Pese a los exabruptos presidenciales que ya forman parte del paisaje político, para la Casa Gris la reunión entre Milei y los gobernadores fue “muy buena”. La conversación se extendió durante tres horas y fue la primera vez que pudieron sentarse a charlar. Hasta entonces, sólo habían compartido cruces exprés. “Hubo buena predisposición del presidente para escuchar y no patear ninguna pelota afuera”, destacan.
Eso sí: volvieron livianos de acuerdos concretos. La excepción: Milei se comprometió a sumar a las provincias de la Región Litoral al debate de la concesión de la hidrovía.
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En obra pública, la cesión de las rutas y las deudas de Nación las negociaciones siguen en punto muerto. “Los gobernadores no traen plata, se traen la promesa de que nos los castiguen en las redes”, dice un analista.
En el entorno de Pullaro aseguran que no cambiarán la estrategia. Provincialización a full. Los temas que están judicializados, como la deuda de la Ansés con la caja de jubilaciones, seguirán por ese andarivel. “En cada discusión nos vamos a parar a favor o en contra en función de lo que represente para Santa Fe”, plantean.
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Milei y su entorno parecen haber tomado nota de que las provincias empezaron a agruparse y quiere prevenir cualquier foco de revuelta federal. Aunque la ola regionalista no representa —hoy— una alarma para la Casa Rosada, los jefes locales muestran capacidad para articular intereses, más allá de las diferencias ideológicas.
En este marco, el Régimen de Reparación Federal que anunció el ascendente Lisandro Catalán —el ministro del Interior de hecho de Milei— para sanear las cuentas provinciales genera cautela en el gobierno santafesino. “Son jugadas más para no pagar que para encontrar soluciones rápidas y concretas”, deslizan.
Milei, fortalecido
De todos modos, Milei llega en una posición sólida a la previa del año electoral. Cuenta con apoyos en la clase media-alta que tiene reservas para atravesar el desierto de la recesión, pero también en los escalones inferiores de la pirámide social.
Pese al hachazo al bolsillo en el primer trimestre, la vieja base del peronismo convalida por ahora menores ingresos a cambio de estabilidad y sobrevive en la jungla del mercado con empleos precarios.
A esa proto coalición social menemista se suman los varones centennials y quienes se vuelven a arrimar al gobierno ante la reaparición de Cristina como principal referencia opositora.
El problema lo tienen los gobernadores. Ellos también son artífices del “ajuste más grande de la historia”. Pero no disfrutan los beneficios políticos del saneamiento de las cuentas fiscales y sí pagan sus costos. Sobre todo, los que tienen menos oxígeno financiero: tuvieron que frenar la obra pública y se vieron reducidos a gerentes de recursos humanos. Pagadores de sueldos elegidos por el voto popular.
“A diferencia de otros gobernadores, Maxi tiene la ventaja de que hizo caja y le permite hacer obra pública”, señala un integrante de la mesa chica de Pullaro.
Eso no significa que la sociedad no pase factura. Según el último relevamiento de la consultora CB, Pullaro está tercero en el ranking de imagen de los gobernadores. Comparte podio con el tucumano Osvaldo Jaldo y el chubutense Ignacio Torres. Pullaro tiene 61,5% de imagen positiva, pero perdió 1,4% entre octubre y noviembre.
Según el laboratorio pullarista, que ausculta minuto a minuto el humor social, el pequeño bajón se ubica dentro del margen de error estadístico. La imagen debe caer dos meses seguidos para identificar una tendencia, señalan.
La caída puede explicarse por las oscilaciones del voto blando. Son electores volátiles, que pueden haber elegido a Pullaro porque no los convencía el resto de la oferta política, y se acercan o se alejan del gobierno en función de los resultados de la gestión y ciertos hechos políticos, como la foto con Milei.
La leve caída también puede ser un saldo de los conflictos que abrió el gobierno con sectores que tienen anclaje social, como los docentes, los empleados de EPE y Aguas Santafesinas e incluso el heterogéneo mundo judicial.
La reforma judicial, un termómetro político
El amparo concedido esta semana a 18 jueces y cónyuges de magistrados fallecidos entusiasma a quienes resisten a la reforma previsional, pero en Unidos no ven una ola de medidas judiciales en contra del proyecto que impuso un aporte obligatorio y topes a quienes más cobran. “¿Quién se va a hacer cargo del costo económico, el juez?”, pregunta un dirigente de la mesa chica del oficialismo.
La reforma judicial, que se encamina a tener media sanción este jueves, es para Unidos un termómetro de la reforma constitucional. En la alianza entre la UCR, el PS, el PRO y otras fuerzas tienen expectativa en sumar votos desde la centroizquierda y el peronismo al proyecto que aumenta a siete los asientos en la Corte Suprema y fija la edad límite en 75 años.
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Pese a los gestos recíprocos en la última semana, en el PS descartan cualquier tipo de alquimia electoral de Unidos y La Libertad Avanza: “No tiene viabilidad”, sentencian.
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Son gestos de un sistema político en plena metamorfosis. Aparecen contactos impensados poco tiempo atrás, como los de Amalia Granata y Marcelo Lewandowski. Aunque el peronismo santafesino tiene un largo historial de búsqueda de outsiders de centroderecha —como Carlos Reutemann y Miguel Del Sel— eso no significa necesariamente que el diálogo entre la diputada celeste y el senador nacional decante en un armado electoral, pero sí que puedan tener intereses convergentes en el corto y mediano plazo.
Irónicamente, el orden relativo pero orden al fin que consiguió Milei en los ámbitos donde se juega la gobernabilidad desordena a la política. Ya sea para plantarse en la oposición dura como para cobrar más caro su apoyo al experimento libertario, en la dirigencia esperaban un año más turbulento en la economía, el Congreso y la calle.
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En este contexto, el triunfo de Donald Trump le da combustible a la narrativa de Milei y lo invita a acelerar en el tránsito a su segundo año de gobierno.
En términos de experiencia política y poder institucional, Milei está mucho más cerca de la primera presidencia de Trump. Sin embargo, la supervivencia del magnate como principal opositor en un clima de polarización extrema y su regreso a la Casa Blanca amplían el horizonte temporal del execonomista de la Corporación América.
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Aún en el caso de que pierda en 2027, si Milei termina su mandato en tiempo y forma, logra bajar la inflación y le da cohesión a su fuerza política, puede pensar en una vuelta al poder, en un momento en que los electorados son más exigentes con la performance de la economía que con las credenciales democráticas de los candidatos.
El efecto Trump en Santa Fe
Un interrogante es cómo puede impactar en la provincia la victoria de Trump. El antecesor y sucesor de Joe Biden reseteó la matriz conceptual del Partido Republicano, que abandonó su histórica posición librecambista y abrazó el proteccionismo.
Un sector del oficialismo ve con preocupación el futuro por la prescindencia de Milei en el terreno productivo. “El gobierno dice déficit cero y el resto está en segundo plano, no estamos incluidos en una estrategia de inserción internacional”, lamentan.
En otra ala de Unidos creen que la escalada entre EEUU y China puede abrir una oportunidad para la agroindustria. “Una guerra comercial puede beneficiar a Sudamérica”, interpretan. Durante el primer trumpismo creció la exportación de derivados de la soja al gigante asiático. Como sucedió con el swap, otra vez el Partido Comunista chino podría tirarle un salvavidas a Milei.