Si el Indice de Precios al Consumidor (IPC) se midiera con los ponderadores actualizados a partir de la encuesta de gasto de los hogares de 207/18, la tasa de inflación acumulada en la era Milei sería 22 puntos más altas que la actual. Esta diferencia explica por qué, aunque el gobierno afirma que en los últimos meses se registró una fuerte recuperación del salario real, las ventas en los supermercados sumaron una baja de casi el 12% en once meses de 2024.
El Centro de Economía Política Argentina (Cepa) exploró esa contradicción. “Desde hace unos meses, el gobierno sostiene que los salarios registrados recuperaron el terreno perdido desde finales de 2023 pero las caídas sensibles que muestra el consumo no dan cuenta de mejora en ese ingreso”, señalaron los economistas de ese centro de estudios.
Para investigar ese desfase, correlacionaron ambos indicadores: la evolución de las ventas de supermercado y la del salario real del sector privado registrado. Y detectaron que el coeficiente fue de 0,838 entre enero de 2017 y noviembre de 2023. Es decir que “muestra una fuerte correlación”. En la práctica, significa que “cuando el salario real crece, crece el consumo en supermercados. Y cuando cae, se reducen las cantidades vendidas”.
En cambio, desde diciembre de 2023 a noviembre de 2024, el comportamiento cambia sustancialmente. La correlación pasa a ser de -0,05. Es decir, los consumos de supermercados se escinden del comportamiento del salario real.
¿Cómo se explica esta divergencia?. Desde el Cepa responden que la medición de inflación actual no representa la canasta de consumo de los argentinos, de modo que “refleja una recuperación salarial distorsionada”.
“No tiene sentido sostener que existe recuperación salarial en los niveles que menciona el gobierno; en términos teóricos, convalidar esa tesisimplicaría aceptar que buena parte de la sociedad está en condiciones de consumir los mismos bienes que en noviembre de 2023 (leche, carne, yerba, etc), pero elige no hacerlo”, señaló el Cepa.
La medición
Según su análisis, la medición de inflación del Indec, por la que se deflactan los salarios, no representa los verdaderos consumos de los argentinos porque subpondera el peso de servicios (luz, gas, transporte). Así, la inflación está bien calculada de acuerdo a la metodología vigente pero la canasta no es representativa del consumo de los argentinos.
La clave de esta distorsión, señala el estudio, está en los ponderadores que utiliza el Indec para el cálculo. Es que para medir la inflación, construye primero una “canasta” de gastos, a partir de una Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (Engho), en la que se determina qué bienes y servicios consumen los hogares en promedio y qué porcentaje del total del gasto se destina a cada bien y servicio. A ese porcentaje se lo denomina ponderador.
Hoy se utilizan los ponderadores del IPC que parten de los gastos de los hogares urbanos de la Engho 2004/05 por región y de las variedades que se relevaban en diciembre de 2015, con precios corridos a la fecha de diciembre 2016”.
Los ponderadores 2004-2005 actualizados a diciembre de 2016, momento del pasaje del IPC GBA al IPC actual, implicaban que los hogares argentinos destinaban el 27% del total de sus gastos a alimentos y bebidas no alcohólicas, el 11% a transportarse, el 9,9% a vestirse, entre los principales rubros. Como el Indec actualizó por precio la incidencia de cada rubro, los datos actualizados a noviembre 2023 arrojan una menor ponderación en vivienda y transporte (se reduce de 9,4% y 11% a 6,3% y 10,1%) y una mayor ponderación en alimentos y bebidas (de 27% a 30,8%).
“Las actualizaciones de los ponderadores vía precios hacen que las variaciones que no son bruscas tiendan a “compensarse” en el tiempo, el problema metodológico se produce cuando hay cambios repentinos en las cantidades consumidas o en la estructura de gastos”, señala el Cepa. Por ejemplo, los aumentos significativos de precios en servicios y transporte no están bien mensurados en el indicador.
La actualización
El Cepa recordó que el Indec cuenta hoy con una herramienta para mejorar la problemática, como son los resultados de la última Encuesta Nacional de Gastos de Hogares (Engho) 2017/2018, que exhibió cambios sustantivos en la canasta de consumo. Entre otros, un crecimiento del porcentaje de gasto que los hogares destinan a los servicios como agua, electricidad y gas, desde el 9,4% de 2016 al 14,5%, un incremento en transporte de 11% a 14,3%; un aumento en Comunicaciones de 2,8% a 5,2% y una reducción de la ponderación de los alimentos de 27% a 22,7%.
“Esta Engho, aunque tiene ya varios años, sin dudas refleja más acabadamente los consumos promedios de la sociedad”, explicó el Cepa, que consideró que el Indec “debe ponerla en funcionamiento”.
Agregó que lo razonable es que estos ponderadores se apliquen antes de los reacomodamientos sustanciales de precios relativos derivados de las políticas aplicadas por la actual gestión. Por ejemplo, en noviembre de 2023. Pero el gobierno prefiere que la actualización se haga a partir de ahora, de modo de “ahorrarse el costo político que significaría un aumento en los guarismos de inflación de los primeros meses del año”.
Inflación extra
Es que los resultados son contundentes: en el período noviembre 2023-octubre 2024, con los ponderadores actuales, la inflación acumulada fue de 159,8%. Con los de la Engho 2017/18, sería de 181,9%. Una diferencia de 22,1 puntos porcentuales en la gestión Milei, o lo que es lo mismo, 8,5% de inflación adicional acumulada.
Esta distancia explica por qué la relativa recuperación que muestran los salarios registrados privados “no se siente”. Con la metodología actual, el poder adquisitivo de este fragmento de asalariados está 1,5% por encima de noviembre de 2023. Sin embargo, con los ponderadores de 2017, la caída de la capacidad de compra asciende a 6,8%.