Además de los presidentes de los presidentes de los partidos principales —Felipe Michlig, por la UCR, Joaquín Blanco por el PS, y Gisela Scaglia, por el PRO— participó el ministro de Gobierno, Fabián Bastía. Un aval explícito de Maximiliano Pullaro a la negociación.
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Entre la noche del miércoles y el jueves el camino se allanó. El perottismo presentó su propio proyecto, la última señal de compromiso con la reforma. El pedido de preferencia para las próximas dos sesiones reunió en Diputados 36 votos. Dos por encima de los dos tercios, que tuvieron su debut en la reforma judicial. El número está.
Este sábado las conversaciones entraron en un impasse por reuniones partidarias. Continuarán este domingo, el lunes y el martes. La negociación triangula entre Unidos, el peronismo reformista (en el que cuentan a Lucila De Ponti, del Movimiento Evita) y Fabián Palo Oliver y Claudia Balagué, del Frente Amplio por la Soberanía.
En este tramo del recorrido, la estación de lo ideal quedó atrás y queda llegar a lo posible. “La idea es que contenga a todos”, dice un negociador de Unidos.
El marco terminará de clarificarse este lunes. Los caciques del PJ volverán a verse las caras. ¿Logrará consensuar el peronismo o una posición o se resquebrajarán los precarios acuerdos de unidad del partido presidido por Guillermo Cornaglia?
Para Omar Perotti es una oportunidad para recuperar centralidad, mostrarse como un peronista racional y que acompaña cambios institucionales. Y, a la vez, no ser arrastrado ni por el kirchnerismo ni por un sector del PJ que ve en Amalia Granata un potencial refugio para pasar el invierno del despoder.
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En los principales campamentos de Unidos ven en Perotti alguien que habla el mismo idioma de la gestión y que al no ser un recién llegado a la política aporta estabilidad y volumen al proceso. Gobernó la provincia hasta diciembre y fue el segundo más votado en Diputados.
Pero también lo observan como un dirigente al que puede interesarle sumarse a la confrontación con intereses permanentes que anidan en la Legislatura, la Justicia y el sindicalismo y con los que se enfrenta Pullaro desde que asumió como gobernador.
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De todos modos, en el oficialismo no quieren mostrarse triunfalistas. Saben que hay sectores con probada capacidad de lobby y que pdrían jugar alguna carta para frustrar el proceso. “Miren a los que vienen perdiendo en las últimas reformas”, deslizan.
Los dirigentes que están en la cabina se preparan para días cargados de turbulencia. “Esto va a ser tironeado, con tensiones y presiones. Va a haber horas en que parece que todo se cae”, anticipan.
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Sí parece haber más claridad respecto al cronograma electoral. De no haber cambios de último momento, las Paso para cargos locales serán en abril y las generales en junio. Las listas se inscribirán en febrero. En ese caso, Pullaro deberá emitir el decreto de convocatoria a mediados de diciembre.
Discusiones claves
El debate más espinoso es la ingeniería electoral de la reforma. En particular, sobre dos temas. Uno son las primarias. Si se eligen constituyentes directamente en las generales se reforzará el poder de quien controla la lapicera en cada espacio —Pullaro en Unidos y los senadores en el PJ— aunque podrían acentuarse la dinámica centrífuga en el peronismo. A varios sectores podría convenirle más jugar por afuera que por adentro.
La otra discusión es si los constituyentes se eligen con un esquema de 50 convencionales a distrito único y 19 a razón de uno por departamento —una solución más convencional, que replica el esquema de elección de los diputados y los senadores— o bien todos a distrito único, una propuesta más disruptiva —contenida en el proyecto del perottismo— y que licúa el poder de los representantes departamentales.
El texto de la ley de declaración de necesidad de la reforma será lo suficientemente abierto para atraer a los sectores menos convencidos de tocar la Carta Magna. O, al menos, neutralizar sus críticas.
“No queremos que esto se parezca a un Pacto de Olivos, un esquema cerrado en el que el constituyente sea un escribano y tenga que votar por sí o por no”, plantean desde el entorno más cercano a Pullaro.
La norma que según la hoja de ruta de Unidos será ley esta semana es decisiva, porque delimita el campo quirúrgico de los constituyentes. Lo que no está habilitado no se puede tocar.
La agenda de Maximiliano Pullaro
Al gobierno le interesa incluir en el paquete reformista temas de seguridad —como herramientas en la lucha contra el narcotráfico y el ciberdelito— y también cláusulas relacionadas con las empresas públicas y lo que entiende son privilegios sindicales.
Es un esbozo de la narrativa del oficialismo para la campaña, que intentará vender la reforma como la forma de blindar y profundizar los éxitos de la gestión.
La ley tendrá un mix de artículos y temas para modificar. Es una distinción clave, en términos técnicos pero sobre todo políticos. Es una fórmula que permitiría saltear el tema que siempre fue un obstáculo: si se habilita, o no, la reelección del gobernador al momento de la reforma.
Además, no es lo mismo restringir la discusión a los pasajes de la Constitución que regulan los fueros o la regla de la mayoría en Diputados que abrir el debate a la organización del Poder Legislativo.
Dependerá del número que tengan en la Constituyente, pero una eventual alianza ad hoc entre sectores del peronismo, la izquierda y libertarios podría tratar de borrar al Senado y empujar por la unicameralidad.
Son riesgos derivados derivados de la estrategia del Poder Ejecutivo. Pullaro prefirió no elaborar un núcleo de coincidencias básicas, como el que sellaron Carlos Menem y Raúl Alfonsín en 1993, ni tampoco convocó a los partidos con representación parlamentaria.
La intención de encapsular el tema al ámbito legislativo y mostrarlo enfocado en la gestión le ahorró un costo político alto pero también le quitó conducción política al proceso, librado al juego de más fuerzas.
Al final, el gobierno tuvo que ceder y la reforma se tratará en extraordinarias. “Los que no querían votar se quedan sin excusas”, dicen desde el gobierno.
En algunos sectores del radicalismo deslizan que este era el escenario buscado por el socialismo, porque involucra a Pullaro en la reforma. “Desde el primer momento planteamos que lo importante era el acuerdo, no imponer fechas”, responden desde el PS.
Amalia Granata, a la ofensiva
Con menos margen para destacarse en una semana donde los protagonistas fueron los arquitectos de la reforma, Granata estrenó discurso de campaña. Ataque frontal a Pullaro con artillería verbal made in Milei.
Más allá de que como notó el presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales, Pablo Farías, la decisión de Granata de participar de las elecciones constituyentes legitima el proceso que ella misma considera viciado de origen, la melodía libertaria y los guiños a Milei alimentan especulaciones sobre un entendimiento con La Libertad Avanza.
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Después de estar muy cercanos, Milei y Granata se distanciaron. Cuentan que el libertario quería que fuera su candidata a gobernadora. Con un escenario adverso y chances concretas de perder, la diputada celeste prefería continuar en su banca y conservar su espacio.
Hace poco Milei y Granata retomaron el contacto. “Por ahora es sólo reconciliación, que no es poco. De la reconciliación al acuerdo hay un paso”, observa un dirigente que orbita en la galaxia libertaria.
En tiempos de outsiders y antipolítica, los políticos profesionales santafesinos van por una obra que debe durar décadas. Para quienes se formaron en el viejo Frente Progresista, tiene también el gusto a revancha en nombre de sus mentores. Ese es el caso de Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz, que intentaron la reforma en un contexto hostil. Para esta camada de dirigentes, esta semana pueden quedar en la historia grande de la política santafesina.