Un móvil que patrullaba la zona norte fue avisado por el sistema 911, a raíz de una denuncia anónima, que en un pasillo de Sabin al 1400 bis se encontraba un hombre con signos de heridas graves en su cabeza ocasionadas por un disparo y una posterior caída.
Al llegar, los efectivos encontraron a Gonzalo David Pereyra, de 27 años tendido en un pasillo con sangre en la cabeza y muy mal herido. Apenas podía balbucear, por lo que los efectivos se contactaron con el Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies) y al llegar la unidad, un médico examinó al hombre y constató su fallecimiento por un probable traumatismo de cráneo.
Tras ello, se comunican con con Fiscalía de Homicidios Dolosos y la fiscal Marisol Fabbro dispone la presencia de un gabinete de la Policía de Investigaciones (PDI), entre otras medidas. En tanto, en la revisión posterior del cuerpo se corrobora que tenía una herida de arma de fuego en el rostro.
Se trata del segundo homicidio notificado este sábado, luego del de un hombre de 26 años que fue rematado a tiros dentro de su casa en zona oeste.
La zona donde mataron a Pereyra es un antigu asentamiento surcado por pasillos sinuosos, Gonzalo Pereyra no era oriundo de la zona ni vivía en el lugar. Al ingresar por Sabin, la continuación de avenida de la Travesía, un pasillo ancho desemboca en una cancha de fútbol, la "canchita" que referencia a los vecinos.
Los búnker.
En uno de los pasillos se encuentra uno de los búnker de venta de drogas, una casa de altos. El otro está tomando por un corto pasillo que desemboca en la canchita. Los vecinos dicen no haber escuchado nada pero a poco de andar por los pasillos aparecen los indicios del homicidio.
"Este muchacho no era de acá, era de Reconquista y estaba conviviendo con una mujer. Parece que consumía. No se escuchó mucho anoche, un par de gritos y dos tiros. Cayó ahí no más. Es que esa vida no es buena", comentó un vecino. Por eso, por que no era del lugar muchos ni lo conocían. "Esta mañana vimos que los pibes que venden en el pasillo se fueron todos arriba de sus motos. De este pibe ni me acuerdo la cara. El barrio estuvo tranquilo el año pasado. Venden pero no hay tiros", dijo otra vecina.
El sábado por la tarde en los pasillos estaba plagado de policías. Caminaban por los lugares que habitualmnete recorren los transas. La Policía de Investigaciones (PDI) había recogido las vainas y al rato se fueron. Así volvió la tensa calma al barrio al que todo le falta.