La banda rosarina Oasis celebra cincuenta años con el rock y lo festeja con el Tour Medio Siglo que tendrá su próxima parada este viernes 25 de agosto en El Aserradero (Montevideo 1518). El grupo tiene una historia que fue creciendo a fuerza de talento y perseverancia y avanzó bajo una consigna que lo identifica: “El rock and roll es una forma de vida”. En diálogo con La Capital, Juan Ramos, bajista y miembro fundador del grupo, repasó la evolución de Oasis, desde su formación por tres amigos en 1973 en Colombia y Chubut, en el barrio Belgrano de la zona oeste rosarina, hasta ser considerada en 2017 banda distinguida de la ciudad por el Concejo Municipal y este presente que los encuentra posicionados como una de los referentes del género en la ciudad.
Los hermanos Juan y “Dubi” Ramos y Jorge Gallardo fundaron Oasis en 1973. Ya para el segundo toque ingresó Omar Núñez y en 1979 se incorporó Reynaldo Zambrano. Después de un parate prolongado, en 2003 los integrantes originales se reunieron nuevamente y al año siguiente se sumó el guitarrista Leandro Núñez. Luego del retiro de “Dubi”, en el 2020 se incorporó el batero Cristian Astbury, completando la actual formación. Oasis grabó su primer tema en 1974 y con los años fue definiendo y consolidando su estilo y aumentando la convocatoria y el reconocimiento.
¿De dónde se conocían los que fundaron Oasis y cómo surgió el nombre?
Teníamos una barra en la esquina de Colombia y Chubut donde había un almacén que atendía Rosario Colovini, “Don Roca”. Había una canchita donde jugaban los Killer (Alfredo y Daniel), Fabián Basualdo, el Trinche (Carlovich), ahí se armó un equipo de fútbol y le pusieron “La Rockera”, aunque nada que ver con el rock and roll hasta esa época. Empezamos a reclutar gente para ver quién tocaba el bajo, la batería, etcétera, y se armó la banda, éramos todos vecinos. Así que en la esquina de “Don Roca” nació el equipo de fútbol “La Rockera” y nació Oasis. El nombre surgió porque en esa época se pasaban esas películas malísimas en blanco y negro donde andaban por los desiertos y llegar a un oasis era lo máximo. Le pusimos Oasis con la idea de que la gente viniera a escuchar nuestra música y se pusiera alegre, algo que de alguna manera hemos conseguido porque mantenemos la alegría.
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El grupo debutó en 1973 y pasó por varias etapas.
¿Qué estilo o a qué artista seguían y cómo empezaron a tocar?
Ibamos a los clubes, veíamos grupos como Los Gringos donde estaba el “Sandro rosarino” y nos volvíamos locos, teníamos ya el ADN de la música, no para ser famosos, sino porque queríamos cantar y pasarla bien. Aparte, los músicos de aquella época conseguían muchas chicas (risas). En esa época se escuchaba de todo, la música comercial de Katunga, Silvestre, solistas españoles como Dyango, entre otros, pero también estaba la música de protesta. Woodstook nos marcó mucho, había mucho más ideales que ahora y con Los Beatles, Los Rolling, Zeppelin, Deep Purple, los Who, se rompieron todos los esquemas. También seguíamos a los de acá, Almendra, Los Gatos, Manal, pero ver a Vox Dei nos cambió la perspectiva. Nosotros éramos de las pocas bandas que cantaban en castellano. Poli Román nos ayudó mucho, con su programa “La Cueva” y le fue cambiando la mentalidad a los adolescentes de aquella época. Laburábamos en los clubes viernes, sábado y domingo, el sindicato de músicos ayudaba mucho y para tocar en las confiterías te pagaban bien, hoy te quieren hacer tocar por dos mangos.
¿Cómo hicieron para poder tocar en los 70? ¿Eran perseguidos?
