Dicen que las manos suelen ser las partes del cuerpo que exhiben con mayor, y descarnada, claridad el paso del tiempo. La vejez queda patentizada exteriormente en las manos. Personas que físicamente lucen impecables en la tercera edad, expondrán en las manos el signo innegable del paso del tiempo. Y las pantallas de video montadas en el estadio de Vélez Sarsfield dejaron ver varias veces las manos de Eric Clapton a punto de cumplir 80 años. El músico británico, leyenda viviente del rock y el blues, que hace muchos años tituló uno de sus álbumes más exitosos “Slowhand” (mano lenta), también exhibió una imagen algo frágil desde lo físico en la noche del viernes cuando apareció, poco después de las 21, caminado a paso cansino, pero seguro, con su guitarra colgada y mientras su banda ya sonaba dándole la bienvenida.
En la fresca noche porteña, Clapton salió a escena “emponchado” hasta el cuello. De jeans azules y zapatos marrones, en la parte superior Eric usó una especie de camperón tipo poncho azul con vivos blancos, con un cierre en el medio; pañuelo o chalina protegiendo el cuello y una gorra de cuero de color negro que le cubría la cabeza bien hasta las cejas, a tal punto que la sombra de la visera impedía ver con claridad la cara, lo que lo transformaba en una figura fantasmal, un músico sin rostro.
Sin embargo, esa imagen de persona mayor vulnerable a los últimos embates del invierno que se resiste a irse todavía, se ubicó en el medio del escenario y para arrancar su cuarta presentación en la Argentina punteó en su guitarra el riff de “Sunshine of your Love”, y Vélez Sarsfield estalló. La elección de ese tema fue toda una sorpresa para los que venían siguiendo la gira del músico, ya que sus inicios de show venían siendo menos “intensos”. La canción de Cream, el grupo que Clapton formó a mediados de los 60 junto a los ya fallecidos Ginger Baker y Jack Bruce, sonó así como una declaración de principios, un “Vieron, aquí estoy” a pesar de los problemas de la salud que lo aquejaron en los últimos años, o para parafraseando el título de su álbum de 2016 diría “I Still Do” (“Todavía lo hago”).
Un show de Eric Clapton sin fisuras
Clapton brindó anoche un set de canciones soberbio de poco más de una hora y media sin fisuras, con una banda en la que todos sus integrantes tuvieron oportunidad de lucirse. No hubo muchas palabras para el público, pero sí gestos de cortesía por el cariño que llegaba de todos los rincones de Vélez. La banda que lo acompañó: el siempre presente Natan East, en bajo y voz; Doyle Bramhall II, en guitarra y voz; Sonny Emori, en batería; el también compañeros de muchas batallas Chris Stainton, en teclados; Tim Caarmon, en teclados y órgano hammond, y Sharon White y Katie Kisson, en coros. Un septeto que agigantó, quizás con Emori a la cabeza, el peso específico de los temas escogidos por el guitarrista para esta parte de la gira mundial que viene realizando.
El show de anoche estuvo dividido en tres bloques, pero se podría decir sin intervalos. Es decir, ni Clapton ni sus músicos se fueron del escenario mientras plomos y asistentes preparaban todo para seguir con la función. La puesta en escena del show fue austera, discreta, pero atractiva desde lo visual. Solo seis lámparas de estilo "vintage" pendían alineadas sobre el escenario mas o menos a la altura de donde estaba cada músico y, un poco más arriba, colgaban inclinados tres paneles blancos. No había nada más que adornara el fondo del tablado.
En el primer bloque del recital, además del himno rockero de Cream, Clapton se despachó con canciones que en distintas épocas las tomó prestadas de otros autores, para transformarlas en clásicos en su repertorio. Así sonaron “Key to the Highway”, (de Charlie Segar); “Hoochie Coochie Man” (de Willy Dixon) y “Badge” (también de la época de Cream pero escrita por su amigo George Harrison). Después llegó el segmento acústico o que intentaba reproducir la histórica presentación para MTV de principios de los 90 que tan bien le hizo a la música de este artista inglés y también en lo personal porque fue como la salida del pozo emocional en el que cayó por la muerte de su pequeño hijo Connor.
