El 2 de noviembre en Rosario, Cristian Alarcón presentará "Testosterona". Se trata de una perfomance teatral y periodística, un paso al ida y vuelta hacia una ciencia que consideró la homosexualidad como una enfermedad y un niño que guarda en su alma ese olor a diablo que exorciza en su vida artística cuarenta y pico de años después de aquellas inyecciones para hacer de él un hombre.
Wikipedia: Testosterona; "Es una hormona esteroidea sexual del grupo andrógeno y se encuentra en mamíferos, reptiles y aves. La testosterona es producida principalmente en los testículos de los machos y en menor medida en los ovarios de las hembras. En los varones, la testosterona desempeña un papel clave en el desarrollo de los tejidos reproductivos masculinos como los testículos, también en la promoción de los caracteres sexuales secundarios. Es esencial para la salud y el bienestar".
"Testosterona". La obra; así el periodista y escritor Cristian Alarcón presenta una obra performática en la que él y Tomás de Jesús (bailarín), más la dramaturgia de Lorena Vega, cuentan la historia de un niño al que le aplican esa hormona para ahondar sus rasgos y su salud masculina. El diseño de arte, las proyecciones y el mapa sonoro son parte fundamental de la obra. También deriva en temas que hacen a la botánica, la naturaleza y la vida gay.
Los textos leídos e interpretados por Alarcón van de la noche gay porteña de los años 90 a su propio deambular por el periodismo: “Es una obra performática y cada función es distinta. En otras ciudades donde nos presentamos descubrimos historias similares. Testosterona es una investigación en proceso, lo que ocurre en escena es en sí mismo una investigación", cuenta Alarcón. La obra se presentará el 2 de noviembre en la Sala Lavardén, de Sarmiento y Mendoza.
La performance es, en este caso, el resultado de un resto diurno. Los padres de Alarcón estaban convencidos, médicos mediante, que debía corregir ciertos “desvíos” que mostraban a un niño “amanerado” y lo llevaron a un consultorio donde le aplicaron inyecciones de testosterona. El aroma que quedó impregnado en el niño Alarcón fue un fuerte olor a azufre, a diablo, y era el del consultorio del médico de un pueblo patagónico donde vivía la familia. Intentaban cambiar la homosexualidad del niño, hacerlo un ser obediente.
Cuarenta y pico de años después y mientras terminaba la edición de un libro, en su calidad de editor de la revista de crónicas "Anfibia", Alarcón, inundado por ese aroma, por el azufre, por el diablo cotidiano de aquella infancia, recordó ese consultorio.
La escena real fue entre 1977 y 1979. En la perfomance, Alarcón se para frente al público y recuerda un latiguillo de su madre. “Esto es el fin del mundo”, repite como hacía ella cuanto se daba de cabeza con la vida misma. En este caso, la madre encontró a su hijo, de unos seis años, vestido con su camisón largo, al que le había agregado un lazo para que le marcara la cintura diminuta. Se había pintado los labios, se había puesto unos lindos tacos de mamá y esos aros que tanto le gustaban. "Cuando ella abrió la puerta y lo encontró vestido de esa manera, en vez de apelar a eso de «esto es el fin del mundo», pegó un alarido de una profundidad tal como si se hubiera topado con el cuerpo de su hijo mutilado. No era así. A lo sumo, estaba frente a un niño que daba sus primeros pasos en indagar la piel que habitaba", según expresó un crítico de la perfomance al estrenarse en la Ciudad de Buenos Aires.
“En los textos que leí del libro «Cuerpos» me encontré con ese olor a diablo. Al terminar de leer las notas, escribí un poema con Gabby de Cicco, no binarie y lesbofeminista, y concluí que el recuerdo llega cuando es posible soportarlo. Escribimos esto: «Entonces el ansia de lo viril / convive con la suavidad / de mis primeros pasos delicados / Supe que tenía un cuerpo/ a los catorce / Carmina Burana elogio / del amor, del vino / Oda al goce al placer carnal / Entre sus melodías de niños cantores en su ritmo de un modo misterioso hice el cuerpo que tengo", relata el autor.
La crónicas de espectáculos que preceden la presentación de la obra en Rosario cuentan que el texto se entremezcla con la botánica y la naturaleza, obsesiones de Alarcón. Referencias al científico Alexander von Humboldt, sus descubrimientos y su historia de amor homosexual con un muchacho latino. También hay referencias históricas sobre los diversos planes de “normalizar” la homosexualidad en tiempos de la Alemania nazi. En la puesta, momentos de mucha contrición se entrelazan con la intrusión de audios. Es una investigación en proceso a ciertos relatos de vida. “Queremos que los que en Rosario crean o estén seguros de que fueron tratados con testosterona vengan a ver la obra, nos contacten. El paradigma científico de acuerdo a la construcción del estigma homosexual fue terrible”, agregó.
Rodolfo Walsh es el cronista argentino por excelencia y también está en la obra, con tacos, con otra masculinidad: "Yo era el cronista puto que tenía en Walsh su metáfora, una clave de un modelo masculino que se modifica”.
El escenario se presenta oscuro y el trabajo de Lorena Vega, quien viene de éxitos como "Imprenteros”, lo plaga de luz: dos escritorios, una propuesta digital de grandes pantallas y veinte escenas en las que se revea lo masculino. Alarcón, dirigido por ella, se desenvuelve con enorme soltura en la escena, hace un manejo del cuerpo que sostiene con un decir cautivante aunque se traten de sus pasos inéditos en la escena y con esto fortalece la complicidad con el espectador.
“Como son escenas performáticas hay algo impredecible, algo que se escapa. Me costó entrenar para teatro, pero Lorena construye un modo de decir y hacer. Algunos amigos me dicen luego de ver la obra que ese que está en escena no soy yo. Gobierno el texto y me permito jugar”, contó Alarcón.