Con una mezcla de de asombro y espanto. Asombro porque como politólogo a uno le gusta entender por qué está pasando lo que está pasando. Y espanto por ver lo que está pasando. En el Congreso Internacional sobre Democracia hubo un panel sobre “La Argentina de Milei”. Intentamos indagar qué es lo que está ocurriendo, qué es esto que estamos viendo. En primer lugar, Milei es un energúmeno en el sentido literal. La Real Academia lo define como alguien que actúa generalmente de manera violenta, y eso es Milei. Pero esa violencia simbólica y gestual es lo que lo hizo destacarse como un opinador en los medios y destacarse como un candidato ignoto para las presidenciales, que hoy ocupa la centralidad política en la Argentina. No es algo anecdótico, es constitutivo como actor político esa violencia discursiva y gestual que divide entre buenos y malos. Y, de ese modo, logra algo que hoy vale mucho, que es ocupar el centro del ring de formas cada vez más diversas, incluso algunas con cuestiones que van contra cualquier manual, como discutir contra las Universidades públicas en la Argentina, que es una de las cosas que nos enorgullecen a todos, sin diferencia partidaria. Lo que le importa es estar ocupando permanentemente el centro del ring.
La Real Academia define a un energúmeno como alguien que actúa generalmente de modo violento, y eso es Milei” La Real Academia define a un energúmeno como alguien que actúa generalmente de modo violento, y eso es Milei”
Si él es violento y cosecha bastante adhesión social, ¿quiere decir que estamos frente a una buena porción de la sociedad que es violenta?
No, no. Lo que ocurre es que él canaliza y expresa una bronca de una continuación de dos gobiernos muy malos, como fue el desastre de Mauricio Macri y el de nuestro espacio político. Fueron ocho años en los cuales se dijo una cosa y se hizo la otra. Se prometió algo que no se hizo. Los argentinos veían que nuestros salarios valían menos, que la inflación crecía y que había un desorden cada vez más marcado. Frente a todo eso, Milei tiene autenticidad. Es alguien que injuria, que insulta, pero que sin duda es auténtico. Y la gente observa una autenticidad que no veía en gobiernos como el de Macri y Fernández. Macri se hacía el republicano y mandaba perseguir y encarcelar a los opositores. Alberto hablaba del fin del patriarcado y está denunciado por pegarle a su pareja. O cuando en la pandemia hablaba de la importancia de cuidarnos entre todos y terminó haciendo una fiesta en Olivos. Esa hipocresía de los últimos dos gobiernos explican cómo alguien que gritaba y se enojaba tanto canalizó la bronca a la sociedad.
¿Sorprende que algunos referentes que antes daban lección de las formas republicanas hoy digan que está bien que Milei insulte porque eso es lo que demanda la sociedad?
Hay todo un sector grande en la Argentina que hizo durante años una prédica del republicanismo y se oponía a nuestros gobiernos por el tema de la forma, los cuidados institucionales. Decían que teníamos malas formas, que los tratábamos mal y ahora se ven en la tarea de defender este gobierno. Entiende que deben sentirse mal e impotentes, porque tienen que decirse lo que dijeron casi toda su vida. Tienen que inventar historias cada vez más ridículas para justificar lo injustificable. Nadie que mínimamente defienda la República, la democracia, el estado de derecho, puede estar de acuerdo con Milei.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital.
Salvo un grupo más institucionalizado, y a pesar de que agravia a sus símbolos, casi todo el radicalismo apoya y vota las medidas del gobierno. ¿Cómo lo explica?
Milei es mucho más antiradical que antiperonista. La UCR y el PRO tienen un gran problema, que es que comparten electorado con Milei. En cambio, nosotros no. Muchos de los que votaron a Milei son los mismos que votaron los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC). Entonces, están en tensión por eso. Milei juega con eso y los pone contra la pared, por eso puede insultar a Raúl Alfonsín, juega con la debilidad del otro. Cuando uno empieza un diálogo insultando es porque quiere que ese diálogo no continúe.
Sin embargo, hubo muchos que votaron al Frente de Todos (FdT) en 2019 y luego a Milei. La Libertad Avanza (LLA) también le comió votos al peronismo. Ocurrió en barrios populares de Rosario, por ejemplo.
Es una derecha popular, por eso no es antiperonista, por eso es más antiradical que antiperonista. Por eso habla bien del gobierno de Carlos Menem, algo que casi nadie se había atrevido a decir en los últimos años. ¿Qué conciencia tienen los pibes de lo que ocurrió hace diez años? Nada. Se acuerdan que pasó hace cuatro o cinco años, como mucho. Después está el discurso exacerbado que tuvimos nosotros, que generó bronca en la pandemia: “No salgas, no corras, quédate en tu casa, no seas asesino”. Perseguimos a un pibe con una tabla de surf como si fuera un criminal de guerra nazi. Hacíamos toda esa parafernalia y, después, los pibes veían una foto de Alberto en la fiesta de Olivos. ¿Cómo no se iba a enojar la gente? Era lógico. No hay que enojarse con los enojados. Hicimos cosas para que estén enojados.
