Mientras Matías Lequi termina de definir el equipo que el próximo sábado visitará a Instituto, por la 19ª fecha de la Liga Profesional, hay un dato positivo en medio de lo que fue el pobre empate ante Banfield en el Gigante y tiene que ver con que Marco Ruben vuelve a estar a disposición después de haber jugado los 90 minutos, algo que nunca había hecho tras su regreso a Central, allá por principios de junio de este año. La última vez que había disputado un partido de principio a fin fue en su estadía en Deportivo Maldonado, contra Fénix, el domingo 26 de mayo, el mismo día que su regreso fue anunciado.
No debiera ser un dato que llame la atención porque se trata de un jugador de primera división de un fútbol tan competitivo como el argentino, pero para el presente que vive Central, nada mejor que tener a mano una carta de este calibre.
Seguramente los hinchas de Central esperaban algo más de Marco en este retorno al club, más goles, pero a él, como al resto de los delanteros, les viene costando más de la cuenta. Hasta el momento anotó sólo en una ocasión, frente a Lanús, en el primer partido en el que estuvo disponible, con Miguel Ángel Russo como entrenador.
Y se entiende que la vara sobre un centrodelantero esté puesta en los goles, pero para Ruben el hecho de sumar minutos y de haber jugado su primer partido completo no es poca cosa. Sólo él sabe qué decisión tomará cuando finalice la temporada (el contrato que firmó es por un año, pero ya en sus últimas temporadas en Central iba evaluando su situación al final de cada semestre), pero mientras el físico lo acompañe y se sienta bien en ese aspecto, las chances de que continúe serán mayores. De allí la importancia que implica el simple hecho de jugar.
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Marco Ruben batalla contra uno de los centrales de Banfield. El 9 canalla jugó los 90 minutos.
Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Y después de lo que fue su primer partido completo, la consulta a allegados al cuerpo técnico fueron precisas sobre si esos 90 minutos le habían dejado alguna secuela desde lo físico. La respuesta fue que “todos terminaron bien, en especial Marco”. De esta forma, hoy está en la pelea mano a mano con Enzo Copetti por el puesto, aunque en esta ocasión jugarían juntos.
El olfato goleador
Su capacidad goleadora quedó evidenciada en esa última jugada contra Banfield, en la que tras un despeje de Mallo, Marco recibió, se perfiló y definió cruzado con pierna derecha. Estaba claramente adelantado y en los hinchas quedó la sensación de desazón por lo que pudo ser el triunfo canalla, pero también la de que en la medida que el equipo lo ayude y pueda asistirlo, su olfato goleador está intacto. Lo demostró en aquel encuentro ante Lanús, en el que ingresó en el complemento y marcó el tanto del empate, cuando el partido se moría.
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Después de regreso al club, Marco inició un proceso de puesta a punto desde lo físico, pero rápidamente con minutos en cancha. Por ese entonces, Russo tenía muy en claro que debía llevarlo de a poco para que se fuera adaptando físicamente a un fútbol muchos más competitivo que el uruguayo, pensando también que lo mejor era que jugara acompañado de otro delantero para que el desgaste no sea excesivo. Por eso siempre se le hizo complejo estar los 90 minutos.
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Además de jugar, Marco Ruben se entrena y lo hace con el profesionalismo de siempre.
Virginia Benedetto / La Capital
Lequi entendió lo mismo, pero igualmente intentó darle la posibilidad de ser titular, como en el clásico, que fue la última vez que Ruben había jugado desde el arranque tras el cambio de DT. Después de eso, la aparición de un par de lesiones traicioneras que no hicieron otra cosa que alejarlo de la cancha y obligarlo a tomarse todo el tiempo necesario para lograr otra vez su mejor condición física.
Y en medio de un andar discontinuo por parte de Copetti, el DT canalla entendió que era nuevamente el momento de Marco, por eso su aparición desde el vamos contra Banfield. Quizá haya sido la necesidad de triunfo que tenía Central el pasado domingo en el Gigante lo que llevó a Lequi a dejarlo en cancha aun cuando decidió el ingreso de Copetti, pero lo cierto es que fueron 90 minutos jugados, como aquel encuentro entre Maldonado y Fénix, en el fútbol uruguayo.