“¿Cómo no vamos a elegir Rosario?, Rosario nos elige a nosotros” le dice en entrevista exclusiva para revista Sociedad. “El año pasado no fuimos porque fue una gira rara, “desplazada”. Teníamos compromisos del año 2020 y los cumplimos mayormente. Dos años después armamos la gira con las fechas de 2020 y lo que pudimos agregar. Lo pensamos como una gira de dos años y acá estamos”, agrega.
Cuenta que para estos shows “este año nos ensamblamos en Madrid, tuvimos en cuenta el repertorio del año anterior y nuestras sensaciones en el ensayo. Dos semanas en una sala de Madrid, cerca de la estación de trenes de Atocha, vino Niño Josele. Ensayamos 25 canciones más o menos, elegimos 22 y en las pruebas de sonido preparamos más cosas”.
_¿Qué perfil de Andrés Calamaro disfrutás más vos, ¿el de laboratorio en un estudio o el guerrillero del vivo?
_Optar y elegir son dos cosas distintas. Fui un guerrillero en el estudio, en sesiones interminables, en estudios grandes y en húmedas habitaciones sin casi equipos. Una gira dura es otra cosa, son meses, cada día es una cuerda floja, sujetos a viajes, cambios abruptos de temperatura, dolencias, distancias, alturas. Somos quince personas viajando seis meses, terminamos en Argentina y volvemos a empezar. Una gira es inquietante cuando queda todo por hacer, parece imposible. Ahora estamos en la parte final, que tampoco es recta. Recorrimos la costa este de Estados Unidos de sur al norte, vamos a Puerto Rico y la siguiente es Buenos Aires.
_Fuiste el productor de tu generación, con artistas contemporáneos y disímiles como Los Enanitos, Los Cadillacs, Don Cornelio y Man Ray, donde se definían perfiles musicales, y por ende, músicas de época. ¿Sentís que sos referente de esa camada de músicos?
_No creo. Los Cadillacs tienen mucho carácter y suficientes referentes universales, un sanedrín de estudiosos e investigadores. Ahora soy un referente profesional porque hacemos giras buenas, somos organización independiente, tenemos territorio, buenas relaciones con las discográficas, con los músicos y con los empresarios en América Latina. Hacemos las cosas como nos gustan, todo: discos, promociones, cada detalle. Musicalmente somos lo que somos, presumimos de repertorio que gusta y de equipo muy bueno en los recitales. Con Los Fabulosos nos encontramos hace más de treinta años y seguimos amigos, ellos fueron un referente para mí.
_En los ochenta fuiste parte de la cultura joven, y a juzgar por comentarios tuyos, estás al tanto de lo que está haciendo la juventud que protagoniza hoy la escena musical en Argentina. ¿Cuán importante es la cultura joven para el desarrollo cultural –valga la redundancia- de un país y/o continente?
_Dudo que haya formado parte de una “cultura joven”, prefiero creer que éramos culturales y rockeros transversales. Empecé muy joven y tocando con músicos y personas más hechos. “Desarrollo cultural” es mucho decir, estamos mayormente subyugados por una actualidad transgénica, el contraste moral -y la sanata- son el suicidio asistido del desarrollo cultural. Estamos ensoberbecidos por cuestiones ideológicas y puritanas que ni nos tomamos en serio, solo con muecas. Los jóvenes estamos al horno, sin dinero, aislados del mundo, con déficit de atención, diagnosticados o medicados. La batalla cultural es severa, grave, nos esperan tiempos recios. Importaría darse cuenta, fuimos arrastrados, marginados, engañados, confinados; respondimos con obediencia y fanatismo delator. Hay una agenda en marcha, vienen por nuestros ojetes.
_¿Por qué creés que tu obra sigue vigente y todavía hay un montón de personas que quieren escucharte?
_Creo que estas canciones gustan porque las canto yo o a pesar que las canto yo. Somos buenos en vivo, no nos hipotecamos con nostalgia, salimos de las zonas de confort, jugamos de visitantes, nos exponemos sin secuencias ni nada fuera de la tracción a sangre. Esta es la música en tiempo real, podrían desaparecer todos los discos, el streaming y la radio, que seguiríamos tocando como ahora. Somos una comunidad latina que escucha estas canciones hace veinte o más años, nos acompañamos en todas, lejos de casa, frente a la soledad y la muerte, mientras crecimos, formamos familias … la música es la luz en el camino. Puede caerse el wifi del mundo, pueden burlarse los otros, aquejarnos el mal físico … nosotros tocamos con humildad, una tarea invisible pero tampoco silenciosa.
_Hay un dicho popular que dice “Seguro hay una canción de Andrés Calamaro que explica cómo me siento en este momento”. ¿Qué te pasa con eso?
_Tengo canciones para transitar momentos terribles, lúgubres; algunas ni me atrevo a escucharlas. Escribí muchas canciones, me pareció que no tenía suficiente repertorio y me apliqué en escribir más. Creo que fui hereje con la “primera persona” porque en la literatura es un ripio infame, sin embargo permite -a quien escucha las canciones- hacerlas propias, es mi forma de desaparecer y que uno ensamble las canciones según sus propios sentimentalismos o recuerdos. No hay canciones tristes, todas son divertidas. Tarde o temprano.
_Sos el constructor de muchos hits, y también de “Mil horas”, que hasta supera esa categoría, siendo de las canciones más populares de la historia argentina, de esas que realmente la sabe todo el mundo. Quienes no escuchan música, y quienes sí escuchan. Personas octogenarias, y niños. ¿Cómo salió y cuál es el secreto de “Mil horas”?
