“Prendan la tele hoy a la noche, van a ver lo que voy a hacer. Los voy a cagar a tiros a todos ustedes. Acá afuera los voy a matar, voy a cagar a tiros una comisaría en Rosario”. El preso rosarino Francisco “Fran” Riquelme, acusado de liderar una violenta barra de barrio Ludueña, aceptó 5 años de condena por esas amenazas a dos penitenciarios que en diciembre de 2023 le impidieron recibir una visita en la cárcel federal de Ezeiza, a causa de una sanción interna. A la semana, una sábana con los nombres de los guardias apareció colgando del tejido perimetral del penal.
En un fallo que lleva la firma del juez Germán Andrés Castelli, del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 2 de La Plata, Riquelme fue condenado a 5 años de prisión por el delito de coacción agravada, esto es, un apriete para obtener concesiones de un miembro del poder público. La pena se dictó el 30 de diciembre pasado mediante un procedimiento abreviado que trascendió en estos días. Fue a raíz de un acuerdo entre el fiscal Rodolfo Marcelo Molina y la defensora oficial Ana María Gil.
Riquelme está acusado de liderar una violenta banda ligada a Esteban Alvarado y enfrentada a Los Monos en una guerra que los últimos años multiplicó por decenas los asesinatos en Ludueña y Empalme Graneros. Cuenta además con una condena federal a 3 años de prisión por infracciones a la ley de drogas
La condena reciente comprende dos hechos que ocurrieron a fines de diciembre de 2023 en la cárcel federal de Ezeiza. Estaba alojado en la Unidad Residencial VI, según consigna el fallo, cuando le impidieron recibir la visita de una chica por contar con una sanción administrativa. Fue el 22 de diciembre de ese año. El preso reaccionó con un estallido de furia: “Prendan la tele hoy a la noche, van a ver lo que voy a hacer. Los voy a cagar a tiros a todos ustedes. Acá afuera los voy a matar, voy a cagar a tiros una comisaría en Rosario hoy”, gritó.
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Según la denuncia de dos alcaides penitenciarios, los nombró a ambos por sus apellidos y les dijo: “Hijos de puta, se van a querer matar, ya van a ver lo que voy a hacer”. Cuando lo reintegraron al sector de alojamiento volvió a gritar ante el jefe de turno y el inspector de servicio: “Acá no van a entrar a engomar las celdas, que venga la requisa”, dijo, además de ocasionar daños en el pabellón D.
Día de furia
Concretamente, según el informe penitenciario, “en un total estado de violencia rompió dos sillas, un microondas y una cámara de videovigilancia”. También arrojó hacia la celaduría palos de escoba y sillas desde el salón común del pabellón. La descarga del interno continuó cuando registraron su celda: “Tengo toda mi familia en cana, a mi mujer presa, mi hermano preso, mira qué familia tenemos todos. El mundo es chico. Ustedes se cagan de la risa cuando a la visita la verduguean. No pasa nada. Ni mameluco te va a salvar, sabes cómo te voy a pegar una zarpada bien piola”.
Siete días después apareció un trapo con una amenaza colgado en el alambrado externo del penal. Era una sábana que contenía los nombres de los penitenciarios pintados en aerosol negro, seguidos por la leyenda “dejen de verduguear a los presos del módulo 6. Atte: Los Narcos”.
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“Las evidencias enunciadas demuestran, con la certeza necesaria, que Franco Ezequiel Riquelme intervino en dos hechos descriptos y verificados”, dijo el juez al repasar las notas administrativas, filmaciones, fotos y peritajes del caso. Por los hechos del 22 de diciembre fue condenado como autor y en cuanto a la sábana con amenazas se lo consideró instigador. Además fue declarado reincidente, lo que impacta en el régimen penitenciario. Que de por sí es en su caso estricto. Tras el conflicto con la guardia fue trasladado a Marcos Paz y se endurecieron sus condiciones por ser un preso de alto perfil.
Como un perro
No fue la única complicación derivada de ese rapto de ira. El anuncio de que cometería una balacera a una comisaría le valió a Riquelme una imputación concreta el año pasado. Lo acusaron por los disparos calibre .380 que cinco días después, el miércoles 27 de diciembre de 2023, impactaron contra la seccional 19ª en la zona sudoeste. Fue imputado por ese atentado en una audiencia hace un año en el Centro de Justicia Penal. Entonces el acusado, conectado por videoconferencia, denunció que lo tenían aislado “como un perro”, sin colchón y sin cubiertos, en castigo por aquel incidente con los guardias. “¿Con qué necesidad voy a mandar a balear una comisaría que está a 150 cuadras de mi barrio?”, se defendió.
El atentado a la seccional ocurrió a las 2.30 de la madrugada y fue ejecutado por personas que se movían en un auto oscuro y que realizaron al menos siete disparos, de los cuales seis dieron contra el frente y otro en un auto. Luego dejaron una nota manuscrita con la inscripción “Mario Pino dejá de batir la cana plantate gil”. En la imputación que realizó el fiscal rosarino Franco Carbone también se sugirió que Riquelme estaría detrás de las amenazas al gobernador Maximiliano Pullaro.
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“Me imputan balaceras en una comisaría sin tener ninguna prueba. Cada vez que balean una comisaría fue Fran Riquelme”, había dicho indignado el acusado en aquella audiencia, cuando su defensa planteó que la referencia a un tal Pino daría cuenta de una motivación diferente al conflicto en Ezeiza.
En agosto del año pasado la Fiscalía dispuso el archivo de esas actuaciones al advertir, en un “nuevo análisis de la evidencia”, que no se habían reunido elementos de prueba suficientes para fundar la acusación por los disparos a la seccional 19ª.
Alto perfil
Riquelme, de 32 años, está preso desde el 3 de abril de 2020 por el ataque a balazos a Mariana Ortigala, una ex colaboradora de Alvarado que luego se acercó al círculo de Guille Cantero, jefe de la banda rival. Desde entonces el nombre de Francisco tuvo constante resonancia en las noticias policiales. No sólo por la guerra entre su banda, gestada en prisión, con una facción ligada a Los Monos, sino también por la escalada de atentados a edificios públicos que le atribuyen. Balaceras a escuelas y oficinas penitenciarias ordenadas desde la cárcel.
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Hace un año, como resultado de la por entonces reciente aprobación de la ley de narcomenudeo, dos casas históricas ligadas a la familia Riquelme fueron derribadas por haber sido usadas como búnkers de drogas o estar conectadas a incidentes violentos. Se trata de una construcción de Felipe Moré 612 bis, en la que vivía Francisco antes de ser detenido en abril de 2020, y otra ubicada justo enfrente al 600 bis, atribuida a su hermano Jonatan, alias "Jonita". Jonita por entonces estaba prófugo y en diciembre pasado fue detenido en Caballito. Lo acusaron de un homicidio y quedó preso en Piñero.