María Becerra nació para ser una estrella. Esa primera certeza llega inevitable y contundente apenas se la ve entrar al escenario montado en la Ex Rural, poco después de las nueve de la noche del domingo. Ante miles y miles de fanáticas eufóricas, y con un despliegue de nivel internacional, durante casi dos horas hará mérito de sobra para demostrar por qué es la artista argentina del momento.
Con apenas 24 años, se convirtió en la primera mujer del país en llenar el Estadio Monumental dos veces, el 22 y 23 de marzo pasados. Acumula 24 millones de oyentes en Spotify y varias nominaciones a los Latin Grammy, entre otros premios. Después de conquistar España, Estados Unidos, México y gran parte de Latinoamérica, se presentó por primera vez en Rosario, en lo que fue el inicio de una gira que la llevará por distintos puntos del país en el próximo mes, incluyendo Córdoba, Tucumán, Jujuy y Mendoza.
En cuanto se apagaron las luces del predio, Becerra fue recibida por el grito exultante de un público devoto. Con predominancia de niñas de entre 7 y 13 años (lookeadas con remeras de su ídola o elementos alusivos) acompañadas por adultos responsables (en algunos casos familias enteras), la audiencia es heterogénea. Hay algunas treintañeras y treintañeros, varias adolescentes, y también niños varones igual de entusiasmados que las chicas. Todos tienen algo en común, sin importar si son fanáticos acérrimos o sólo conocen algunas canciones: quedan igualmente embelesados ante la performance de María.
A pesar de su juventud, Becerra se mueve en el escenario con la soltura y la destreza de una experimentada ícona pop. Ya no es la literal “nena de Argentina” que en algún momento fue, sino una artista hecha y derecha con un mérito particular: no perder su cable a tierra. Tiene la belleza y el glamour de una actriz de Hollywood de los años cuarenta, pero la cercanía y los modos de la piba del conurbano (es oriunda de Quilmes) que nunca dejó de ser. Más que estar “Desafiando el destino”, como dice su canción, parece estar cumpliendo un camino predestinado.
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“LNDA”, “Perreo furioso” y “Wow wow” es la tríada inaugural de la noche, que abre como un batacazo. Además del liderazgo hipnótico de Becerra, todo es cautivante: el escenario de veinte metros por quince metros (más una pasarela de otros quince que se adentra en el público), la planta de luces de 300 móviles, los lásers que atraviesan todo el campo, y los 250 metros cuadrados de pantallas LED que no sólo transmiten el espectáculo en directo con calidad de videoclip, sino que comparten visuales alusivas a los distintos temas.
Sobre todo, se destaca el plantel de artistas que secunda a Becerra a través de la versatilidad sonora de sus canciones (que van de la bachata a la balada pop). Por un lado, una docena de bailarines (comandados por la coreógrafa Rocío Núñez) que se mueven sincronizados como un cardumen. Por otro, una banda impecable que agrega destreza orgánica a las canciones, conformada por: Sebastián “Bocha” Cadorin en teclados,Ale Rossi en guitarra, Joaquín Waiman (también director musical y arreglista) en batería, y Milton Álvarez en bajo. En breves impasses en los que la protagonista sale de escena, el equipo mantiene al público atento con coreos y zapadas.
“Teníamos muchas ganas de estar acá con ustedes así que estamos muy felices”, dice María, sobre su debut en la ciudad. En un gesto que denota su humildad, siempre habla en plural y sólo vuelve a la primera persona cuando comparte detalles de la historia de alguna canción.
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A pesar del viento y el frío que azota implacable, adentro de la ex Rural la artista evoca constantemente el calor del verano a puro perreo. Cuando suena la seguidilla del reciente hit “Agora” (una de las más esperadas por las fans) y “Piscina” (banda sonora oficial de toda pileta en la temporada pasada), madres y niñas bailan y cantan por igual, dando lugar a escenas de una complicidad conmovedora.
