La décima producción del Programa Comedia Municipal Norberto Campos llega a las tablas de la ciudad en el marco del Festival Fontanarrosa. “Por arte de sueños”, basada en el cuento “Sueños de barrio” del Negro Fontanarrosa, fue escrita por Miguel Kot y está dirigida por Miranda Postigilione. Después del estreno, que tendrá lugar este viernes 22 a las 19, la obra se podrá ver todos los viernes y sábados (hasta el 14 de diciembre), a las 20.30, en el Teatro Municipal La Comedia (Mitre 958), con entrada libre y gratuita.
En esta comedia, destinada a todo público, el sueño de un alumno desata un caos inesperado en una escuela secundaria. A través del humor, la historia revela situaciones absurdas y dinámicas de poder dentro de la institución. Los personajes están atrapados en una constante lucha entre el deber ser y el querer ser, y se ven forzados a confrontar sus miedos y deseos en un escenario donde la realidad y los sueños se entrelazan.
La obra está protagonizada por un gran elenco de artistas rosarinos integrado por Elena Guillén, Maria Belén Ocampo, Leni Federico, David Zoela, Graciana Tucat y Mumo Oviedo. Según la directora, la propuesta se sostiene en dos ejes clave de la obra de Fontanarrosa: el humor y los vínculos (tanto de amor como de amistad).
El programa de Comedia Municipal, un pedido del sector teatral local convertido en política pública, es un recurso clave para la producción escénica de la ciudad, con mecanismos abiertos y participativos que fomentan la creación colectiva, y permiten el surgimiento de nuevos talentos. Para esta décima edición, la producción integral estuvo por primera vez a cargo del equipo del Teatro Municipal La Comedia.
En esta oportunidad, la dramaturgia fue elegida a través de un concurso nacional. La premisa fue que los textos debían ser adaptaciones o estar inspirados en la poética, el imaginario o la biografía de Roberto Fontanarrosa. El jurado que eligió “Por arte de sueños” estuvo integrado por Paula Marull, Mariela Asensio, Alfredo Allende, Lis Mondaini y Cristina Carozza.
En segunda instancia, tuvo lugar un concurso de proyectos teatrales para llevar adelante este texto, en el que quedó seleccionada la propuesta de Miranda Postiglione. En este caso, el jurado integrado por Lucas De La Torre, Carolina Garralda, Leandro Arteaga, Mercedes Nuñez e Irene Sara Rosa Almus, valoró positivamente la experiencia docente de la directora, teniendo en cuenta que la obra se desarrolla en el mundo escolar.
“Mi cotidiano sucede básicamente en las salas de profesores, las aulas, y las instituciones educativas secundarias. La primera vez que leí el texto me enamoré de un personaje adolescente, porque en él veía reflejado cosas que yo escucho y veo siendo docente y habiendo sido alumna. Hay algunos perfiles y estereotipos que los docentes ponemos. Si un estudiante no presta atención en matemática o en historia, decimos que es el caótico del curso, y posiblemente lo que ocurra es que su deseo esté puesto en otro lado. En ese personaje vi claramente lo que me motivaba del texto”, contó Miranda en diálogo con La Capital, en la previa al estreno.
“Hay un conflicto bastante ridículo porque se está acusando de algo a un alumno por un sueño. Pero lo que más me interesa no es tanto el conflicto de la obra, sino los conflictos internos que tienen los personajes. Cuando me di cuenta o sentí que lo que estaban buscando todos los personajes era ver dónde depositar el deseo o dónde no, empecé a escribir el proyecto desde ese lugar”, agregó.
Fontanarrosa para un nuevo público
Uno de los desafíos del proyecto fue interpelar a una nueva generación a través de un texto de Fontanarrosa, con una visión del mundo que los más jóvenes pueden considerar obsoleta. “La primera pregunta que me hicieron en la defensa del proyecto fue si se sostenía Fontanarrosa. Hay que ser conscientes que Fontanarrosa venía de otras circunstancias y otra coyuntura, mucho más machista y patriarcal. Yo creo que Fontanarrosa, si estuviera vivo, se hubiera adaptado un poco a esta coyuntura. Estoy segura que hubiese escuchado al pueblo porque de lo que él habla es de eso”, consideró Postiglione.
“Si tenemos ganas de que las obras de la Comedia Municipal, y las obras que hagamos en general, lleguen a las juventudes y las adolescencias, tenemos que empezar a hablarle a ellos, ellas y elles. Para eso tenemos que cambiar la forma de expresarnos y cuáles son las historias de amor que contamos”, sumó.
En este sentido, trabajó mucho en el registro actoral y en la manera de decir los textos. “La profundidad del humor está en la contradicciones de los personajes, entre lo que quieren hacer, lo que pueden hacer y lo que quieren hacer. En esa contradicción que tenemos todes todo el tiempo, aparece la gracia. Una se puede acercar a eso por más que el conflicto interno sea otro”, apuntó la directora, que también es actriz.
El trabajo con el elenco fue intensivo y con objetivos claros: en un mes y medio de ensayos, armaron la puesta. “Nos entendimos muy rápidamente y hubo mucha confianza en lo que yo decía, así que pudimos probar todo lo que creíamos necesario. Ya en la primera semana sentí que vi lo que necesitaba cada uno. Si los actores y actrices se están divirtiendo, el humor aparece sin necesidad de que sea una comedia donde se hacen chistes todo el tiempo”, detalló Postiglione.
Respecto de modificaciones en el texto de Kot, la directora hizo un sólo cambio certero: cambió el género de dos personajes. De un director varón y una madre mujer, pasó a una directora mujer (interpretada por Elena Guillen) y un padre varón (Mumo Oviedo). “Para mí los textos de la madre estaban escritos para un padre. Es una cuestión política y personal, pero simplemente cambiando el rol de madre por padre ya podía exponer muchas cosas sin tener que decir nada más, sin una cuestión panfletaria”, explicó Miranda. Algo similar operó con el rol de la directora, a través del cual explora las jerarquías y estructuras de poder que se manifiestan desde esos lugares y cómo.
“Por arte de sueños” presenta una innovadora puesta escenográfica, diseñada por Carolina Cairo, que incluye video mapping con animaciones de Lucas Velek. Se trata de una serie de proyecciones que construyen el espacio escénico (en el que hay muy poca utilería), y complementan la narrativa. “Fue todo un desafío porque pensamos conjuntamente cómo el mapping podía acompañar esa narrativa de forma articulada, sin perder la teatralidad, y que no se vuelvan dos lenguajes separados”, contó Miranda en este sentido.
El diseño de vestuario y caracterización estuvo a cargo de Ramiro Sorrequieta, junto a un gran equipo. “A nivel actoral, la obra es como un realismo mágico porque no es una propuesta shakesperiana ni grotesca. La idea era acompañar esto con un vestuario que sea teatral. Y con esta premisa, Ramiro hizo magia”, señaló Postiglione.
“Nunca antes había vivido nada de lo que viví en este proceso. Había dirigido obras, había sido asistente de dirección, incluso en proyectos con tiempos acotados. Pero nunca había estado en el lugar donde todas las decisiones las tomo yo, que suena muy jerárquico pero me refiero a que eso me demandaba tener muy en claro. El mayor desafío fue tener todo eso en claro desde el principio y volver a elegirlo todos los días”, cerró la directora.