¿Cuál es la delgada línea que separa verdad y mentira? ¿Es conveniente la sinceridad absoluta en nuestras relaciones? ¿El ser humano está ligado inevitablemente a la mentira? ¿Es posible tener una relación romántica sin mentiras? ¿La mentira es más inherente a las parejas que la verdad? En estas y otras preguntas indaga “La Mentira”, la obra de teatro con gran elenco que se podrá ver en Rosario este sábado 15, a las 21, en el Teatro Broadway (San Lorenzo 1223).
Con texto original del francés Florian Zeller y dirección de Nelson Valente, está protagonizada por Eleonora Wexler, Gonzalo Heredia, Lautaro Delgado Tymruk y Alexia Moyano. Dos parejas con muchos años de amistad se juntan a cenar. En ese encuentro, aquello de la mentira piadosa se convierte en una necesidad para la supervivencia de los vínculos.
Con el humor como bandera, la obra pone sobre la mesa esos pactos tácitos y explícitos que se construyen para vivir en sociedad. Esa universalidad de la experiencia de mentir explica en parte el notable éxito de la propuesta en la cartelera porteña, y que ahora pretenden extender por otros puntos del país. Tras su paso por Rosario, seguirán por Cañada de Gómez, Marcos Juárez, Córdoba, provincia de Buenos Aires, Neuquén, Río Negro, Mendoza y San Juan.
Antes del estreno en la ciudad, Eleonora Wexler habló con La Capital sobre el proceso “angelado” de la obra, el teatro como la forma más hermosa de mentira, y la falta de ficción en el rubro audiovisual.
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Vienen de una temporada muy exitosa en Buenos Aires, pero salir de gira es como volver a empezar. ¿Cómo viven este momento?
No hay nada que me guste más que salir de gira con una obra que me gusta. La pasamos muy bien, es un equipo que funciona bien desde el principio. Con algunos había trabajado antes y con otros no, pero hubo algo de la mística del grupo que funcionó. Estrenamos en septiembre en el Picadero, ese teatro hermoso, después estuvimos en el Astros en el verano, y ahora estamos recién comenzando esta gira. Me ilusionaba mucho porque es una gira intensa, de dos meses. Por mí seguiría girando, pero bueno, por otros compromisos de cada uno hacen difícil coincidir. Pero no dudé un segundo cuando desde la producción plantearon la posibilidad de la gira. Siento que es una obra popular, es una comedia inteligente y para todo tipo de público. Así que creo que en todos lados va a tener llegada.
La mentira es una experiencia muy universal, que atraviesa desde los sistemas políticos hasta las relaciones interpersonales. ¿De qué manera sentís que esto tuvo que ver con la buena recepción de la obra?
Cuando estábamos ensayando, cuando leía el personaje, te das cuenta que te interpela un montón en situaciones de tu vida. Tanto el espectador, como nosotros atravesándola desde el cuento, se encuentran consigo mismos. Todos tenemos esa cuestión interna de cuándo decimos la verdad, cuándo elegimos la mentira. ¿Omitir es mentir? ¿El otro necesita que le digamos todo? ¿Vos necesitás que el otro te diga todo? En cualquier tipo de vínculo, laboral, de amistad, de pareja, aparecen estas preguntas. Por eso es tan universal y tan bien recibido el planteo de la obra. Encima tiene el humor, porque uno se ríe de esas situaciones en las que se puede reconocer. Después están los pactos que cada uno hace con uno mismo y con los demás para vivir en sociedad. La obra abarca tanto que nadie se queda afuera.
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Es también una comedia de origen francés, algo que funciona muy bien en Argentina.
Cuando leí la obra, me pareció una comedia fina. Es como un relojito. Hay un ritmo constante. Hay poquitas pausas, aunque potentes e importantes. Es como una piecita bastante de relojería. No hay mucho espacio para improvisar ni mucho menos. Eso me gusta mucho del texto, la precisión del cuento.
Para vos en particular, significó la posibilidad de volver a la comedia después de unas buenas temporadas haciendo dramas. ¿Cómo vivís esto?
Me encantaba todo, pero en un momento dije: “¡Pare de sufrir!” (risas). Yo deseaba profundamente una comedia que me gustara, que me dé ganas de hacer. Y con esta me pasó eso, la leí y dije que sí, sin dudas. Así me suele pasar en general con los trabajos. Y acá todo fluyó. Desde el principio, sentí que fue una obra angelada.
Hablando de pactos de mentira y verdad, en el teatro, en toda ficción hay un pacto entre espectadores y artistas.
Exacto, con eso tiene que ver la actuación. Yo les voy a contar un cuento, voy a hacer este personaje, y ustedes se lo tienen que creer. Hay un pacto tácito en el arte, y en el teatro. Uno sabe que son actores que están contando un cuento, pero igual se involucra, se compromete con la historia. Eso es la parte mágica de todo esto. Contame lo que sea, que aunque yo sepa que es mentira, voy a tomarlo como verdad.
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Decías que el vínculo con el elenco siempre fue muy bueno, ¿a qué atribuís esta sinergia?
Hubo mucho de Nelson Valente en lograr esa armonía desde el comienzo. Con Gonzalo habíamos trabajado juntos en una película y en “Valientes”, pero nunca habíamos hecho teatro. Con Alexia nos conocíamos por arriba, pero tenía muy buenas referencias de ella. Con Lautaro no habíamos trabajado nunca juntos. Somos los cuatro diferentes, pero a todos nos gustaba lo que estábamos haciendo, lo que nos proponía el director como cabeza del equipo, que era sobre todo un espacio de creatividad y de juego. Creo que eso lo agradecimos mucho desde el principio.
Ante la ausencia de ficción en la televisión, y el desfinanciamiento del cine argentino, la gente está respondiendo con contundencia a las propuestas teatrales. ¿Cómo ves este panorama?
En este momento, con la falta de ficción en lo audiovisual, creo que la gente se acerca al teatro comercial para ver a las figuras que conoce de la tele o de donde sea. Pero también hay mucho teatro independiente, musical, está plagado de ofertas y la gente responde. A su vez, siento que es un embudo porque no hay espacio para todos los que somos, si no se reactiva todo lo otro. El teatro se va a agotar también eventualmente si esto sigue así. Es una gran preocupación. Hay algo del evento popular del teatro comercial que se va a ver afectado, si no existe todo eso otro que históricamente traccionó al teatro.
Llevás muchos años en la profesión, ¿qué te sorprende todavía del oficio?
Un montón de cosas. Que me sigan sorprendiendo ante todo. El teatro me sigue pareciendo mágico, me sorprende cada función porque es única e irrepetible. Me sorprende conocer gente trabajando, me sorprende la calidez de la gente. Seguir poniéndome nerviosa cuando voy a subir al escenario, que conocer un espacio nuevo me da cierta ansiedad.