También hubo mucho desgaste en el gobierno de Alberto por la interna con Cristina...
Una interna totalmente improductiva, absolutamente sin sentido, que para mí tuvo que ver con la falta de un acuerdo previo. Cuando se armó al Frente de Todos, Alberto se junta con Cristina, después se suma Sergio (Massa). Nunca dijimos para qué nos juntamos los peronistas, salvo para ganarle a Macri. No hubo un programa. Estaban las diferencias y, en vez de plantearlas, se las ocultaba cada vez más hasta que explotó a luz del día. Incluso las diferencias se planteaban a través de cartas en las redes sociales. Yo llamé a eso el "pimpinelismo de Estado", como cantaba ese dúo de los hermanos Galán: “Tu me dijiste, tu me engañaste”. La gente quería vivir mejor, que la guita le alcanzara para llegar a fin de mes, que los precios no siguieran subiendo y veía toda esa discusión.
¿Eso explica el fracaso?
No solo eso, faltó liderazgo. Un presidente, como el término lo indica, preside. Fernández no quiso presidir. Para mí, Alberto es el clásico ejemplo de esas personas que no quieren pelearse con nadie y terminan peleándose con todos.
Fernández es de esas personas que no se quiere pelear con nadie y termina peleado con todos” Fernández es de esas personas que no se quiere pelear con nadie y termina peleado con todos”
Si a esa interna a usted le cuesta entender, ¿cómo explica la actual entre Cristina, Quintela y Kicillof?
Tiene que ver con malos manejos de ambas partes. Para los peronistas nunca fue muy relevante quién maneja el partido, no somos como el radicalismo. En líneas generales, siempre la titularidad del PJ la obtienen dirigentes importantes, pero no involucra la discusión nacional. Lo hizo mucho tiempo y muy bien José Luis Gioja, lo hizo mucho tiempo y muy bien Eduardo Fellner. Pensar que una figura como Cristina, con la fuerza y la impronta que tiene en un cargo así, para mí siempre fue un error. Y también por el lado de Quintela. Como nadie quería ser, lo empezó a construir, a generar consenso y, de repente, aparece la candidatura de Cristina. Esa cuestión de estar discutiendo con la gente que está enojada, que le pide a la oposición estar peleando por sus derechos, contra las políticas del gobierno, y no discutiendo por los avales. No sirve que Cristina quiera ser presidenta del PJ, pero bueno, ella es la que más votos tiene.
Cristina argumentó que quiere presidir el PJ para enderezar lo que se torció. ¿Cómo interpretó su carta aceptando el desafío?
No me gustó tanto. El peronismo hoy tiene la menor cantidad de gobernadores de la historia y ella entra insultando a Raúl Jalil y a Osvaldo Jaldo porque son los más cercanos a la gestión de Milei, pero luego se pelea con los dos más lejanos al Ejecutivo, como son Quintela y Kicillof. Me parece que eso no sirve. Es un momento para sumar y bajar la tensión en lo discursivo. También más humildad para hacernos cargo de lo que pasó. La última carta de Cristina, tiene cosas muy buenas, pero de los últimos cuatro años no dice una palabra. Hagámonos cargo de los errores que cometimos esos cuatro años para que nos vuelvan a creer.
El próximo hay elecciones, ¿cuál es el desafío que enfrenta el peronismo?
Seguir manteniendo el bloque unido en la cámara baja y tratar de no perder un diputado más, tratar de sumar. Mi amigo Germán (Martínez) viene haciendo una tarea muy buena. Al principio, nuestros bloques diputados y senadores tomaron una actitud más testimonial. Ahora me parece que se pusieron a articular con otros sectores, por más que Milei siga vetando. Lo más importante que tenemos que hacer como peronistas es trabajar generando en cada uno de los territorios, porque finalmente son 24 comicios distritales, no una elección nacional. En cada uno de esos 24 territorios hay que generar las opciones más amplias y poderosas para derrotar al gobierno. Me parece que el objetivo central del peronismo no tiene que ser cuántos diputados o senadores metemos o perdemos sino cómo armamos opciones que hagan que el gobierno salga derrotado. Porque si casi sin legisladores, como tiene ahora, lograron hacer las barbaridades que hicieron,imaginémonos si logran una victoria legislativa.
¿La idea entonces para el PJ es hacer acuerdos distritales más que nacionales?
Sí, no meterse en grandes discusiones, no pegarle más al gobernador de Buenos Aires. Cuidemos a Kicillof, cuidemos ese gobernador que es importante para todos, que viene gestionando bien. No le hagamos internitas tontas. Cuidemos lo importante, porque para la elección nacional falta.