>> Leer más: Eric Clapton cumple 70 y el rock celebra junto al "Dios de la guitarra"
El Dios de la guitarra
De arranque nomás Clapton quedó solo en el escenario, sentado en silla, con la pinta de un adulto mayor vulnerable entregó una gran versión de “Kind Hearted Woman Blues”, de otro de sus ídolos Robert Johnson. Ver al músico moviéndose suavemente como si estuviera en una mecedora y haciendo todos los trucos para acomodar la voz y salir airoso, rasgueando la acústica, bajo el haz de luz fue algo casi conmovedor.
Después, nuevamente acompañado por la banda y también formato acústico, deleitó con esa plegaria titulada “Running on Faith”, de su álbum de 1989 “Journeyman”. En otro gesto de mostrarse tan activo como siempre, Clapton también aprovechó esta gira para presentar una canción, “The Call”, que integrará su próximo trabajo discográfico ya a punto de publicarse. Después llegaron “Change the World”, “Nobody Knows You When You’re Down and Out”, “Lonely Stranger” (excelente intervención de las coristas), “Belive in Life” y “Tears in Heaven”.
Volviendo al set “electric”, Clapton y su banda emprendieron lo que sería la parte final del show, que a esta altura había dejado conformes a los miles de fans que le dieron un buen marco al estadio, aunque no haya estado repleto de gente. “Behind The Mask”, “Old Love”, “Cross Road Blues”, “Little Queen of Sapdes” (estos dos otra vez con la sombra de Robert Johnson presente) y el histórico clásico “Coaine”, de “Slowhand” de 1979, anoche con un arreglo tanguero en medio del solo del pianista Chris Stainton, quien hizo sonar “La Cumparsita” y se llevó una cerrada ovación.
Al momento de los bises, Clapton sumó a su invitado de la gira, Gary Clark Jr (de destacada actuación como anticipo del show principal), para brindar al público argentino un cierre a todo vapor con una enérgica versión de otro clásico del blues que reversionó en 1989 “Before You Acusse me”. Quizás la imagen que quedará para la polémica sea la de Clapton interpretando esta canción, cuyo título en español dice “Antes de que me acuses” con una guitarra “tuneada” con la bandera de Palestina. Más allá de eso, el músico inglés coronó una noche histórica en su reencuentro, demasiado postergado, con el público argentino que no dudó en retribuir a su música con reverencias, pleitesía a quien llaman “Dios” de la guitarra.
Gary Clark Jr. y David Lebón
La música en vivo comenzó a sonar ayer cuando eran 18.15 y David Lebón con su banda completa ocupó el escenario de Vélez. "Este es un día especial. Tengo 75 años y por primera vez me voy a cruzar con Mr. Clapton", dijo el "Ruso" mientras se colgaba Gibson SG con la inició su set con "No seas tan dura". Cuando estaba por empezar el segundo tema, Lebón cambió de guitarra. Usó una hermosa también Gibson negra con bordes dorados. "Esa me la regaló BB King. La tuve 15 años en el estuche y hoy la traje acá", explicó antes de tocar "Cuánto tiempo más llevará" de Serú Girán.
Desde el comienzo, y cuando el estadio aún tenía mucho espacio libre, Lebón recibió el cariño de la gente, demostrando que el nivel de recepción en el público está intacto o incluso que se acrecentó en los últimos años. Y el guitarrista y cantante no defraudó: Siguió con "No confíes en tu suerte", "Noche de Perros" (con una hermosa declaración al final: "Cómo me gusta hacer solos de guitarras", dijo Lebón), "Mundo agradable" y el final con "Sueltate Rock and Roll". Lebón y sus músicos se retiraron recibiendo todo el amor del público.
Gary Clark Jr. llegó a Argentina con todos los pergaminos: ser una de las revelaciones de la música y uno de los "ahijados" artísticos de Clapton. El guitarrista y cantante nacido en Texas tampoco defraudó. Si bien el arranque de su show fue algo "frío" con "Maktub", el artista estadounidense logró mostrar todo de lo que es capaz con temas como "To the end of the Earth", "When My Train Pulls In", "Bright Lights" "Alone Together" y "What About The Children". En poco más de media hora Clark redondeó un show potente, pero con muchas sutilezas y con momentos en guitarra que explican el por qué fue elegido de Clapton para esta gira. Rock, funk, algo de soul, guitarra distorsionada en su justa medida, dejaron con ganas de algo más.