“Mal, pero mejor”, definen en el gobierno provincial al ser consultados por el vínculo con Terminal Puerto Rosario (TPR), con quien discutió fuerte por la falta de inversión en los muelles y algunas pretensiones de la empresa de estirar la concesión. Negociación en marcha, pero tensión a tiro.
TPR tomó el mando de los muelles I y II de la mano de Vicentin hace unos quince años y unos pocos años después se sumó la chilena Ultramar. Actualmente la cerealera posee un bajo porcentaje del paquete, pero con un arrastre complejo del que TPR no se termina de limpiar. Desde agosto de 2024 el grupo chileno tomó el mando de la empresa y trató de cambiar los tantos.
La concesión del puerto vence en 2032 pero ya en tiempos del gobierno de Miguel Lifschitz (2015-19), TPR propuso la posibilidad de fuertes inversiones a cambio de la extensión de la concesión. Serían unos u$s20/5 millones a cambio de obtener 25 años más al mando, es decir, terminar el contrato en 2057.
Puerto y discordia
Hubo algunos borradores sin oficialización y el exgobernador Omar Perotti lo sacó de la cancha en medio de una relación tirante con la firma. El gobierno de Maximiliano Pullaro siguió en la misma línea y aplicó la estrategia con algo más de suerte.
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El puerto de Rosario es una salida estratégica para la minería y el litio
“Los tipos venían a querer hacer las obras pero por una extensión del plazo de concesión del puerto. Les dijimos que habían incumplido porque habían explotado el puerto y no habían hecho la obra que tenía que hacer. Encima debían el canon. Le dijimos que se olviden y empezamos a buscar para rescindir el contrato. Ahí los tipos pagaron el canon y pagaron el Drei”.
Un millón de dólares de canon, salida de algunos buques y se abrió una ventana. Se tomó como un gesto y los convocaron a una reunión, pero con la condición que lleven un plan de inversión.
“Un plan para la provincia que tenga que ver con lo que tendrían que haber hecho y, obviamente, con lo que van a hacer en el futuro, pero vení y reconoce lo que debés. Si no somos el hijo de la pavota”, sostienen en la Casa Gris.
No sólo ayudó al acercamiento el ponerse al día. En el medio se aprobó el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) y el boom minero tomó mayor pulso. Pullaro quiere que se mueva el negocio del litio y la minería por el puerto de Rosario, un negocio que los chilenos conocen y puntualmente su logística.
¿A buen puerto?
Por lo tanto se abrió una ventana también en ese sentido. “Estamos esperando un plan de inversiones para el puerto”, repite, por su parte, Gustavo Puccini, ministro de Desarrollo Productivo. Los directivos de Vicentin no participan de las reuniones. Tras su caída en el default todo se le resbaló.
Los chilenos que llevan adelante el proceso dicen que legalmente no tienen inversiones incumplidas. Piensan en negociar condiciones en el contrato de concesión porque entienden que no aborda las instancias para las inversiones requeridas. Por eso quieren hablar sobre cómo materializar esas nuevas inversiones.
En ese punto contractual están las diferencias. “Los dos muelles están rotos”, recuerdan en la provincia. Y dejan en claro que no es solamente cuestión de plata: “¿Por qué los tipos ricos vienen y quieren poner las condiciones al Estado? No es así”.