La diputada provincial Amalia Granata no muestra nuevo libreto para encarar la elección a convencionales constituyentes que tendrán la tarea destacada de reformar la Constitución provincial. Arrancó la campaña con los tapones de punta contra el oficialismo y con un chip algo desacomodado al contexto que se discute.
Hace 62 años que la Constitución de Santa Fe no tiene ni una coma modificada y se pone en marcha un proceso radical para el futuro de la sociedad santafesina. Más de seis décadas que obligan a los convencionales a un trabajo propositivo, solvente y sobrio, algo difícil de pedir para algunos casos en tiempos en que se impone como estrategia la confrontación sin filtros.
Granata se encierra en ese casillero. El año pasado eligió los ataques discursivos, por ejemplo, en el debate por la necesidad de reforma constitucional. Lo hizo de manera intensa desde los medios ya que durante la sesión que se trató se encontraba en Roma. Su mayor protagonismo lo tuvo durante la reforma previsional en el recinto y luego en la Justicia para frenar la ley para impugnar la sesión que tuvo disturbios y una votación a las apuradas. El amparo naufragó.
Amalia Granata y el lanzallamas
Si bien en aquel episodio de la previsional dio argumentos políticos y usaba estrategias discursivas válidas, en un momento denunció la compra de diputados de su bloque, pero nunca avanzó con alguna denuncia formal y terminó siendo pirotecnia. Su búsqueda fue de posicionamiento opositor y lo logró, como también incomodar al oficialismo.
De cara a las convencionales, el manual ni la mira cambiaron. Afiló la lengua y arrancó a atacar sin cesar en sus redes sociales a los integrantes de Unidos y, en especial, al gobernador, desde el mismo día del cierre de las listas a convencionales. La diputada empuñó oportunamente el repunte de la violencia en enero para llevarlo al terreno casi personal con el gobernador Maximiliano Pullaro y otros funcionarios. La apuesta es armar agenda desde la acusación.
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Las ofensivas y modales cuestionables parecen ser parte de la nueva política. Granata canaliza como nadie esta práctica en parte porque comenzó su carrera en el plano mediático donde los llamados códigos no son parte del juego y romperlos no asume responsabilidades. "Tenía buena relación con el gobernador, pero desconozco este personaje", dijo en pleno conflicto por la reforma previsional, y lo acusó de "monarca".
La vicegobernadora Gisela Scaglia opinó al respecto en LT8: “Sus ataques hablan más de ella que el resto de la gente. Algunas formas de decir las cosas no solo tienen que ver con la política sino con la madera de que estás hecha una, y hay límites que nunca hay que cruzar, ni en la política, ni en la familia ni en la amistad”.
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La discusión
Vale recordar que algo así intentó la senadora Carolina Losada contra Pullaro, entonces rival en las primarias a gobernador, y no le resultó. Al contrario. Si bien Granata dijo no estar en contra de reformar la Constitución, por el momento sólo manifestó como propuesta la unicameralidad legislativa, tema que quedó fuera del debate de la convención. Hasta ahora un sólo cartucho.
En rigor, las discusiones políticas de una reforma constitucional no tienen nada que ver con este estilo. Más bien las manifestaciones deben ser constructivas y elevar la discusión, no embarrarla electoralmente, más allá del habitual roce de la campaña y la disputa política. No parece que se dejará este estilo de lado una vez celebradas las convencionales, por lo que el riesgo mayor es que se lleve ese lodo al debate en la convención constitucional.