Tras el homicidio del líder de la barrabrava de Rosario Central, Andrés Pillín Bracamonte, el gobierno provincial avanzó en un operativo contención, no solamente como forma de prevenir alguna eventual réplica criminal sino principalmente para desactivar toda especulación acerca de un rebrote de violencia en la ciudad.
El crimen fue un cimbronazo por el peso que tenía Bracamonte, de innumerables ventanas delictivas imputadas, pero también porque se ejecuta en un momento en que los homicidios y ataques de armas de fuego bajaron un 70% y se comienza a cambiar la percepción de la seguridad y borrar prejuicios.
Más allá del hecho en sí, lo que busca la administración del gobernador Maximiliano Pullaro es no perder ese logro desde el plano objetivo, es decir, que este episodio no sea el primero de una secuencia violenta. Pero tampoco desde lo discursivo en momentos en que habla de un renacimiento y vuelta a la normalidad de la vida pública de Rosario.
Pillín Bracamonte, lo que viene
“Vamos a poner todo lo que esté al alcance desde la provincia, Nación y municipio para evitar que este hecho sea utilizado para instalar un regreso al pasado. Nos costó mucho salir de una dura situación con los dos años anteriores que cerraron con 300 homicidios dolosos, y vamos a cuidar al máximo lo logrado en estos once meses el trabajo conjunto para que puedan seguir viviendo tranquilos”, afirmó el ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni en ronda de prensa este lunes.
Luego agregó: “Seguir reforzando la prevención en calle y evitar cualquier especulación de un rebrote de violencia que se ha dicho”. Ante esta situación límite, la idea oficial del gobierno fue mostrarse rápidamente bajo control, ordenado y sin fisuras en lo operativo con Nación, y con planificación para lo que viene que tiene un componente de incertidumbre.
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Andrés Pillín Bracamonte fue líder de la barra de Rosario Central por 30 años
FOTO: CELINA MUTTI LOVERA / ARCHIVO LA CAPITAL
No es un crimen más, está claro. El desafío de las autoridades es cerrar esa ventana temporal que se acaba de abrir con los cinco balazos que le quitaron la vida a Bracamonte el sábado a la noche en las inmediaciones del Gigante y que generó interrogantes sobre el mapa delictivo y sus futuros reacomodamientos. La investigación penal para dar con los autores materiales y sobre todo intelectuales será clave en cerrar esa ventana. “Este tipo de hechos producen conmoción y son disruptivos donde todo el mundo pregunta qué va a pasar”, reconoció el ministro.
Si bien un crimen de tinte mafioso como el de Pillín es un hecho singular en el universo de la inseguridad, sin dudas significa en un mojón en estos diez meses en que el gobierno se ganó el crédito por la baja de los índices del delito. La violencia no terminó, pero la paz tampoco.
“No hay que minimizar el hecho y sus implicancias por eso se hizo un despliegue policial que está trabajando con el Plan Bandera y el comando unificado federal”, comentó Cococcioni. En conclusión, el gobierno está en una búsqueda de equilibrio: ni desdeñar el episodio, ni magnificarlo.
De hecho, el sábado a la noche se formó una mesa específica de trabajo y el domingo temprano llegó el equipo de Seguridad de Nación con la secretaria del área, Alejandra Monteoliva. En el marco de la colaboración con una acción conjunta estuvieron revisando y coordinando el despliegue, y reforzando zonas. “Estamos garantizando la situación con los recursos que sean necesarios porque es importantísimo para la ciudad y para el país devolverle la tranquilidad a la ciudadanía”, dijo Monteoliva.