_El “secreto” con “Mil horas” fue la intuición de Pelo Aprile, que nos reunió en un almuerzo para pedirnos que le dejemos elegir la estrategia con el álbum, fue el único que lo vio. Tampoco había mucha posibilidad de maniobra en aquel entonces, no teníamos contratos panamericanos, solo se podía intentar que una canción se escuche en la radio y poco más; una única oportunidad. La letra da a entender que esperar dos horas es esperar demasiado, menciona cosas que se pueden llevar en un bolsillo, piedras, estrellas y un cohete que remite a Little Feat en “Rocket in My Pocket”. Fue Pelo, nadie más pensó que podía ser una canción exitosa, ni mucho menos popular en toda América.
Andrés Calamaro - Mil horas. Made in Argentina. Directo 2005
_Te gusta el reggae y en toda tu obra lo has tocado mucho. En 1982, el primer disco de Los Abuelos de la Nada tenía reggae. También “Corpiños en la madrugada”, de Sumo, y el Fontova Trío, del mismo año. ¿Cómo llegó el reggae a la escena de la época?
_Los sonidos hay que descubrirlos y después estudiarlos bastante, buscar esos discos, juntarse con amigos que escuchen discos buenos, saber escuchar. Lo mismo con el reggae que con otras cosas. Intento encontrar esos venenos y que me mejoren como músico y persona, también cosas fuera de la música. El reggae lo escuchamos porque había fabulosos discos grabados para descubrir y disfrutar, Wailers, Toots, Burning Spear; los genios del dub, Dr Alimantado, Trojan … Ya estaba metido en el rock vía Jamaica y Londres. No va a ser solo el reggae, aprender y descubrir es ancho y no es ajeno, no tiene vuelta atrás.
_Te caracterizaste en toda tu carrera por lo prolífico de tu obra, y mostrar casi todo lo que hacés. ¿Es tiempo de disfrutarla y sacar canciones nuevas cuando pinte?
_Disfrutaría escribiendo un disco como Morales de Kendrick Lamar y también lo sufriría un poco. Es un modelo de disco excelente en todo. La siguiente grabación se presenta ambiciosa pero distinta, standard y diferente, no habitual para un cantor de mi especie. Presentar canciones no es la prioridad de un artista musical, tenemos otras cosas.
_Alguna vez dijiste “La democracia es cruel”. ¿Volverías a tener una banda donde las decisiones musicales no pasen solo por vos?
_No lo decía por eso, es parte de una larga conversación con un muy buen amigo de Sevilla. Nos estábamos sincerando ideológicamente. Tampoco tiene conexión con una forma más o menos monárquica de hacer las cosas. Las decisiones musicales no pasan todas por mí, al contrario. Nunca digo a mis compañeros lo que deberían tocar, me ocupo de mis partes y tocamos más de lo que hablamos. Todos somos especialistas, respeto eso y hablo poco; este año tuvimos una breve conversación en Tampa antes de tocar y fue suficiente. Es en el escenario en donde, acaso, puedo cumplir y apretar un poco.
_Hace poco falleció Ricardo Iorio, y se reflotó el suceso por el cual lo bajaron de cantar el Himno Nacional Argentino antes de un partido de la selección de fútbol, supuestamente porque la gente protestó la decisión por ideas políticas que había expresado los últimos años. ¿Creés que definitivamente hay que separar al artista de su obra?
_Todo eso me parece un disparate, ni a las obras ni a los artistas nos importa lo que “separen” o piensen los demás porque viven en permanente sanata blanda; imponernos regímenes morales es ridículo y estamos entrenados en contra de eso, convencidos. “Separar la obra del artista” ¡cómo si supieran qué es ser un artista! Ricardo fue uno de los grandes argentinos de todos los tiempos, un tesoro cultural de cuarenta años de sacrificios rockeros, una leyenda del metal, un poeta con corazón de león, un humilde señor que cantó a nuestra tierra desde el Sur, en clave de tangos, milongas o dulces canciones de Miguel Abuelo. Basta de absurdos, Argentina es Ricardo Iorio.
_¿Sentís que sos una persona querida por tus colegas? Por ejemplo, ¿Cuánto te honra haber sido el único invitado a un show en vivo en la historia musical del músico más convocante de Argentina, el Indio Solari?
_Sí, claro. Los músicos nos queremos mucho y nos conocemos, los fundadores me conocieron de adolescente, nos juntamos siempre que pudimos. Fuera de la música también, estoy en mesas chicas y en todas las bandas de turros de Argentina. Mis pares saben de las batallas anti caretas que libramos. Saben de las renuncias, de las alegrías, de la humildad con que nos tratamos. Con Indio cerramos un círculo completo de amistad y confianza cuando grabamos “Veneno paciente” y la cantamos juntos, una tarea de amistad. Nos conocemos hace muchos años todos, en tiempos remotos ya eran Patricio Rey y les vi en la que podría ser su primera presentación capitalina, un 29 de agosto.
_Cantás “Soy muy sensible a la belleza, por eso pierdo la cabeza con tanta facilidad”. ¿Por qué otras cosas perdés la cabeza?
_Es un verso en una canción, me representa a mí o a cualquiera, es el Síndrome de Stendhal. Soy abstemio e insomne, es mi condición. No puedo perder completamente la cabeza. Ni terminar de encontrarla. Siempre estoy sobrio y no duermo de noche. Póngase en mi lugar.