Fue maravilloso hasta que empezamos a hacer temas nuestros, en la época de la dictadura, por ejemplo “Mercenario”, “Libertad”, “Destrucción”, donde hablábamos en contra del capitalismo. En esa resistencia había músicos, pintores, escultores, poetas, estudiantes. En la época de la represión se tocaba en los salones de actos de las escuelas religiosas, en María Auxiliadora, en Cristo Rey. Con metáforas, se peleaba contra el sistema. El rock and roll es una forma de vida, pero no hubo más resistencia así, los grupos naif de las ciudades adoptaron otro tipo de música y de vida, los hippies también abandonaron, nosotros nos hemos ido reinventando.
¿En qué espacios de Rosario tocaba Oasis en los comienzos?
El comienzo de Oasis fue en un cumpleaños de quince y después en los asaltos que se hacían en Fisherton. Mezclábamos temas comerciales con temas de Zeppelin o Purple. También íbamos mucho a tocar a los pueblos, Uranga, Arroyo Seco, Capitán Bermúdez, a Funes que era más cheto porque ya tenía discoteca. Hacíamos lo comercial y lo rockero más pesado y todos bailaban y chapaban en los lentos. Tocábamos mucho en la Asociación Cristiana de Jóvenes, ahí había gente que su intelecto se alejaba un poco de lo popular. Después de un parate, encontramos la veta en los motoencuentros, con ellos fuimos a Entre Ríos, Córdoba, norte de Buenos Aires. Somos la única banda de Rosario que estuvo seis años seguidos en el encuentro de Diamante, era una ciudad tomada por cinco días, el carnicero vendía lo que vendía en un mes.
¿Cómo repercutió en la banda la salida de Dubi?
La verdad que fue medio traumático. Hasta que hice el servicio me ocupaba yo de todo y después de un receso empezó Dubi a hacerse cargo. Ir a tocar a los motoencuentros lo consiguió él. Cuando nos dijo que se retiraba no le creímos, fue antes de la pandemia. En el 2021 nos juntamos y yo medio que quería tirar la toalla, pero Omar dijo que quería seguir y no quería que yo me vaya y usar el nombre de Oasis. Me convencieron, había un par de temas nuevos y después hicimos un casting buscando reemplazo para Dubi. Por el casting pasaron nueve postulantes hasta que llegó Cristian. Se puso la camiseta de la banda, toca muy bien, tiene un tempo bueno, usa muy bien el pedal y ya hace arreglos.
¿Cómo mantuvieron el entusiasmo por seguir en estos años?
El entusiasmo pasa por no claudicar. Después que se retiró Dubi, decidimos buscar un batero y darle para adelante y rescatamos algunos temas viejos, los hicimos más cortos y más comerciales. En vez de comprar dólares, compramos veinte horas de estudio. La incorporación de Cristian también nos trajo la sorpresa de que su hermano Abel maneja bastante bien la parte del sonido y la consola y, a partir de la primera tocada que hicimos, fue nombrado el sonidista de la banda. Ahora somos siete en el presupuesto, hay sonidista y stage manager.
¿Qué tienen previsto para celebrar los 50 años? ¿Cómo cerrarían el festejo?
El año pasado empezamos a tocar puertas. Le hicimos escuchar el último disco nuestro a La Renga y nos llamaron para tocar con ellos, con los ex combatientes, en el Museo del Rock santafesino, en los boliches El Escaramujo y Que sea Rock, y en Capitán Bermúdez. Estaremos en dos motoencuentros y con Blues Mundano en el ciclo de blues. En estos días nos confirman para tocar en el barrio, en las cuatro plazas, con un par de bandas invitadas. En el festejo vamos a hacer un repaso de todos los temas que hemos hecho. Hagamos donde lo hagamos va a ser una buena fiesta de cumpleaños, sin dudas. Si hay cachet para la banda todo bien, pero queremos que sea gratis para que pueda ir todo el mundo.