“Esta canción es ideal para mover toda la zona de cintura y cadera”, anuncia María antes de entonar “Así es la vida”, la bachata que lanzó junto a Enrique Iglesias en 2023. En todos los temas con featurings (colaboraciones de otros artistas), la voz del invitado suena por pista mientras María agita y baila como la maestra de ceremonias que es.
“Lo que yo les dije antes no fue al pedo porque mi gente estuvo muy atenta, y a los que estuvieron bailando los van a subir para estas próximas cumbiecitas”, afirma, anticipando la seguidilla de tres grandes éxitos de los últimos años: “Adiós” (con Ráfaga), “El amor de mi vida” (con Los Ángeles Azules) y “Miénteme” (con Tini). Cinco fanáticos son efectivamente invitados al escenario a tirar unos pasos con Becerra mientras abajo el clima es totalmente festivo.
Al momento cumbiero (para el que el tecladista por supuesto se calzó un keytar) le sigue sin escalas uno de los temas más clásicamente pop del repertorio, “Iman”. Con una coreo bien propia del género, Becerra muestra su faceta más internacional: con esta canción, se presentó hace poco en el popular talk show de Kelly Clarkson en Estados Unidos. Los fans, siempre a la altura de la ocasión, acompañan con furor.
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María Becerra junto a un grupo de fanáticos que subió al escenario para bailar con ella en la sección de cumbias
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Poco después (el show casi no tiene pausas ni silencios), María da lugar a uno de los momentos más emotivos de la noche: baja del escenario para cantar “High”, uno de sus primeros hits, bien cerquita de la gente. “Esta canción es muy especial para mí y sé que para ustedes también. La escribí en un momento en que estaba muy deprimida, con mucha ansiedad, y con comportamientos autodestructivos, que es muy triste porque era muy chica. Fue una de las primeras que escribí, y me sacó del pozo en el que me encontraba, porque la música hace eso: nos acompaña, nos salva”, comparte a corazón abierto antes de entonar el tema.
El siguiente tema también viene con historia. “Esta canción es para mi gente de la comunidad LGBT. La escribí la primera vez que me enamoré de una chica, cuando me di cuenta que también me gustaban las mujeres. Estábamos muy enamoradas pero teníamos mucho miedo. Ella tenía un noviecito y después de un tiempo desapareció y se quedó con él, y a mí me rompió el corazón. No la juzgo porque éramos chicas y ella estaba muy confundida”, cuenta Becerra, abiertamente bisexual hace tiempo, para anunciar “Dime cómo hago”.
“Y si todavía no lloraron, con la que viene es imposible no llorar. Quiero que aprovechen y se abracen, que se digan cuanto se aman. Manden ese mensajito, dejen de lado el ego. A los seres queridos hay que valorarlos cuando están acá”, subraya la artista, y el público sabe que se viene uno de los más esperados del recital: “Desafiando el destino”, para el cual la Rural se transforma en un campo estrellado hecho de luces de celulares. Efectivamente, hay abrazos y lágrimas en personas de todas las edades.
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Después de la tanda de lentos, el último tercio del show vuelve a subir y no da tregua. Suenan hitazos como “Doble vida”, ”Corazón vacío” y “Mandamientos”. En el medio, en otro acto de genuina generosidad, Becerra se toma un momento para saludar a More con Flow, la joven artista rosarina que se hizo viral el año pasado, confesa fanática y presente en primera fila. “Un fuerte aplauso para la verdadera estrella de la noche”, pide María.
Para la seguidilla de clausura, vuelvan papelitos, se salta y se baila como pide un fin de fiesta. Tras la primer performance en vivo de “Sexo es la moda” (que lanzó hace dos semanas con Yandel), “Primer aviso”, “Te cura” y “Automático” invitan a un último estallido colectivo. “A ver si es verdad que Rosario tiene aguante”, agita María mientras suena “Los del espacio” y el público responde con todo. Para cerrar, agradece a la gente pero también a todo el equipo que hace posible llevar adelante el show. Con derroche de autenticidad y talento de principio a fin, Becerra se reafirma como una de las artistas más populares (en varios sentidos) del país.