su calificación algunos beneficios por parte de la patronal que el agresor no recibía. El perfil del atacante dijo Cimino es el de un hombre tranquilo y sus compañeros lo definen como "agua de tanque", realmente no saben qué le pasó”.
Las abogadas explicaron que la grasa hirviendo genera una bacteria letal y que, por otra parte, sigue quemando todas las capas de piel por lo que en estos casos es muy difícil evitar las infecciones bacterianas y de distintos órganos que terminan matando al paciente.
Elisabet, viuda de José, aseguró que su marido y el agresor “eran buenos compañeros de trabajo y hacía unos 8 años que compartían un espacio en la panadería".
"José se fue de ese trabajo un tiempo y cuando volvió este muchacho se puso muy mal. José se quedaba a dormitar a veces en el negocio porque nosotros vivimos en Villa Constitución y no podía ir y venir si es que a la tarde tenía que hacer lago. Mi marido era maestro pastelero y hace casi veinte años que capacitaba a otros panaderos”, contó.